Título del Fanfic: My Cloud &
Your Insomnia
Parejas: YeWook
Parejas: YeWook
Tipo: Yaoi
Capítulos: 2/4
Género: Angst,
Drama, AU.
Clasificación: Rating {M}.
Advertencias: Angst.
Descripción: Quizás
mañana comprendamos el silencio en el pasar de los días. Quizás mañana el dolor
nos regale una hermosa sonrisa.
Comentario del
Autor/a: Lo prometido es deuda(?) Este es el capítulo dos,
realmente espero que les guste. Si es muy largo, me disculpo ;; ¡Buena semana para
todos!
CAPÍTULO DOS
Quizás mañana
Quizás mañana
Jong Woon es raro.
Su habitación estaba llena de fotografías suyas, de su rostro. Cuando entré en
el pensé que se trataba de alguien muy egocéntrico. Incluso hice una broma a lo
que él simplemente me respondió con una sonrisa silenciosa.
‘Me tomo fotos a mí mismo porque siempre estoy solo, Ryeowook.’
Dije en forma de susurro aquella primera noche.
No me escuchaste porque ya dormías ¿Verdad?
Al despertar, pude
observar mejor su habitación. Tenía un
gran estante lleno de videos y discos musicales. Al parecer su pasión por la
música era igual a la mía. Frente a dónde dormimos había una gran ventana que
daba a su jardín. Y cerca a esa gran ventana había un frasco con algo dentro.
Al no poder ver bien, me acerqué en silencio. No quería despertarlo. Pero mi
intento falló ni bien toque aquel objeto. Hasta ese momento no recordaba haber
gritado tan fuerte y agudo en toda mi vida. Aquel frasco estaba lleno de bichos
¿Quién en su sano juicio colecciona bichos?
Jong Woon dio un salto gracioso de su cama y me miró asustado. Preguntó
varias veces qué sucedía, tenía los ojos desorbitados, como si se sintiera
impotente de no poder ayudarme. Su madre y la mía empezaron a tocar la puerta
alarmadas por mis gritos. Más su madre, al parecer ella consideraba muy raro a
su hijo. Recuerdo haber escuchado claramente a la ahjumma amenazarlo de no
hacerme nada raro. Asustado y con lágrimas en los ojos señalé el frasco. Jong
Woon lo recogió en silencio. Como si se castigara a sí mismo. Luego caminó a la
puerta y la abrió.
-Lo siento mamá,
Ryeowook se asustó con mi colección de insectos…- dijo con la mirada en el
suelo. Lo siento Jong Woon, jamás fue mi intención que te castiguen por mi
culpa.
-Aigo, no pasa
nada, Antonio.- mi mamá le acarició las mejillas a él. Como aliviando la
tensión en aquella habitación.- Wookie es un escandaloso.- mamá me sonrió a lo
que sonreí aliviado. Lo siento mamá, aquella mañana no noté tus ojos hinchados
¿Habías llorado mucho?
-Señora mamá de
Ryeowook…- él seguía con la mirada clavada en el piso, como sintiéndose muy
afligido por mi susto.- Le prometo que nunca más asustaré a Ryeowook.
Jong Woon, la promesa que le hiciste a mi madre aquel día, me
estremeció.
Pasaron los días,
aquella corta visita a la mejor amiga de mamá se prologó más de lo que yo
imaginaba. Sin darme cuenta dormir al lado de Jong Woon se me hizo costumbre.
Verlo salir todas las mañanas al colegio y sonreírle tímidamente a través del
espejo, también se me hizo familiar. Luego de su partida, yo bajaba a saludar a
nuestras madres. Desayunábamos juntos y luego ayudaba en la cocina. Pese a que
nunca me lo pedían yo siempre quería aprender a hacer nuevos platillos. Quizás
es porque en esas épocas soñaba con cocinarle a mis seres queridos. Su padre no
vivía con ellos y a veces venía el pequeño Jong Jin, su hermanito. Él solía
vivir con su padre en una ciudad vecina. No sé la razón a aquello, pero para
vivir separados, él y su hermano tenían una relación muy cercana. Nuestras
madres pasaban el día conversando, cocinando, yendo y viniendo del mercado. Parecían
despreocupadas, ahora que lo pienso bien, quizás sufrían en silencio.
Creo que luego de
tres semanas conocí a Ttangkoma. Iba mirando las hermosas flores de Cheonan
cuando tropecé con lo que parecía ser una piedra. Miré asustado mi rodilla a lo
que noté que sangraba. Quise llorar pero al ver a Jong Woon acercarse, más asustado
que yo, me aguanté las lágrimas. Me miró con miedo, en ese entonces pensaba que
él solo temía por los castigos de su mamá. Nunca vi que sus ojos solo buscaban
cuidarme. Tomó de mi mano, dejavú. Tomó de mi mano, escalofríos recorriendo mi
espalda. Tomó de mi mano, un sonrojo inesperado y escandaloso en mis mejillas.
Lo miré levantarme en silencio, limpiar mi rodilla y preguntar si estaba bien.
Asentí en silencio mientras escondía mis ojos de los suyos. Un extraño
nerviosismo en mí generaba un vacío en mi estómago y yo no estaba preparado
para afrontar eso. Miré hacia otro lado y descubrí que aquella ‘piedra’
caminaba. Di un salto asustado a lo que Jong Woon se agachó a mirar aquello.
Recuerdo haber pensado que se trataba de otra de sus extrañas colecciones.
-Ttangkoma, debes
tener cuidado cuando cruzas el camino de los demás.- le habló a aquella cosa
que se movía lentamente. Quise gritar pero no lo hice. No quería que lo vuelvan
a regañar.- Es Ttangkoma, mi tortuga… pido disculpas por ella.- dijo perdido en
el lento caminar de su mascota.
-¿Tu mascota es una
tortuga? ¿Por qué?- lo interrogué, una persona normal compraría un cachorro o
algo así.
-Le pedí a mamá una
mascota porque me sentía solo cuando se llevaron a Jong Jin. Compró a Ttangkoma
pero ahora me siento más solo. Solo sabe caminar, lento.
-Quizás mañana no
te sientas solo.- él sonrió de lado, melancólico. Jong Woon ¿Por qué te sentí
tan triste aquel día? No lo pensé bien, solo me acerqué a ti, aún estabas en
agachado, me apoyé sobre ti y formé un abrazo. Aquel día quise cuidarte. Te
veías tan pequeño, tan indefenso, tan inocente.
‘Ryeowook, el mundo es frío y atemorizante.’
Pensé dentro de aquel abrazo, nuestro primer abrazo.
Aquel día fue el
último día de verano. Luego de aquel abrazo el otoño nos embargó tanto como
pudo. Aquel abrazo fue el mejor recuerdo que tengo de aquel año. Ni tú, ni yo
sospechábamos lo que vendría en los siguientes días ¿Vedad, Ryeowook? A la
mañana siguiente tu madre y la mía nos dijeron que te quedarías a vivir aquí,
en Cheonan. Ya estaban tramitando tu cambio de escuela y pronto irías a la
misma secundaria que yo. Mi corazón se alegró mucho pese a que no estaríamos en
el mismo salón. Pese a que vivíamos juntos desde hace algún tiempo, nosotros
rara vez conversábamos. Te sentía distante, pero era incapaz de hacer algo por
acercarnos. Me ponías nervioso, esa es la verdad.
Me coloqué el
uniforme que te veía usar cada mañana. Salí de casa seguido por ti. Caminamos
por los mismos senderos llenos de viñedos y plantíos de pera china. En
silencio. Aquella mañana, a mis catorce años había recibido la peor noticia de
mi vida. Mis padres se estaban divorciando. Mi corazón dolía, sentía que si te
tenía cerca iba a llorar como un bebé. Me sentía tan vulnerable que prefería
alejarte a sentirme tan dolido. Lo siento, Jong Woon. Yo era incapaz de manejar
mis emociones en aquellos años tempranos. No era consciente cuánto daño te
estaba haciendo con mi sola distancia.
‘Jong Woon, finge que no me conoces en el colegio.’
Dijiste cuando entramos a aquel lugar.
No pregunté, obedecí.
Me dolió. Me dolió
tanto que tuve que saltarme la primera clase para ir a la azotea de mi pabellón
a despejar mis pensamientos. ¿Por qué mi primer amor era tan cruel? Incluso
sabiéndote en el mismo lugar, aquel día me sentí muy solo. Quizás tú también me
considerabas un raro. Quizás tu adolescencia y la separación de tus padres te
hicieron hablar. No lo sé. No pensé en volver a clases pero el tutor me
descubrió tirado en el piso de la terraza. Tuve que ir a clases y luego salir a
la hora del almuerzo. Hice lo de siempre. Tomé mi comida y caminé hacia las
bancas más alejadas, detrás del gimnasio, donde casi nadie iba, desde donde se
podía ver el parque Samgeori. Cuántas veces soñé en ir ahí contigo. Comí lentamente,
perdido en mis nubes mentales, perdido en esa gran nube llamada Ryeowook. A lo
lejos escuchaba a algunas personas pasar y hablar de mí, como siempre. Pero los
ignoraba mientras miraba aquella mañana de otoño llegar a su fin.
-Dicen que
colecciona bichos. Que espeluznante. ¿En serio vives en su casa?- me preguntó
aquel chico que no me dejó de hablar desde que llegué a ese salón. Asentí en
silencio a lo que los demás me miraron asombrados.
-¿No te da miedo?
Tiene un aura extraña, como se asesino.-Realmente me disgustó cómo se
expresaban de Jong Woon pero solo sonreí nervioso.
-Escuché que habla
solo y que a veces sale con una piedra en la mano.- intervino una chica menor
que todos nosotros.
-No es una piedra,
es Ttangkoma, su tortuga.- lo defendí a lo que todos pensaron que era una
broma. Me llamaron ingenioso y siguieron riendo.
-Lo acabo de ver
donde siempre, comiendo solo, mirando el parque Samgeori. ¿En casa es igual de
autista?- me preguntan a lo que me siento aturdido.
-Es una gran
persona, es muy tierno y cuidadoso con su madre. No deberían hablar de él si no
lo conocen.- les dije serio antes de levantarme de mi asiento, dispuesto a ir a
buscarlo. A pedirle disculpas. No obstante el almuerzo había terminado, a
través de la ventana te vi llegar a tu pabellón, solo. ¿Cómo es que podías
estar tan solo en aquellos días?
Pasaron los días y
todo siguió igual. Me sentía solo, como siempre; enamorado de él, como siempre.
Caminábamos distanciados cada mañana, regresábamos por separado a casa. Casi no
cruzábamos palabras. Mi mamá y su mamá lucían muy afligidas por lo cual yo
procuraba no causar problemas. Tomaba a Ttangkoma y la llevaba de paseo, donde
el viento nos lleve. Donde el silencio nos acompañe. Donde nadie nos señale y
llame raros. Recuerdo vívidamente haber terminado sentado frente al templo
budista Gagwonsa, perdido en mis pensamientos. Mirando el anaranjado atardecer
de aquel solitario otoño. Recuerdo que un monje se me acercó y yo solo le dije
que era católico antes de seguir mi camino. Alzando a Ttangkoma para que sienta
el viento en su rosto, para que sienta lo que es ir rápido al menos una vez en
su vida. Recuerdo haber estado perdido durante horas en un vasto campo de
árboles de peras. Sintiendo el fresco viento sobre mi piel cerré los ojos.
Estaba cansado de observar solo a un tortuga. Cerré los ojos y te imaginé. Te
imaginé, Ryeowook. Yo no sé en qué momento, en qué momento empecé a cantar.
Aquella anaranjada
tarde en la que lo seguí, fue la primera vez que escuché su voz al cantar. Escondido
detrás de un jardín de peras, conocí tu voz, Jong Woon. Aquel día, observando
tu pasión por algo que realmente amabas, te empecé a amar. Y ahí estabas, con
los ojos cerrados, entonando aquella hermosa melodía llamada Gray Paper. ¿Eras
consciente del arte que haces con tu voz? Juro que cerré los ojos unos segundos
para sentir que tu voz me envolvía aquella tarde de otoño. Al abrirlos seguías
ahí, entonando esa canción. Sintiendo cada palabra, sintiendo cada nota de
aquel improvisado concierto a capela. Un paso, luego dos pasos, finalmente tres
pasos. Estaba frente a ti pero tú estabas tan metido en la música que no
notaste mi cercanía. Un paso, luego dos, me puse de puntas, un beso. Nuestro
primer beso. Yo no sé qué hiciste aquel día con mi timidez, estaba tan envuelto
en tus melodías que los miedos se me fueron. Mis labios solo querían tocar los
tuyos, sentir su vibrar al entonar tan hermosa canción. Abriste los ojos
asustado a lo que retrocedí. Cubriste tus labios con asombro. De repente te
habías vuelto mudo. Quise decir algo, quizás debí hacerlo. No obstante solo
giré y empecé a correr. Lejos de ti. Con tu tortuga en mano, me seguiste
durante casi una hora. Si alguien del colegio nos hubiese visto, habría
iniciado un nuevo rumor sobre ti. Seguramente dirían que persigues personas con
una piedra. Pero nada de eso te importaba ¿Verdad? Tu solo querías que explique
ese beso que te robé.
‘Aunque yo sufra o mi corazón rompas,
siempre serás el único a quien amaré.
Juré en silencio aquella tarde.
Para cuando te
detuve la noche nos embriagaba. Mi respiración agitada no me dejó preguntar
nada durante varios minutos. Para cuando pude hablar, nuestras mamás se nos
acercaban. Me miraste nervioso, sonrojado, asustado. Te miré confundido,
aturdido, enamorado. ¿Ryeowook por qué me besaste aquella tarde? Incluso ahora
soy ajeno a lo que te motivó a dar ese primer paso a tus cortos catorce años.
Cenamos en silencio, escuchando a tu mamá decir que ya había conseguido
trabajo. Cenamos escuchando a mi mamá hablar de mi futuro. No sabía por qué tus
ojos no dejaban de evitarme. Cenamos pretendiendo que todo estaba bien. A la
hora de dormir te apresuraste a fingir que dormías, pero no te creí. Apagué las
luces para que no notes el rojo en mis mejillas. Apagué las luces para que no
escuches mi fuerte latidos.
-Buenas noches.-
dije recostándome en mi cama, mirando tu espalda.
-Buenas noches…-
susurraste
-Vaya, estás
despierto…- sonreí malicioso, habías caído en mi trampa.- Ryeowook… ¿Por qué…
tú… es decir… por qué… me besaste?- sin embargo mis nervios me traicionaron y
terminé balbuceando una pregunta incómoda.
-Quería asustarte
pero resbalé y caí sobre ti. Sobre tu boca. Lo siento.- en la oscuridad de
nuestra habitación no podía ver tu rostro pero juraría que estabas igual o más
sonrojado que yo.
-Verás…- quise
decir algo más pero te apresuraste.
-Extraño Incheon.-
no sé por qué lo dijiste, pero me dolió. Me dolió que extrañes estar lejos de
mí.- Extraño a mi familia… creo que si voy a Incheon podré convencer a papá de que
no deje a su familia. Seguro se ha enojado porque nos vinimos sin avisarle…- no
tuve valor de decirte lo que escuché el primer día que llegaste. No tuve el
valor de revelarte sobre la nueva mujer de tu padre, su infidelidad y el nuevo
bebé. Quizás debí hacerlo. Lo siento Ryeowook, jamás pensé que lo que
viviríamos al día siguiente sería tan doloroso para ti.- ¿Me acompañas?
-Está bien. Vamos.
-Gracias.
-Solo una
condición.
-¿Qu-qué? No voy a
besarte de nuevo, lo prometo…- tartamudeaste nervioso a lo que me reí en la
oscuridad. Besarnos, pese a ser mayor, jamás se me pasó por la cabeza. Era un
niño algo precoz, creo.
-Hablaba de llevar
a Ttangkoma… hace tiempo que no ve el mar.
-Ah, la tortuga…
-Debí aprovechar aquella noche y pedirte un beso pero al igual que mi mascota,
siempre fui algo lento.
**
Nunca pensé que un padre pudiese ser tan cruel, Jong Woon.
¿Alguna vez imaginaste que mi padre sería capaz de eso?
Incheon es la
tercera ciudad más grande de Corea del Sur, al mudarse mi padre de donde solía
vivir conmigo, nos fue algo difícil encontrarlo aquel día. Recuerdo que
llegamos algo pasado el medio día y no dimos con su nueva dirección sino hasta
entrada la tarde. Estaba nervioso, tímido, asustado mientras subíamos en el
elevador hacia su nuevo departamento. Recuerdo claramente haber sentido la
sensación de dejavú cuando tu mano tomó de la mía. Pese a que era la primera
vez para mí, se sentía muy familiar para mis sentidos. ¿Por qué? No me miraste,
solo aferraste tu mano a la mía como dándome fuerza, de forma silenciosa. Jong
Woon, tú sabías de aquello ¿Cierto? Sin embargo, ninguno sospechaba de la
naturaleza de mi padre. Al abrirse la puerta del elevador soltaste mi mano y
sonreíste bromeando que Ttangkoma estaba celosa. Me reí contigo y luego caminamos
hasta la el departamento 502. Te acercaste repentinamente a mi rostro, al verme
dudando frente al timbre. Cerré los ojos esperando un beso. Los cerré a lo que
sentía que mis mejillas se iban colorando frente a los calores de mi
adolescencia. Mas tus labios no llegaron nunca, solo tu dedo índice que se
colocó sobre la línea superior de mis labios. Reíste un poco al veme confundido
‘Me gusta tocar a las personas ahí.’- confesaste rascando tu cabeza con
nervios. Luego palmeaste mi hombro y tocaste el timbre. Lo último que recuerdo
es que mi padre nos abrió la puerta.
‘Yo nunca probaré bebidas alcohólicas. Lo prometo.’
Dijiste en mis brazos, herido, aquel día.
Lo que vino después
de aquel mágico momento parece haber salido de una pesadilla, tu padre estaba
ebrio. Totalmente alcoholizado. Ni bien lo saludamos nos gruñó. Insististe en
acercarte a él pese a que te rechazaba con todo su ser. Por los modales que
mamá siempre me enseñaba y por tratarse de tu padre, permanecí silente frente a
sus insultos subidos de tono. Todos en Cheonan, incluso mi madre me tildan de
raro, lo sé. Pero la forma en la que trataba tu padre, era cruel e hiriente. Tu
mundo debió haber sido muy frío y atemorizante para ti desde la primera vez que
nos conocimos ¿Verdad? Ahora entiendo ese temor álgido a tus dos años cuando
tropezamos. Ahora entiendo tus miedos en la noche. Tu repentino insomnio cuando
tu mamá hablaba con tu padre por teléfono. Ese hombre no solo te tildaba de
raro, te hería con sus palabras. Te ofendía. No hacía falta que levante sus
manos en tu contra, esas palabras golpeaban tu corazón ¿Cierto? Tú lo mirabas
con miedo, con lágrimas en los ojos, a punto de explotar. Y de repente, aquel
hombre me señaló y empezó a agredirme verbalmente. Lo miré tranquilo, no pensaba perder mi poca
paciencia, sin embargo, tú, quien siempre guardaba la calma, enfureciste.
-¡No lastimes a mi
persona importante!- gritaste, paralizando mi cuerpo, mi mundo, mi nube, mis
labios. Lo siguiente que recuerdo es tu padre tirándote una cachetada,
abalanzándose sobre ti para golpearte. Todo pasó tan rápido, tan rápido que lo
único a lo que atiné fue a interponer mi cuerpo entre tú y la silla que él
buscaba lanzar sobre ti.
-Maldito bastardo,
debiste morir antes de nacer. ¿De quién crees que es la culpa? ¿Ah?- tu padre
vociferaba disparates mientras tú te abrazabas a mí. Sentía mucho dolor en mi
espalda, sangraba, pero no quería que te asustes. Le prometí a tu madre nunca
más asustarte y cumpliría con mi promesa. -¡Responde! ¿De quién crees que es la
culpa de que tu madre y yo nos divorciemos?- en ese momento tus ojos se
desorbitaron, era como si no quisieras escuchar la verdad, como si no quisieras
recordarla.- Maldito homosexual, es tu culpa. Es tu culpa por haber nacido. Tu
madre me dejó solo, te prefirió a ti. ¿Por qué crees que busqué otra mujer?
Porque tu madre te prefería pese a que naciste fallado… Maldito bastardo, ni
siquiera eres mi hijo…
-¡Cállate!- tu
grito adolorido fue lo último que recuerdo. Lo siguiente que recuerdo es a tu
padre y a mí cayendo contra el piso. Luchando cuerpo a cuerpo. Tu padre se posó
sobre mí y me golpeó con toda su ira. Traté de defenderme pero él era más
fuerte. Lo siguiente que recuerdo es escuchar tu llanto a lo lejos, cuando los
golpes se detuvieron. Lo último que recuerdo es un abrazo tuyo. Pidiéndome que
no te deje.
Yo no sé de dónde
saque las fuerzas. No lo sé. Solo sé que empujé a mi padre, tratando de
salvarte, Jong Woon. No obstante, todo se volvió turbio cuando vi salir por la
ventana a mi padre y caer desde el quinto piso. Yo lo empujé. Yo lo maté. Yo lo
maté. No sé cuántas horas demoraste en despertar. No sé cómo salimos del
departamento. No sé nada de todo aquello. Solo sé que nos refugiamos cerca de
un puerto pequeño. Una mujer de más o menos la edad de nuestras madres nos
ayudó a curar tus heridas. Para cuando despertaste, sujetaba tu mano, con miedo
a perderte. Llamamos a nuestras madres, las tranquilizamos diciendo que estábamos
de excursión juntos. ¿Recuerdas cómo tranquilizamos nuestras temblorosas voces?
Tampoco sé cómo lo hicimos. Y ahí estábamos, en la casa de una desconocida,
cobijados en una pequeña habitación. La noche estaba avanzada para cuando
procesamos toda la información. Para cuando recordaste haber dejado a Ttangkoma
en el departamento de mi padre. Para cuando nos dimos cuenta del crimen que acabábamos
de cometer. Que yo acababa de cometer.
‘Cántame para que pueda ir al mundo de los sueños.’
Susurraste abrazándote a mi pecho, Ryeowook.
Tomé de tus manos,
adolorido y con el rostro golpeado acerqué mis labios a tu frente, un beso que
nos sonrojó a ambos. ¿Cómo le explicaría a mamá de mis moretones? ¿Cómo afrontaríamos
todo cuando descubran nuestro crimen? Porque era nuestro, tan tuyo como mío.
Juro que escuché que me llamabas tu persona especial, desde ese momento no tuve
más miedos. Tú me querías como yo te quería. No tenía idea de cómo había sucedido pero
finalmente dejaba se sentirme solo, porque tu corazón latía al compás del mío.
-Jong Woon… ¿Sabes
qué día es hoy?- pregunté para cuando mi reloj marcó las doce.
-No… Espera, es
domingo.- respondiste haciéndome reír con esa personalidad tan 4D que tenías.
-Es mi cumpleaños,
babo.- reír abrazándome a él para luego empezar a llorar. Tenía tanto miedo de
lo que vendría. Sentía tanta culpa de mi existencia.- Si hace quince años no
hubiese nacido, mis padres serían felices hoy.
-Si no hubieses
nacido hace quince años, hoy yo sería terriblemente infeliz.- susurraste
acercando tu rostro al mío, me sonrojé en la oscuridad.- Quizás mañana o mejor
dicho, más tarde… Todo empeore, quizás todo mejore. Pero algo sé… Hace doce
años solté tu mano mientras dormía y te dejé ir, esta madrugada no cometeré el
mismo error, no ahora que sé que sientes lo mismo que yo.
-¿Cómo planeas
hacer eso?- bromeé tratando de alejarme al sentir muy juntos nuestros cuerpo.
Sintiendo que mis hormonas empezaban a jugarme una muy mala pasada.
-Ya lo dije, sin
soltar tu mano… Pero luego de ir al baño, porque me he estado aguantando un
rato…- ante tu explicación estallé en risas. Esa habilidad tuya de cambiar de
tema de forma repentina y de arruinar el momento siempre me encantó. Pese a que
tu luego te torturabas arrepintiéndote de tus rarezas.
Lo siento Ryeowook,
en aquel entonces no sabía de tus anhelos. Quizás debí quedarme a tu lado, tomando
el poder de la situación. Haciéndote mío. Haciéndonos uno. Pero mientras tú
tratabas de calmar tus hormonas, yo no podía dejar de pensar en mi tortuga y en
ir al baño. Quizás era demasiado tonto a mis diecisiete años. Quizás no te di
lo que esperabas aquella noche. Quizás estaba muy metido en mi única
resolución. En aquella decisión que cambió nuestras vidas para siempre.
‘Jong Woon ¿Crees en el mundo de los sueños?’
Me preguntaste mientras
salíamos de aquella casa a la mañana siguiente. Mientras caminábamos hacia un
futuro lleno de lágrimas. No te respondí, solo sonreí mientras entrelazaba
nuestros dedos.
Continuará…
opoooooo... interesante oooo
ResponderEliminarowo