Titulo: Always Togehter
Fandom: Super Junior
Parejas: Kangteuk
Clasificación: Angst
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.
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Always together
“Siempre estaremos juntos…”
Dijo una mañana en la que mis ojos sólo podían fijarse en él. Sonrió de la forma más perfecta que puedo recordar, se acomodó entre mis brazos y cerrando los ojos susurró mi nombre antes de quedar profundamente dormido. Sonrió entre sueños, como si hubiese soñado conmigo, como si hubiera prolongado aquel acto puro de amor; el cual, a partir de aquel día, repetimos incesantemente hasta que el alma se nos agotó.
Y sus palabras no fueron mentira, pues siempre estamos juntos; como él prometió, pero algunas veces solo nuestros cuerpos están juntos, pues el alma se ha cansado; los ojos ya no contemplan y los labios ya no sienten aquel fuego que solían abrigar cuando nos besábamos apasionadamente, mientras el amor se desbordaba de nuestra piel.
No, ya no sentimos eso. Esa es una verdad que parece mentira.
Mi líder, sí, mi líder, pues incluso ahora puedo decir que sólo me pertenece a mí. Aquella persona de la que me enamoré, ¿Sigue siendo la misma luego de tanto tiempo? ¿Puede decir qué no ha cambiado? Me temo que yo sí he cambiado.
Existen otras personas, y eso no podemos negarlo; muchos con los que he salido, muchos con los que él ha coqueteado; tantos como para asesinar tácitamente un corazón profundamente enamorado. ¿Podemos decir, entonces, que nuestro amor fue una mentira? ¿Cuándo dejó de ser real?
Y duele en lo profundo, hiere el orgullo, mata la esperanza.
Me levanto del sofá, sintiéndome sofocado por su mirada evasiva, camino en círculos mirando mis manos, tranquilizando mi respiración. Está ausente, pues detrás de aquella postura tranquila algo le inquieta; de seguro da vueltas y vueltas a aquello que quiere decir, a aquello que quiere que yo diga. Espera, en ese letargo silencioso, que yo dé el primer paso, espera y espera; se abstrae en sus pensamientos; y vuelve a esperar.
Miró mis manos, las estrujo lentamente pues siento frío, un frío inexplicable, tan parecido al del corazón, que me aterra. Puedo afirmar que se nota que mis rodillas tiemblan, tanto como el corazón cuando agita. Y vuelvo a mirarlo, sigue estático, ausente. Ausente como las caricias que un día cesaron, ausente como aquella emoción que generábamos al mirarnos, ausente como aquel amor que solíamos sentir.
Desespera, cansa, agobia… mata.
No puedo decir que el trabajo nos alejó, pues ni siquiera siendo parte del mismo grupo nos alejaron en subunidades. No, la culpa no ha sido de nadie más que de nosotros. Pretendimos luchar por un sueño que quizás no era el indicado, quizás nuestro único sueño verdadero fue el estar juntos. Ahora soñamos con separarnos definitivamente. Puedo olerlo en su piel, él ya no siente lo mismo. Puedo presentirlo. Puedo predecirlo.
Y dijo tantas cosas bellas para el oído, tantas que ya no puedo recordarlas todas. Tantas y pensar que las creí todas; pensar que yo dije casi lo mismo. ¿Dónde hemos dejado ese pasado tan brillante? ¿Cómo es que hemos terminado en semejante oscuridad? Me duele el pecho; quizás son los trozos punzo cortantes de un corazón roto en mil y un piezas. Lento, luego rápido, y de nuevo lento y de nuevo rápido. Mi corazón se precipita ahogando en mi garganta aquella palabra que tanto desea escuchar. ¿Cómo es que duele tanto si es lo que ambos deseamos? ¿Cómo es que aún no soy capaz de decirlo? El corazón se detiene, llora en silencio, llora por quienes han dejado de sentir.
Silencio que estremece, silencio que duele.
Me acerco a él, lento, como si fuera una muerte segura estar centímetros cerca. Llevó una de mis manos hacia su rostro y casi sin sentir su piel acaricio un mechón de cabello que cubre parte de su ojo derecho. Quiero que me mire, quiero que el me ahorre el trabajo de terminar.
Sigue estático, ausente. Con la mirada perdida en la pared, como intentando desaparecer, quizás escapar. ¿Acaso se puede escapar a esto? De repente, de sus ojos nace una lágrima, pequeña, casi agonizante, se desliza lento hasta llegar a su mejilla para luego precipitarse hasta la comisura de sus labios. Uno de mis dedos desobedece a los mandatos de mi cerebro y se arrastra por los latidos de mi corazón para secar aquella lágrima. ¿Por qué duele tanto?
Te has hecho noche y has fluido de mis ojos en forma de lluvia.
¿Recuerdas lo que hemos sido? ¿Puedes? Dejas de llorar para luego mirarme asustado. Te sonrío, no puedo hacer otra cosa. ¿Recuerdas cuando tú aliviabas mis dolores? ¿Recuerdas cuando te cuidaba? Pero nos cansamos, llegamos al límite de nuestros corazones y terminamos siendo dos extraños en una relación deteriorada.
“Saranghae”
Lo dijiste una vez y solo aquella vez te creí, luego lo repetiste tantas veces que termine por acostumbrarme. Comencé a perder ese vacío que sentí la primera vez que lo dijiste entre mis brazos. ¿Lo recuerdas? Te pusiste todo colorado, acabábamos de hacer el amor, y con aquella voz sensual y aquellos cabellos despeinados lo susurraste en mi oído izquierdo. Aquellas palabras de amor que hicieron que una corriente eléctrica recorriera toda mi espalda, cual trueno; tan fuerte y repentino como la muerte de nuestros sentimientos.
Me siento a tu lado, respiro profundo y repito aquella promesa que una vez dijiste hace mucho tiempo atrás: siempre estaremos juntos. Tomo de sus manos, las acerco a mis labios, las beso levemente. Vuelvo a buscar sus ojos, están rojos, vuelven a escapársele algunas lágrimas. Esta vez le acompaño: lloro con él, lloro por él. Acaricio sus cabellos, beso sus mejillas, beso su frente y le susurro aquello que debemos escuchar ambos.
Es el fin, no porque yo lo quiera, no porque el ya no me ame; es porque ambos lo necesitamos. Necesitamos estar lejos el uno del otro. Necesitamos vivir por nosotros mismos y respirar sólo por nosotros. No puedo escuchar lo que dice, sólo sé que habla de que me quiere. Lo sé, lo siento, yo también lo quiero. Se lo hago saber, pero el cariño y el amor son dos cosas totalmente diferentes, están relacionadas, pero no son lo mismo. No se puede decir que es lo mismo querer a alguien y amarlo. La intensidad no es la misma. Y si queremos volver a amarnos como alguna vez lo hicimos, lo mejor es separarnos por un tiempo indefinido. Siempre estaremos juntos, pues Dios nos ha colocado en la misma línea de tiempo, en el mismo destino, en el mismo futuro. Pero es mejor, de momento ser sólo amigos. Llora, me duele. Lloro, le duele. Lloramos, nos duele. Beso sus mejillas para luego levantarme de aquella silla. Camino hasta la puerta y levantando la mano me despido.
“Siempre estaremos juntos, Leeteuk”
Le repito, desde la puerta, antes de salir por completo.
“Siempre estaremos juntos, Kangin…”
Le escuchó tras cerrar la puerta.
Y sus palabras no fueron mentira, pues siempre estamos juntos; como él prometió, pero algunas veces solo nuestros cuerpos están juntos, pues el alma se ha cansado; los ojos ya no contemplan y los labios ya no sienten aquel fuego que solían abrigar cuando nos besábamos apasionadamente, mientras el amor se desbordaba de nuestra piel.
No, ya no sentimos eso. Esa es una verdad que parece mentira.
Mi líder, sí, mi líder, pues incluso ahora puedo decir que sólo me pertenece a mí. Aquella persona de la que me enamoré, ¿Sigue siendo la misma luego de tanto tiempo? ¿Puede decir qué no ha cambiado? Me temo que yo sí he cambiado.
Existen otras personas, y eso no podemos negarlo; muchos con los que he salido, muchos con los que él ha coqueteado; tantos como para asesinar tácitamente un corazón profundamente enamorado. ¿Podemos decir, entonces, que nuestro amor fue una mentira? ¿Cuándo dejó de ser real?
Y duele en lo profundo, hiere el orgullo, mata la esperanza.
Me levanto del sofá, sintiéndome sofocado por su mirada evasiva, camino en círculos mirando mis manos, tranquilizando mi respiración. Está ausente, pues detrás de aquella postura tranquila algo le inquieta; de seguro da vueltas y vueltas a aquello que quiere decir, a aquello que quiere que yo diga. Espera, en ese letargo silencioso, que yo dé el primer paso, espera y espera; se abstrae en sus pensamientos; y vuelve a esperar.
Miró mis manos, las estrujo lentamente pues siento frío, un frío inexplicable, tan parecido al del corazón, que me aterra. Puedo afirmar que se nota que mis rodillas tiemblan, tanto como el corazón cuando agita. Y vuelvo a mirarlo, sigue estático, ausente. Ausente como las caricias que un día cesaron, ausente como aquella emoción que generábamos al mirarnos, ausente como aquel amor que solíamos sentir.
Desespera, cansa, agobia… mata.
No puedo decir que el trabajo nos alejó, pues ni siquiera siendo parte del mismo grupo nos alejaron en subunidades. No, la culpa no ha sido de nadie más que de nosotros. Pretendimos luchar por un sueño que quizás no era el indicado, quizás nuestro único sueño verdadero fue el estar juntos. Ahora soñamos con separarnos definitivamente. Puedo olerlo en su piel, él ya no siente lo mismo. Puedo presentirlo. Puedo predecirlo.
Y dijo tantas cosas bellas para el oído, tantas que ya no puedo recordarlas todas. Tantas y pensar que las creí todas; pensar que yo dije casi lo mismo. ¿Dónde hemos dejado ese pasado tan brillante? ¿Cómo es que hemos terminado en semejante oscuridad? Me duele el pecho; quizás son los trozos punzo cortantes de un corazón roto en mil y un piezas. Lento, luego rápido, y de nuevo lento y de nuevo rápido. Mi corazón se precipita ahogando en mi garganta aquella palabra que tanto desea escuchar. ¿Cómo es que duele tanto si es lo que ambos deseamos? ¿Cómo es que aún no soy capaz de decirlo? El corazón se detiene, llora en silencio, llora por quienes han dejado de sentir.
Silencio que estremece, silencio que duele.
Me acerco a él, lento, como si fuera una muerte segura estar centímetros cerca. Llevó una de mis manos hacia su rostro y casi sin sentir su piel acaricio un mechón de cabello que cubre parte de su ojo derecho. Quiero que me mire, quiero que el me ahorre el trabajo de terminar.
Sigue estático, ausente. Con la mirada perdida en la pared, como intentando desaparecer, quizás escapar. ¿Acaso se puede escapar a esto? De repente, de sus ojos nace una lágrima, pequeña, casi agonizante, se desliza lento hasta llegar a su mejilla para luego precipitarse hasta la comisura de sus labios. Uno de mis dedos desobedece a los mandatos de mi cerebro y se arrastra por los latidos de mi corazón para secar aquella lágrima. ¿Por qué duele tanto?
Te has hecho noche y has fluido de mis ojos en forma de lluvia.
¿Recuerdas lo que hemos sido? ¿Puedes? Dejas de llorar para luego mirarme asustado. Te sonrío, no puedo hacer otra cosa. ¿Recuerdas cuando tú aliviabas mis dolores? ¿Recuerdas cuando te cuidaba? Pero nos cansamos, llegamos al límite de nuestros corazones y terminamos siendo dos extraños en una relación deteriorada.
“Saranghae”
Lo dijiste una vez y solo aquella vez te creí, luego lo repetiste tantas veces que termine por acostumbrarme. Comencé a perder ese vacío que sentí la primera vez que lo dijiste entre mis brazos. ¿Lo recuerdas? Te pusiste todo colorado, acabábamos de hacer el amor, y con aquella voz sensual y aquellos cabellos despeinados lo susurraste en mi oído izquierdo. Aquellas palabras de amor que hicieron que una corriente eléctrica recorriera toda mi espalda, cual trueno; tan fuerte y repentino como la muerte de nuestros sentimientos.
Me siento a tu lado, respiro profundo y repito aquella promesa que una vez dijiste hace mucho tiempo atrás: siempre estaremos juntos. Tomo de sus manos, las acerco a mis labios, las beso levemente. Vuelvo a buscar sus ojos, están rojos, vuelven a escapársele algunas lágrimas. Esta vez le acompaño: lloro con él, lloro por él. Acaricio sus cabellos, beso sus mejillas, beso su frente y le susurro aquello que debemos escuchar ambos.
Es el fin, no porque yo lo quiera, no porque el ya no me ame; es porque ambos lo necesitamos. Necesitamos estar lejos el uno del otro. Necesitamos vivir por nosotros mismos y respirar sólo por nosotros. No puedo escuchar lo que dice, sólo sé que habla de que me quiere. Lo sé, lo siento, yo también lo quiero. Se lo hago saber, pero el cariño y el amor son dos cosas totalmente diferentes, están relacionadas, pero no son lo mismo. No se puede decir que es lo mismo querer a alguien y amarlo. La intensidad no es la misma. Y si queremos volver a amarnos como alguna vez lo hicimos, lo mejor es separarnos por un tiempo indefinido. Siempre estaremos juntos, pues Dios nos ha colocado en la misma línea de tiempo, en el mismo destino, en el mismo futuro. Pero es mejor, de momento ser sólo amigos. Llora, me duele. Lloro, le duele. Lloramos, nos duele. Beso sus mejillas para luego levantarme de aquella silla. Camino hasta la puerta y levantando la mano me despido.
“Siempre estaremos juntos, Leeteuk”
Le repito, desde la puerta, antes de salir por completo.
“Siempre estaremos juntos, Kangin…”
Le escuchó tras cerrar la puerta.
Fin
bien, pues creo que ya casi termino de leer tus fics, que me han gustado mucho en verdad, incluso e leido los de parejas que como que no se me dan mucho pero muy bien, permiteme felicitarte por todo tu blog muy bueno en verdad, sigue publicando y estare viendolo para ver tus actualizaciones y prometo seguir dejando comentarios.
ResponderEliminarGambatte.
A y por último yo creo que debes de tener mucha musica de suju y tvxq pero si quieres más con gusto te mado, tambien tengo de big bang y shainee o ka-tun ^-^
TT_TT Muy Triste Pero Es Una Realidad.
ResponderEliminarAveces El Fuego Se Apaga Y Ya No Queda Mas Nada u_u