3 ene 2014

Fanfic serial: My Cloud & Your Insomnia 2

Título del Fanfic: My Cloud & Your Insomnia
Parejas: YeWook
Tipo: Yaoi
Capítulos: 2/4
Género: Angst, Drama, AU.
Clasificación: Rating {M}.
Advertencias: Angst.
Descripción: Quizás mañana comprendamos el silencio en el pasar de los días. Quizás mañana el dolor nos regale una hermosa sonrisa.
Comentario del Autor/a: Lo prometido es deuda(?) Este es el capítulo dos, realmente espero que les guste. Si es muy largo, me disculpo ;; ¡Buena semana para todos!




CAPÍTULO DOS
Quizás mañana



Jong Woon es raro. Su habitación estaba llena de fotografías suyas, de su rostro. Cuando entré en el pensé que se trataba de alguien muy egocéntrico. Incluso hice una broma a lo que él simplemente me respondió con una sonrisa silenciosa.


‘Me tomo fotos a mí mismo porque siempre estoy solo, Ryeowook.’
Dije en forma de susurro aquella primera noche.
No me escuchaste porque ya dormías ¿Verdad?


Al despertar, pude observar mejor su habitación.  Tenía un gran estante lleno de videos y discos musicales. Al parecer su pasión por la música era igual a la mía. Frente a dónde dormimos había una gran ventana que daba a su jardín. Y cerca a esa gran ventana había un frasco con algo dentro. Al no poder ver bien, me acerqué en silencio. No quería despertarlo. Pero mi intento falló ni bien toque aquel objeto. Hasta ese momento no recordaba haber gritado tan fuerte y agudo en toda mi vida. Aquel frasco estaba lleno de bichos ¿Quién en su sano juicio colecciona bichos?  Jong Woon dio un salto gracioso de su cama y me miró asustado. Preguntó varias veces qué sucedía, tenía los ojos desorbitados, como si se sintiera impotente de no poder ayudarme. Su madre y la mía empezaron a tocar la puerta alarmadas por mis gritos. Más su madre, al parecer ella consideraba muy raro a su hijo. Recuerdo haber escuchado claramente a la ahjumma amenazarlo de no hacerme nada raro. Asustado y con lágrimas en los ojos señalé el frasco. Jong Woon lo recogió en silencio. Como si se castigara a sí mismo. Luego caminó a la puerta y la abrió.

-Lo siento mamá, Ryeowook se asustó con mi colección de insectos…- dijo con la mirada en el suelo. Lo siento Jong Woon, jamás fue mi intención que te castiguen por mi culpa.
-Aigo, no pasa nada, Antonio.- mi mamá le acarició las mejillas a él. Como aliviando la tensión en aquella habitación.- Wookie es un escandaloso.- mamá me sonrió a lo que sonreí aliviado. Lo siento mamá, aquella mañana no noté tus ojos hinchados ¿Habías llorado mucho?
-Señora mamá de Ryeowook…- él seguía con la mirada clavada en el piso, como sintiéndose muy afligido por mi susto.- Le prometo que nunca más asustaré a Ryeowook.


Jong Woon, la promesa que le hiciste a mi madre aquel día, me estremeció.


Pasaron los días, aquella corta visita a la mejor amiga de mamá se prologó más de lo que yo imaginaba. Sin darme cuenta dormir al lado de Jong Woon se me hizo costumbre. Verlo salir todas las mañanas al colegio y sonreírle tímidamente a través del espejo, también se me hizo familiar. Luego de su partida, yo bajaba a saludar a nuestras madres. Desayunábamos juntos y luego ayudaba en la cocina. Pese a que nunca me lo pedían yo siempre quería aprender a hacer nuevos platillos. Quizás es porque en esas épocas soñaba con cocinarle a mis seres queridos. Su padre no vivía con ellos y a veces venía el pequeño Jong Jin, su hermanito. Él solía vivir con su padre en una ciudad vecina. No sé la razón a aquello, pero para vivir separados, él y su hermano tenían una relación muy cercana. Nuestras madres pasaban el día conversando, cocinando, yendo y viniendo del mercado. Parecían despreocupadas, ahora que lo pienso bien, quizás sufrían en silencio.

Creo que luego de tres semanas conocí a Ttangkoma. Iba mirando las hermosas flores de Cheonan cuando tropecé con lo que parecía ser una piedra. Miré asustado mi rodilla a lo que noté que sangraba. Quise llorar pero al ver a Jong Woon acercarse, más asustado que yo, me aguanté las lágrimas. Me miró con miedo, en ese entonces pensaba que él solo temía por los castigos de su mamá. Nunca vi que sus ojos solo buscaban cuidarme. Tomó de mi mano, dejavú. Tomó de mi mano, escalofríos recorriendo mi espalda. Tomó de mi mano, un sonrojo inesperado y escandaloso en mis mejillas. Lo miré levantarme en silencio, limpiar mi rodilla y preguntar si estaba bien. Asentí en silencio mientras escondía mis ojos de los suyos. Un extraño nerviosismo en mí generaba un vacío en mi estómago y yo no estaba preparado para afrontar eso. Miré hacia otro lado y descubrí que aquella ‘piedra’ caminaba. Di un salto asustado a lo que Jong Woon se agachó a mirar aquello. Recuerdo haber pensado que se trataba de otra de sus extrañas colecciones.

-Ttangkoma, debes tener cuidado cuando cruzas el camino de los demás.- le habló a aquella cosa que se movía lentamente. Quise gritar pero no lo hice. No quería que lo vuelvan a regañar.- Es Ttangkoma, mi tortuga… pido disculpas por ella.- dijo perdido en el lento caminar de su mascota.
-¿Tu mascota es una tortuga? ¿Por qué?- lo interrogué, una persona normal compraría un cachorro o algo así.
-Le pedí a mamá una mascota porque me sentía solo cuando se llevaron a Jong Jin. Compró a Ttangkoma pero ahora me siento más solo. Solo sabe caminar, lento.
-Quizás mañana no te sientas solo.- él sonrió de lado, melancólico. Jong Woon ¿Por qué te sentí tan triste aquel día? No lo pensé bien, solo me acerqué a ti, aún estabas en agachado, me apoyé sobre ti y formé un abrazo. Aquel día quise cuidarte. Te veías tan pequeño, tan indefenso, tan inocente.


‘Ryeowook, el mundo es frío y atemorizante.’
Pensé dentro de aquel abrazo, nuestro primer abrazo.


Aquel día fue el último día de verano. Luego de aquel abrazo el otoño nos embargó tanto como pudo. Aquel abrazo fue el mejor recuerdo que tengo de aquel año. Ni tú, ni yo sospechábamos lo que vendría en los siguientes días ¿Vedad, Ryeowook? A la mañana siguiente tu madre y la mía nos dijeron que te quedarías a vivir aquí, en Cheonan. Ya estaban tramitando tu cambio de escuela y pronto irías a la misma secundaria que yo. Mi corazón se alegró mucho pese a que no estaríamos en el mismo salón. Pese a que vivíamos juntos desde hace algún tiempo, nosotros rara vez conversábamos. Te sentía distante, pero era incapaz de hacer algo por acercarnos. Me ponías nervioso, esa es la verdad.

Me coloqué el uniforme que te veía usar cada mañana. Salí de casa seguido por ti. Caminamos por los mismos senderos llenos de viñedos y plantíos de pera china. En silencio. Aquella mañana, a mis catorce años había recibido la peor noticia de mi vida. Mis padres se estaban divorciando. Mi corazón dolía, sentía que si te tenía cerca iba a llorar como un bebé. Me sentía tan vulnerable que prefería alejarte a sentirme tan dolido. Lo siento, Jong Woon. Yo era incapaz de manejar mis emociones en aquellos años tempranos. No era consciente cuánto daño te estaba haciendo con mi sola distancia.


‘Jong Woon, finge que no me conoces en el colegio.’
Dijiste cuando entramos a aquel lugar.
No pregunté, obedecí.


Me dolió. Me dolió tanto que tuve que saltarme la primera clase para ir a la azotea de mi pabellón a despejar mis pensamientos. ¿Por qué mi primer amor era tan cruel? Incluso sabiéndote en el mismo lugar, aquel día me sentí muy solo. Quizás tú también me considerabas un raro. Quizás tu adolescencia y la separación de tus padres te hicieron hablar. No lo sé. No pensé en volver a clases pero el tutor me descubrió tirado en el piso de la terraza. Tuve que ir a clases y luego salir a la hora del almuerzo. Hice lo de siempre. Tomé mi comida y caminé hacia las bancas más alejadas, detrás del gimnasio, donde casi nadie iba, desde donde se podía ver el parque Samgeori. Cuántas veces soñé en ir ahí contigo. Comí lentamente, perdido en mis nubes mentales, perdido en esa gran nube llamada Ryeowook. A lo lejos escuchaba a algunas personas pasar y hablar de mí, como siempre. Pero los ignoraba mientras miraba aquella mañana de otoño llegar a su fin.

-Dicen que colecciona bichos. Que espeluznante. ¿En serio vives en su casa?- me preguntó aquel chico que no me dejó de hablar desde que llegué a ese salón. Asentí en silencio a lo que los demás me miraron asombrados.
-¿No te da miedo? Tiene un aura extraña, como se asesino.-Realmente me disgustó cómo se expresaban de Jong Woon pero solo sonreí nervioso.
-Escuché que habla solo y que a veces sale con una piedra en la mano.- intervino una chica menor que todos nosotros.
-No es una piedra, es Ttangkoma, su tortuga.- lo defendí a lo que todos pensaron que era una broma. Me llamaron ingenioso y siguieron riendo.
-Lo acabo de ver donde siempre, comiendo solo, mirando el parque Samgeori. ¿En casa es igual de autista?- me preguntan a lo que me siento aturdido.
-Es una gran persona, es muy tierno y cuidadoso con su madre. No deberían hablar de él si no lo conocen.- les dije serio antes de levantarme de mi asiento, dispuesto a ir a buscarlo. A pedirle disculpas. No obstante el almuerzo había terminado, a través de la ventana te vi llegar a tu pabellón, solo. ¿Cómo es que podías estar tan solo en aquellos días?

Pasaron los días y todo siguió igual. Me sentía solo, como siempre; enamorado de él, como siempre. Caminábamos distanciados cada mañana, regresábamos por separado a casa. Casi no cruzábamos palabras. Mi mamá y su mamá lucían muy afligidas por lo cual yo procuraba no causar problemas. Tomaba a Ttangkoma y la llevaba de paseo, donde el viento nos lleve. Donde el silencio nos acompañe. Donde nadie nos señale y llame raros. Recuerdo vívidamente haber terminado sentado frente al templo budista Gagwonsa, perdido en mis pensamientos. Mirando el anaranjado atardecer de aquel solitario otoño. Recuerdo que un monje se me acercó y yo solo le dije que era católico antes de seguir mi camino. Alzando a Ttangkoma para que sienta el viento en su rosto, para que sienta lo que es ir rápido al menos una vez en su vida. Recuerdo haber estado perdido durante horas en un vasto campo de árboles de peras. Sintiendo el fresco viento sobre mi piel cerré los ojos. Estaba cansado de observar solo a un tortuga. Cerré los ojos y te imaginé. Te imaginé, Ryeowook. Yo no sé en qué momento, en qué momento empecé a cantar.

Aquella anaranjada tarde en la que lo seguí, fue la primera vez que escuché su voz al cantar. Escondido detrás de un jardín de peras, conocí tu voz, Jong Woon. Aquel día, observando tu pasión por algo que realmente amabas, te empecé a amar. Y ahí estabas, con los ojos cerrados, entonando aquella hermosa melodía llamada Gray Paper. ¿Eras consciente del arte que haces con tu voz? Juro que cerré los ojos unos segundos para sentir que tu voz me envolvía aquella tarde de otoño. Al abrirlos seguías ahí, entonando esa canción. Sintiendo cada palabra, sintiendo cada nota de aquel improvisado concierto a capela. Un paso, luego dos pasos, finalmente tres pasos. Estaba frente a ti pero tú estabas tan metido en la música que no notaste mi cercanía. Un paso, luego dos, me puse de puntas, un beso. Nuestro primer beso. Yo no sé qué hiciste aquel día con mi timidez, estaba tan envuelto en tus melodías que los miedos se me fueron. Mis labios solo querían tocar los tuyos, sentir su vibrar al entonar tan hermosa canción. Abriste los ojos asustado a lo que retrocedí. Cubriste tus labios con asombro. De repente te habías vuelto mudo. Quise decir algo, quizás debí hacerlo. No obstante solo giré y empecé a correr. Lejos de ti. Con tu tortuga en mano, me seguiste durante casi una hora. Si alguien del colegio nos hubiese visto, habría iniciado un nuevo rumor sobre ti. Seguramente dirían que persigues personas con una piedra. Pero nada de eso te importaba ¿Verdad? Tu solo querías que explique ese beso que te robé.


‘Aunque yo sufra o mi corazón rompas,
siempre serás el único a quien amaré.
Juré en silencio aquella tarde.


Para cuando te detuve la noche nos embriagaba. Mi respiración agitada no me dejó preguntar nada durante varios minutos. Para cuando pude hablar, nuestras mamás se nos acercaban. Me miraste nervioso, sonrojado, asustado. Te miré confundido, aturdido, enamorado. ¿Ryeowook por qué me besaste aquella tarde? Incluso ahora soy ajeno a lo que te motivó a dar ese primer paso a tus cortos catorce años. Cenamos en silencio, escuchando a tu mamá decir que ya había conseguido trabajo. Cenamos escuchando a mi mamá hablar de mi futuro. No sabía por qué tus ojos no dejaban de evitarme. Cenamos pretendiendo que todo estaba bien. A la hora de dormir te apresuraste a fingir que dormías, pero no te creí. Apagué las luces para que no notes el rojo en mis mejillas. Apagué las luces para que no escuches mi fuerte latidos.

-Buenas noches.- dije recostándome en mi cama, mirando tu espalda.
-Buenas noches…- susurraste
-Vaya, estás despierto…- sonreí malicioso, habías caído en mi trampa.- Ryeowook… ¿Por qué… tú… es decir… por qué… me besaste?- sin embargo mis nervios me traicionaron y terminé balbuceando una pregunta incómoda.
-Quería asustarte pero resbalé y caí sobre ti. Sobre tu boca. Lo siento.- en la oscuridad de nuestra habitación no podía ver tu rostro pero juraría que estabas igual o más sonrojado que yo.
-Verás…- quise decir algo más pero te apresuraste.
-Extraño Incheon.- no sé por qué lo dijiste, pero me dolió. Me dolió que extrañes estar lejos de mí.- Extraño a mi familia… creo que si voy a Incheon podré convencer a papá de que no deje a su familia. Seguro se ha enojado porque nos vinimos sin avisarle…- no tuve valor de decirte lo que escuché el primer día que llegaste. No tuve el valor de revelarte sobre la nueva mujer de tu padre, su infidelidad y el nuevo bebé. Quizás debí hacerlo. Lo siento Ryeowook, jamás pensé que lo que viviríamos al día siguiente sería tan doloroso para ti.- ¿Me acompañas?
-Está bien. Vamos.
-Gracias.
-Solo una condición.
-¿Qu-qué? No voy a besarte de nuevo, lo prometo…- tartamudeaste nervioso a lo que me reí en la oscuridad. Besarnos, pese a ser mayor, jamás se me pasó por la cabeza. Era un niño algo precoz, creo.
-Hablaba de llevar a Ttangkoma… hace tiempo que no ve el mar.
-Ah, la tortuga… -Debí aprovechar aquella noche y pedirte un beso pero al igual que mi mascota, siempre fui algo lento.


**


Nunca pensé que un padre pudiese ser tan cruel, Jong Woon.
¿Alguna vez imaginaste que mi padre sería capaz de eso?


Incheon es la tercera ciudad más grande de Corea del Sur, al mudarse mi padre de donde solía vivir conmigo, nos fue algo difícil encontrarlo aquel día. Recuerdo que llegamos algo pasado el medio día y no dimos con su nueva dirección sino hasta entrada la tarde. Estaba nervioso, tímido, asustado mientras subíamos en el elevador hacia su nuevo departamento. Recuerdo claramente haber sentido la sensación de dejavú cuando tu mano tomó de la mía. Pese a que era la primera vez para mí, se sentía muy familiar para mis sentidos. ¿Por qué? No me miraste, solo aferraste tu mano a la mía como dándome fuerza, de forma silenciosa. Jong Woon, tú sabías de aquello ¿Cierto? Sin embargo, ninguno sospechaba de la naturaleza de mi padre. Al abrirse la puerta del elevador soltaste mi mano y sonreíste bromeando que Ttangkoma estaba celosa. Me reí contigo y luego caminamos hasta la el departamento 502. Te acercaste repentinamente a mi rostro, al verme dudando frente al timbre. Cerré los ojos esperando un beso. Los cerré a lo que sentía que mis mejillas se iban colorando frente a los calores de mi adolescencia. Mas tus labios no llegaron nunca, solo tu dedo índice que se colocó sobre la línea superior de mis labios. Reíste un poco al veme confundido ‘Me gusta tocar a las personas ahí.’- confesaste rascando tu cabeza con nervios. Luego palmeaste mi hombro y tocaste el timbre. Lo último que recuerdo es que mi padre nos abrió la puerta.


‘Yo nunca probaré bebidas alcohólicas. Lo prometo.’
Dijiste en mis brazos, herido, aquel día.


Lo que vino después de aquel mágico momento parece haber salido de una pesadilla, tu padre estaba ebrio. Totalmente alcoholizado. Ni bien lo saludamos nos gruñó. Insististe en acercarte a él pese a que te rechazaba con todo su ser. Por los modales que mamá siempre me enseñaba y por tratarse de tu padre, permanecí silente frente a sus insultos subidos de tono. Todos en Cheonan, incluso mi madre me tildan de raro, lo sé. Pero la forma en la que trataba tu padre, era cruel e hiriente. Tu mundo debió haber sido muy frío y atemorizante para ti desde la primera vez que nos conocimos ¿Verdad? Ahora entiendo ese temor álgido a tus dos años cuando tropezamos. Ahora entiendo tus miedos en la noche. Tu repentino insomnio cuando tu mamá hablaba con tu padre por teléfono. Ese hombre no solo te tildaba de raro, te hería con sus palabras. Te ofendía. No hacía falta que levante sus manos en tu contra, esas palabras golpeaban tu corazón ¿Cierto? Tú lo mirabas con miedo, con lágrimas en los ojos, a punto de explotar. Y de repente, aquel hombre me señaló y empezó a agredirme verbalmente. Lo miré  tranquilo, no pensaba perder mi poca paciencia, sin embargo, tú, quien siempre guardaba la calma, enfureciste.

-¡No lastimes a mi persona importante!- gritaste, paralizando mi cuerpo, mi mundo, mi nube, mis labios. Lo siguiente que recuerdo es tu padre tirándote una cachetada, abalanzándose sobre ti para golpearte. Todo pasó tan rápido, tan rápido que lo único a lo que atiné fue a interponer mi cuerpo entre tú y la silla que él buscaba lanzar sobre ti.
-Maldito bastardo, debiste morir antes de nacer. ¿De quién crees que es la culpa? ¿Ah?- tu padre vociferaba disparates mientras tú te abrazabas a mí. Sentía mucho dolor en mi espalda, sangraba, pero no quería que te asustes. Le prometí a tu madre nunca más asustarte y cumpliría con mi promesa. -¡Responde! ¿De quién crees que es la culpa de que tu madre y yo nos divorciemos?- en ese momento tus ojos se desorbitaron, era como si no quisieras escuchar la verdad, como si no quisieras recordarla.- Maldito homosexual, es tu culpa. Es tu culpa por haber nacido. Tu madre me dejó solo, te prefirió a ti. ¿Por qué crees que busqué otra mujer? Porque tu madre te prefería pese a que naciste fallado… Maldito bastardo, ni siquiera eres mi hijo…
-¡Cállate!- tu grito adolorido fue lo último que recuerdo. Lo siguiente que recuerdo es a tu padre y a mí cayendo contra el piso. Luchando cuerpo a cuerpo. Tu padre se posó sobre mí y me golpeó con toda su ira. Traté de defenderme pero él era más fuerte. Lo siguiente que recuerdo es escuchar tu llanto a lo lejos, cuando los golpes se detuvieron. Lo último que recuerdo es un abrazo tuyo. Pidiéndome que no te deje.

Yo no sé de dónde saque las fuerzas. No lo sé. Solo sé que empujé a mi padre, tratando de salvarte, Jong Woon. No obstante, todo se volvió turbio cuando vi salir por la ventana a mi padre y caer desde el quinto piso. Yo lo empujé. Yo lo maté. Yo lo maté. No sé cuántas horas demoraste en despertar. No sé cómo salimos del departamento. No sé nada de todo aquello. Solo sé que nos refugiamos cerca de un puerto pequeño. Una mujer de más o menos la edad de nuestras madres nos ayudó a curar tus heridas. Para cuando despertaste, sujetaba tu mano, con miedo a perderte. Llamamos a nuestras madres, las tranquilizamos diciendo que estábamos de excursión juntos. ¿Recuerdas cómo tranquilizamos nuestras temblorosas voces? Tampoco sé cómo lo hicimos. Y ahí estábamos, en la casa de una desconocida, cobijados en una pequeña habitación. La noche estaba avanzada para cuando procesamos toda la información. Para cuando recordaste haber dejado a Ttangkoma en el departamento de mi padre. Para cuando nos dimos cuenta del crimen que acabábamos de cometer. Que yo acababa de cometer.


‘Cántame para que pueda ir al mundo de los sueños.’
Susurraste abrazándote a mi pecho, Ryeowook.


Tomé de tus manos, adolorido y con el rostro golpeado acerqué mis labios a tu frente, un beso que nos sonrojó a ambos. ¿Cómo le explicaría a mamá de mis moretones? ¿Cómo afrontaríamos todo cuando descubran nuestro crimen? Porque era nuestro, tan tuyo como mío. Juro que escuché que me llamabas tu persona especial, desde ese momento no tuve más miedos. Tú me querías como yo te quería.  No tenía idea de cómo había sucedido pero finalmente dejaba se sentirme solo, porque tu corazón latía al compás del mío.

-Jong Woon… ¿Sabes qué día es hoy?- pregunté para cuando mi reloj marcó las doce.
-No… Espera, es domingo.- respondiste haciéndome reír con esa personalidad tan 4D que tenías.
-Es mi cumpleaños, babo.- reír abrazándome a él para luego empezar a llorar. Tenía tanto miedo de lo que vendría. Sentía tanta culpa de mi existencia.- Si hace quince años no hubiese nacido, mis padres serían felices hoy.
-Si no hubieses nacido hace quince años, hoy yo sería terriblemente infeliz.- susurraste acercando tu rostro al mío, me sonrojé en la oscuridad.- Quizás mañana o mejor dicho, más tarde… Todo empeore, quizás todo mejore. Pero algo sé… Hace doce años solté tu mano mientras dormía y te dejé ir, esta madrugada no cometeré el mismo error, no ahora que sé que sientes lo mismo que yo.
-¿Cómo planeas hacer eso?- bromeé tratando de alejarme al sentir muy juntos nuestros cuerpo. Sintiendo que mis hormonas empezaban a jugarme una muy mala pasada.
-Ya lo dije, sin soltar tu mano… Pero luego de ir al baño, porque me he estado aguantando un rato…- ante tu explicación estallé en risas. Esa habilidad tuya de cambiar de tema de forma repentina y de arruinar el momento siempre me encantó. Pese a que tu luego te torturabas arrepintiéndote de tus rarezas.

Lo siento Ryeowook, en aquel entonces no sabía de tus anhelos. Quizás debí quedarme a tu lado, tomando el poder de la situación. Haciéndote mío. Haciéndonos uno. Pero mientras tú tratabas de calmar tus hormonas, yo no podía dejar de pensar en mi tortuga y en ir al baño. Quizás era demasiado tonto a mis diecisiete años. Quizás no te di lo que esperabas aquella noche. Quizás estaba muy metido en mi única resolución. En aquella decisión que cambió nuestras vidas para siempre.



‘Jong Woon ¿Crees en el mundo de los sueños?’


Me preguntaste mientras salíamos de aquella casa a la mañana siguiente. Mientras caminábamos hacia un futuro lleno de lágrimas. No te respondí, solo sonreí mientras entrelazaba nuestros dedos.


Continuará…


1 comentario:

Ella quiere saber

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