Titulo: Sex & Candy (AKA Sendy)
Capitulo: 04
Fandom: Super Junior, SHINee, TRAX
Parejas: Sichul / Varias
Clasificación: Angst / Au / Lemon
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.
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Capitulo 4:
Desde ya algunos meses atrás sospechaba de su padre, de la nada empezó a quedarse más tiempo en su trabajo y algunas noches ya no llegaba a dormir. Su madre lucía bastante serena ante la actitud de su progenitor, algo que lo enojaba muchísimo. Aquella noche había quedado con sus padres para cenar, sin embargo su madre le llamó horas antes para decirle que papá no llegaría pero que de todas formas lo quería ver. El chico de origen chino le pidió a su madre que lo espere un poco pues estaba aún algo lejos de casa. Mintió, estaba a dos cuadras de ella, dio media vuelta con su auto y se dirigió casi instintivamente hasta el trabajo de su padre. Nadie le prohibió la entrada pues era el hijo del dueño de aquella pequeña y prospera empresa. Con forme iba caminando entre los módulos de aquellos oficinistas notó que solo había una luz encendida: el despacho de su padre. Cuando estuvo a escasos centímetros de la puerta escuchó ciertos gemidos que lo alarmaron. Era una voz algo tierna, como la de alguien muy joven, acompañada de la ronca voz de su padre. Entreabrió la puerta para observar lo que sucedía ahí. Sus ojos se abrieron de par en par cuando descubrió aquella escena.
Un chiquillo de aproximadamente unos dieciocho años estaba tendido en el suelo con los ojos cerrados y mordiendo su labio inferior como reprimiendo algún grito desesperado. Totalmente desnudo, su cuerpo lucía delicado pero no menos varonil, sus cabellos eran algo largos en la parte del cerquillo y ante la “acción” estos caían sobre sus ojos, que estaban cerrados como si intentara pensar en todo menos en lo que sucedía a sus espaldas. Sobre él estaba su padre, embistiéndolo agitadamente, las enormes mejillas de aquel chico estaban bastante sonrojadas lo cual contrastaba con su pálida piel que era adornada por algunas gotas de sudor. Hangeng se quedó petrificado ante tal escena, ¿Su padre era gay?, no eso no era malo, lo malo era que su padre engañaba a su madre con un chiquillo que incluso era menor que él. Sintió rabia, asco, quería entrar y golpearlos a ambos pero prefirió guardar silencio. Ya vería la forma de solucionar aquel “problema” familiar. Cuando estaba por irse escuchó a su padre susurrar el nombre de aquel terrible ser que estaba matando su tranquilidad familiar: Henry.
Caminó en silencio por el camino que antes lo había llevado a la oficina. Subió a su auto y manejo muy despacio hasta casa: donde le esperaba su hermosa madre. Al llegar la examinó, era tan hermosa, nunca había lucido tan hermosa como aquella noche. Era bastante joven para tener hijos mayores, su piel estaba bien cuidada y su rostro maquillado de forma impecable. ¿Teniendo una mujer tan perfecta cómo era que su padre buscaba a un hombre para satisfacer sus deseos? No lo perdonaría, nunca lo haría. Y desde ese momento, empezó a odiar a aquel chiquillo de mejillas grandes. No esperó más y abrazó fuertemente a su querida madre, hacía mucho que no lo hacía. Desde sus diez años su estricto padre le prohibió abrazar a su madre pues según aquel estirado hombre no se vería bien ante la sociedad. Siempre lo admiró, siempre quiso ser como el. Pero en aquel momento había descubierto que su padre era un ser humano más sobra la tierra. Sus ojos se llenaron de lagrimas al sentir que su madre le devolvía el abrazo. Se quedaron por unos minutos así para luego recibir un amoroso beso en la mejilla, su madre le susurro que la cena estaba servida. Caminaron sonrientes hasta la mesa y platicaron como nunca, su padre siempre les decía que no se debía hablar cuando cenaban, que era de mala educación. Pero aquella noche, madre e hijo acordaron tácitamente romper todas la reglas impuestas por el jefe de la familia.
La hora de partir llegó, una vez parado en la puerta, sintiendo las suaves manos de su madre arreglar un poco su camisa recordó como su padre lo había obligado a mudarse a un departamento cuando cumplió los dieciocho años. Le dijo en una platica de “hombre a hombre” que no sería bien visto que el siga viviendo en casa de sus padres a aquella edad. De modo que le compró un departamento en un edificio bastante cerca de la casa familiar, vivía en el quinto piso de aquel edificio, rodeado de buenas personas, sin embargo no podía ser amigo de ninguno, su padre decía que no era necesario. Y como hijo obediente que era, le hizo caso. Logrando que todos a su alrededor lo tachen de antisocial. Sonrió un poco a su hermosa madre que lo miraba algo preocupada, ¿Por qué permitió que lo separen de su amada madre? ¿Por qué siempre dejó a su padre manejar su vida de aquella manera? Le besó la mejilla y le pidió que lo deje quedarse a dormir en su antigua habitación. La mirada de aquella ama de casa se iluminó. Después de mucho, su pequeño bebé dormiría en casa. Corrió a alistar la cama de aquel ordenado cuarto. Todo estaba intacto, nada se había movido en aquel lugar. Su madre constantemente se la pasaba limpiándolo y manteniéndolo ordenado por si alguna vez su hijo le pedía dormir ahí. Se acostó en la cama como cuando era un niño; su madre se sentó al borde de la cama y acarició su cabeza. Después de mucho pasaban un tiempo así; que bien se sentían los dos. Poco a poco, como si se tratase de un niño pequeño sus ojos se fueron cerrando hasta perder de vista aquella imagen de su hermosa madre que acariciaba delicadamente su cabeza.
En la oficina del padre Hangeng el hombre viejo dormía plácidamente en el suelo. Había tenido lo que quería después de mucho: al hijo de uno de sus clientes. Desde la primera vez que lo vio sintió deseos de tenerlo, no sería el primero entre sus brazos. Pero se esforzó muchísimo para obtenerlo, abrió una cuenta de prestamos ilimitada para el padre de Henry, llevándolo a la banca rota. Para cuando el desesperado padre de Henry intentó pedir ayuda lo único que pidió el hombre viejo fue el tener a Henry. Tal fue la presión que aquella familia terminó renunciando a su único hijo por un bienestar económico. Henry sabía lo que estaba haciendo, pero no le quedaba otra opción. De modo que aquella noche, se dejó poseer por aquel hombre viejo que le resultaba abominable. Le daba tanto asco que ni siquiera disfruto aquel encuentro sexual. Su vida se hizo miserable, se sentía sucio y poca cosa. A partir del día siguiente empezaría a vivir en la casa del dueño de aquella empresa. A partir de aquella noche se convertiría en el juguete sexual de aquel viejo enfermo. Suspiró un poco antes de secar sus inminentes lagrimas. Le dolía el cuerpo, aquel hombre había sido muy brusco con el. Un hilo de sangre se escapaba entre sus piernas dando prueba de su dolor interno.
A la mañana siguiente se sentía mejor, su madre le dio un desayuno muy suculento, de aquellos que solía prepararle cuando iba al colegio en China. Jugó un poco con sus palitos mientras esperaba a su madre para comer juntos. Estar a su lado le hacía muy bien. Ella fue la única que no lo cuestionó cuando le rompieron el corazón en secundaria, aquel chico bello que ahora era su vecino y el cual a penas y el saludaba. Ya no sentía nada por Heechul, pero el distanciamiento le dolía. Desde aquel día salió con otros dos chicos, pero no funcionó, entonces decidió dejar de intentar y quedarse soltero. Después de todo no era tan malo y se ahorraba la tediosa tarea de decirles a sus padres que era gay. Constantemente su padre le decía que debía tener novia pero siempre le decía que estaba buscando a alguien tan perfecta como su madre. Ambos reían y luego cambiaban de tema. Hangeng pensó que quizás la próxima vez no reiría con su padre. Estaba muy enojado con el. Mientras pensaba mirando sus palitos escuchó la puerta principal abrirse, era su padre, pero no venía solo. Detrás de el entró aquel chiquillo que la noche anterior tenía sexo con su padre. Los ojos de Hangeng fueron fieros al verlo, a lo que el otro bajó la mirada algo sonrojado.
El padre se apresuró a presentar a su “protegido”, Henry de dieciocho años, viviría un tiempo en su casa pues sus padres no podía hacerse cargo de él. El ama de casa se apresuró a darle la bienvenida y a servir dos platos más de comida mientras Hangeng los miraba en silencio con la mirada llena de reproche. El padre de este le comunicó que se quedaría a dormir en su habitación puesto que el ya no vivía ahí.
-Te equivocas padre...- dijo cruzándose de brazos- anoche me he quedado a dormir y creo que volveré a casa después de todo.- el hombre mayor le miró desafiante, su pequeño hijo estaba interfiriendo con sus planes. Henry analizaba detenidamente a aquel joven, se veía algo mayor que él pero tenía una especie de aura que llamaba mucho su atención. Se dijo a si mismo un secreto muy suyo, le gustaba aquel joven. Se podría decir que se enamoró a primera vista del hijo de hombre al que odiaba con toda su alma. Pero algo en la actitud de este le asustaba.
-No puedes... ¿No ves que será mal visto? Eres un hombre grande... eso de vivir en casa de tus padres... ya te he dicho Hangeng- Henry sonrió al escuchar su nombre, que lindo nombre tenía. Bajó la mirada al descubrir que el otro notó sus sonrisa- me opongo totalmente... esta es mi casa y se hace lo que yo digo.
- Y por qué no el pequeño Henry- sonrió la amable mujer- se muda con nuestro Hannie... cariño- miró a su esposo- es mejor que ellos vivan juntos, después de todo el departamento que le compramos es bastante grande. Así nos libramos de esta pelea innecesaria. Sabes que Hannie ama su habitación antigua...- el hombre viejo pensó detenidamente la propuesta de su mujer. Algunas noches podría aprovechar que su hijo duerma en casa para divertirse con su nuevo amante en el departamento. Sin necesidad de correr riesgos de ningún tipo. El hombre mayor asintió con la cabeza- Bien... a partir de ahora Henry vivirá contigo como tu hermano menor...- sonrió la madre acariciando la cabeza de su hijo- Ahora comamos.- Hannie se cruzó de brazos, odiaba la idea de su madre pero así mantendría a su padre lejos de aquel chiquillo y tendría más tiempo para pensar como solucionar aquella situación.
Eran apenas las diez de la mañana sin embargo el ya había recorrido la mitad de la ciudad buscando un lugar donde mudarse. Su mirada distante hacía que muchas personas le tilden de frío y muchas veces hasta de calculador. Vio un aviso en el mostrador de una tienda de dulces y decidió entrar a preguntar. El local era bastante rosado, lleno de dulces, típico de una dulcería. Un joven de sonrisa brillante estaba recostado en el mostrador, mirando el lugar vacío. El viento que generaba su ventilador lo despeinaba un poco haciendo que algunas mechas se muevan lentamente. El chico de mirada fría se acercó al mostrador para preguntar sobre el aviso. Logrando asustar al otro que dio un salto al verlo.
-Disculpa, no quise asustarte...- dijo el joven al ver bien a aquel chico. El brillo labial del más bajo llamó totalmente su atención al igual que la paleta con la que jugaba en su boca.- quiero saber dónde es el edificio que ofrecer el aviso- sonrió algo desconcertado ante los ojos traviesos del otro
-Uhm...- El pequeño se quitó la paleta de los labios y le sonrió.- es aquí al lado, en el piso cinco... es bonito y bastante amplio, el alquiler es de doscientos dólares y debes pagar un mes por adelantado, tu sabes... de garantía.- sonrió de nuevo jugando con la paleta- yo vivo en el piso ocho, te lo recomiendo es un gran lugar- agregó antes de guiñarle el ojo, provocando un leve sonrojo en el extraño.
-Muchas gracias, iré a preguntar...- hizo una venia y salió de aquel local, casi con el corazón en la boca, por alguna razón la presencia del otro había cautivado todo su ser.
-Uhm... lindo chico... ¿Cómo se llamará?- Sungmin volvió a recostarse en el mostrador- estoy muy cansado... ¡Eunhyuk! ¿Por qué no has venido a trabajar? Tonto...- estaba solo y aburrido, nadie iba a comprar y lo peor de todo es que su compañero de trabajo no había ido pues tenía una cita a ciegas- me dejas por una cita con una chica... deberías saber que la mejor cita es estar aquí conmigo...-imitando el tono de voz de Heechul.- es decir... yo sé que soy mejor que cualquier mujer- dicho esto Sungminie se echó a reír como loco, rió tanto que no se dio cuenta de que Siwon estaba en la tienda- ¡Ah! Hablo de Heechul y apareces mágicamente tu.. eso es destino- dijo sonriente- dime niño de los chocolates lindos... ¿Para qué soy bueno?- Siwon sonrió nervioso
-¿Puedes explicarme bien eso de los dulces?...- Sungminie se echó a reír con mucha más fuerza. Tendrían una larga charla de sexo. Pensó.
Luego de aquella charla Siwon salió de aquel lugar con el rostro todo rojo, Sungminie había sido muy gráfico con sus explicaciones. Subió como pudo en el elevador, ni siquiera notó la presencia de un chico bastante joven y cachetón. Usualmente se hubiera detenido a saludar y a presentarse, quizás ayudar a aquel chico con sus paquetes, pero su vista estaba algo perdida y su mente muy confundida. ¿Era gay? No dejaba de preguntarse una y otra vez. ¿Era obligatorio el acostarse con Heechul? En todo caso si no lo era, por qué se sentía tan nervioso. ¿Qué era lo que debía hacer en aquel momento? Una vez en su departamento se dejó caer en el sofá, sus largos dedos tocaron su frente, su cabeza estaba muy caliente pero el resto de su cuerpo muy frío. Un breve temblor apareció en sus manos al pensar que Heechul lo había visto hacer “eso” en la ducha. Moriría de vergüenza si lo volvía a ver. De repente una hermosa tonada invadió su habitación, una voz algo suave empezó a cantar un suave canción que se le hacía algo conocida. Era Heechul, al parecer tocaba muy bien el piano, cerró los ojos para imaginarlo mientras era arrullado por aquellas hermosas palabras entonadas por la voz más exquisita.
De otro lado una lagrima acompañaba su canción, cómo le dolía cantarla. Le recordaba a su padre, aquel que lo botó a temprana edad debido a su opción sexual. Recordó que quien le enseño todo aquello que sabía hacer fue él. Recordó cuanto le amaba en aquel entonces. Cuando era pequeño le sentaba en sus rodillas y le enseñaba a tocar el piano. Sintió un gran dolor en su pecho, cómo es posible que un padre deje de amar a su hijo de la noche a la mañana por ser gay. Era algo que cabía en su cabeza. Era algo que lo llevaba al borde la locura en sus momentos más solos. Pese a haberse declarado como tal, nunca encontró el amor, nunca experimento aquellas mariposas en el estómago de lo que tanto hablaba con sus más fieles amigos. Se sentía muy solo. Se detuvo un poco al notar que su vista estaba totalmente nublada por sus lagrimas. Intentó secarlas y continuar tocando pero su voz se quebró y sus manos temblaron. Tenía miedo, tenía miedo a quedarse solo.
De repente, en medio de su llanto, el timbre lo interrumpió. No se preocupó mucho por sus lagrimas, diría que había estado viendo alguna novela. Abrió la puerta con gran desgano encontrándose con aquel chico remilgado de al lado: Siwon. Se veía preocupado y sin decir más lo jaló hacia el y le abrazó. No supo que decir, no supo como reaccionar solo se dejó abrazar. Siwon le susurró que no sabía el por qué de sus lagrimas pero que no era bueno llorar solo. El mayor solo atinó a aferrarse fuertemente al cuerpo del otro. No sabía por qué estaba ahí, quizás le escuchó llorar, realmente no importaba. Solo importaba aquel abrazo.
Continuará...
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Capitulo 4:
Desde ya algunos meses atrás sospechaba de su padre, de la nada empezó a quedarse más tiempo en su trabajo y algunas noches ya no llegaba a dormir. Su madre lucía bastante serena ante la actitud de su progenitor, algo que lo enojaba muchísimo. Aquella noche había quedado con sus padres para cenar, sin embargo su madre le llamó horas antes para decirle que papá no llegaría pero que de todas formas lo quería ver. El chico de origen chino le pidió a su madre que lo espere un poco pues estaba aún algo lejos de casa. Mintió, estaba a dos cuadras de ella, dio media vuelta con su auto y se dirigió casi instintivamente hasta el trabajo de su padre. Nadie le prohibió la entrada pues era el hijo del dueño de aquella pequeña y prospera empresa. Con forme iba caminando entre los módulos de aquellos oficinistas notó que solo había una luz encendida: el despacho de su padre. Cuando estuvo a escasos centímetros de la puerta escuchó ciertos gemidos que lo alarmaron. Era una voz algo tierna, como la de alguien muy joven, acompañada de la ronca voz de su padre. Entreabrió la puerta para observar lo que sucedía ahí. Sus ojos se abrieron de par en par cuando descubrió aquella escena.
Un chiquillo de aproximadamente unos dieciocho años estaba tendido en el suelo con los ojos cerrados y mordiendo su labio inferior como reprimiendo algún grito desesperado. Totalmente desnudo, su cuerpo lucía delicado pero no menos varonil, sus cabellos eran algo largos en la parte del cerquillo y ante la “acción” estos caían sobre sus ojos, que estaban cerrados como si intentara pensar en todo menos en lo que sucedía a sus espaldas. Sobre él estaba su padre, embistiéndolo agitadamente, las enormes mejillas de aquel chico estaban bastante sonrojadas lo cual contrastaba con su pálida piel que era adornada por algunas gotas de sudor. Hangeng se quedó petrificado ante tal escena, ¿Su padre era gay?, no eso no era malo, lo malo era que su padre engañaba a su madre con un chiquillo que incluso era menor que él. Sintió rabia, asco, quería entrar y golpearlos a ambos pero prefirió guardar silencio. Ya vería la forma de solucionar aquel “problema” familiar. Cuando estaba por irse escuchó a su padre susurrar el nombre de aquel terrible ser que estaba matando su tranquilidad familiar: Henry.
Caminó en silencio por el camino que antes lo había llevado a la oficina. Subió a su auto y manejo muy despacio hasta casa: donde le esperaba su hermosa madre. Al llegar la examinó, era tan hermosa, nunca había lucido tan hermosa como aquella noche. Era bastante joven para tener hijos mayores, su piel estaba bien cuidada y su rostro maquillado de forma impecable. ¿Teniendo una mujer tan perfecta cómo era que su padre buscaba a un hombre para satisfacer sus deseos? No lo perdonaría, nunca lo haría. Y desde ese momento, empezó a odiar a aquel chiquillo de mejillas grandes. No esperó más y abrazó fuertemente a su querida madre, hacía mucho que no lo hacía. Desde sus diez años su estricto padre le prohibió abrazar a su madre pues según aquel estirado hombre no se vería bien ante la sociedad. Siempre lo admiró, siempre quiso ser como el. Pero en aquel momento había descubierto que su padre era un ser humano más sobra la tierra. Sus ojos se llenaron de lagrimas al sentir que su madre le devolvía el abrazo. Se quedaron por unos minutos así para luego recibir un amoroso beso en la mejilla, su madre le susurro que la cena estaba servida. Caminaron sonrientes hasta la mesa y platicaron como nunca, su padre siempre les decía que no se debía hablar cuando cenaban, que era de mala educación. Pero aquella noche, madre e hijo acordaron tácitamente romper todas la reglas impuestas por el jefe de la familia.
La hora de partir llegó, una vez parado en la puerta, sintiendo las suaves manos de su madre arreglar un poco su camisa recordó como su padre lo había obligado a mudarse a un departamento cuando cumplió los dieciocho años. Le dijo en una platica de “hombre a hombre” que no sería bien visto que el siga viviendo en casa de sus padres a aquella edad. De modo que le compró un departamento en un edificio bastante cerca de la casa familiar, vivía en el quinto piso de aquel edificio, rodeado de buenas personas, sin embargo no podía ser amigo de ninguno, su padre decía que no era necesario. Y como hijo obediente que era, le hizo caso. Logrando que todos a su alrededor lo tachen de antisocial. Sonrió un poco a su hermosa madre que lo miraba algo preocupada, ¿Por qué permitió que lo separen de su amada madre? ¿Por qué siempre dejó a su padre manejar su vida de aquella manera? Le besó la mejilla y le pidió que lo deje quedarse a dormir en su antigua habitación. La mirada de aquella ama de casa se iluminó. Después de mucho, su pequeño bebé dormiría en casa. Corrió a alistar la cama de aquel ordenado cuarto. Todo estaba intacto, nada se había movido en aquel lugar. Su madre constantemente se la pasaba limpiándolo y manteniéndolo ordenado por si alguna vez su hijo le pedía dormir ahí. Se acostó en la cama como cuando era un niño; su madre se sentó al borde de la cama y acarició su cabeza. Después de mucho pasaban un tiempo así; que bien se sentían los dos. Poco a poco, como si se tratase de un niño pequeño sus ojos se fueron cerrando hasta perder de vista aquella imagen de su hermosa madre que acariciaba delicadamente su cabeza.
En la oficina del padre Hangeng el hombre viejo dormía plácidamente en el suelo. Había tenido lo que quería después de mucho: al hijo de uno de sus clientes. Desde la primera vez que lo vio sintió deseos de tenerlo, no sería el primero entre sus brazos. Pero se esforzó muchísimo para obtenerlo, abrió una cuenta de prestamos ilimitada para el padre de Henry, llevándolo a la banca rota. Para cuando el desesperado padre de Henry intentó pedir ayuda lo único que pidió el hombre viejo fue el tener a Henry. Tal fue la presión que aquella familia terminó renunciando a su único hijo por un bienestar económico. Henry sabía lo que estaba haciendo, pero no le quedaba otra opción. De modo que aquella noche, se dejó poseer por aquel hombre viejo que le resultaba abominable. Le daba tanto asco que ni siquiera disfruto aquel encuentro sexual. Su vida se hizo miserable, se sentía sucio y poca cosa. A partir del día siguiente empezaría a vivir en la casa del dueño de aquella empresa. A partir de aquella noche se convertiría en el juguete sexual de aquel viejo enfermo. Suspiró un poco antes de secar sus inminentes lagrimas. Le dolía el cuerpo, aquel hombre había sido muy brusco con el. Un hilo de sangre se escapaba entre sus piernas dando prueba de su dolor interno.
A la mañana siguiente se sentía mejor, su madre le dio un desayuno muy suculento, de aquellos que solía prepararle cuando iba al colegio en China. Jugó un poco con sus palitos mientras esperaba a su madre para comer juntos. Estar a su lado le hacía muy bien. Ella fue la única que no lo cuestionó cuando le rompieron el corazón en secundaria, aquel chico bello que ahora era su vecino y el cual a penas y el saludaba. Ya no sentía nada por Heechul, pero el distanciamiento le dolía. Desde aquel día salió con otros dos chicos, pero no funcionó, entonces decidió dejar de intentar y quedarse soltero. Después de todo no era tan malo y se ahorraba la tediosa tarea de decirles a sus padres que era gay. Constantemente su padre le decía que debía tener novia pero siempre le decía que estaba buscando a alguien tan perfecta como su madre. Ambos reían y luego cambiaban de tema. Hangeng pensó que quizás la próxima vez no reiría con su padre. Estaba muy enojado con el. Mientras pensaba mirando sus palitos escuchó la puerta principal abrirse, era su padre, pero no venía solo. Detrás de el entró aquel chiquillo que la noche anterior tenía sexo con su padre. Los ojos de Hangeng fueron fieros al verlo, a lo que el otro bajó la mirada algo sonrojado.
El padre se apresuró a presentar a su “protegido”, Henry de dieciocho años, viviría un tiempo en su casa pues sus padres no podía hacerse cargo de él. El ama de casa se apresuró a darle la bienvenida y a servir dos platos más de comida mientras Hangeng los miraba en silencio con la mirada llena de reproche. El padre de este le comunicó que se quedaría a dormir en su habitación puesto que el ya no vivía ahí.
-Te equivocas padre...- dijo cruzándose de brazos- anoche me he quedado a dormir y creo que volveré a casa después de todo.- el hombre mayor le miró desafiante, su pequeño hijo estaba interfiriendo con sus planes. Henry analizaba detenidamente a aquel joven, se veía algo mayor que él pero tenía una especie de aura que llamaba mucho su atención. Se dijo a si mismo un secreto muy suyo, le gustaba aquel joven. Se podría decir que se enamoró a primera vista del hijo de hombre al que odiaba con toda su alma. Pero algo en la actitud de este le asustaba.
-No puedes... ¿No ves que será mal visto? Eres un hombre grande... eso de vivir en casa de tus padres... ya te he dicho Hangeng- Henry sonrió al escuchar su nombre, que lindo nombre tenía. Bajó la mirada al descubrir que el otro notó sus sonrisa- me opongo totalmente... esta es mi casa y se hace lo que yo digo.
- Y por qué no el pequeño Henry- sonrió la amable mujer- se muda con nuestro Hannie... cariño- miró a su esposo- es mejor que ellos vivan juntos, después de todo el departamento que le compramos es bastante grande. Así nos libramos de esta pelea innecesaria. Sabes que Hannie ama su habitación antigua...- el hombre viejo pensó detenidamente la propuesta de su mujer. Algunas noches podría aprovechar que su hijo duerma en casa para divertirse con su nuevo amante en el departamento. Sin necesidad de correr riesgos de ningún tipo. El hombre mayor asintió con la cabeza- Bien... a partir de ahora Henry vivirá contigo como tu hermano menor...- sonrió la madre acariciando la cabeza de su hijo- Ahora comamos.- Hannie se cruzó de brazos, odiaba la idea de su madre pero así mantendría a su padre lejos de aquel chiquillo y tendría más tiempo para pensar como solucionar aquella situación.
Eran apenas las diez de la mañana sin embargo el ya había recorrido la mitad de la ciudad buscando un lugar donde mudarse. Su mirada distante hacía que muchas personas le tilden de frío y muchas veces hasta de calculador. Vio un aviso en el mostrador de una tienda de dulces y decidió entrar a preguntar. El local era bastante rosado, lleno de dulces, típico de una dulcería. Un joven de sonrisa brillante estaba recostado en el mostrador, mirando el lugar vacío. El viento que generaba su ventilador lo despeinaba un poco haciendo que algunas mechas se muevan lentamente. El chico de mirada fría se acercó al mostrador para preguntar sobre el aviso. Logrando asustar al otro que dio un salto al verlo.
-Disculpa, no quise asustarte...- dijo el joven al ver bien a aquel chico. El brillo labial del más bajo llamó totalmente su atención al igual que la paleta con la que jugaba en su boca.- quiero saber dónde es el edificio que ofrecer el aviso- sonrió algo desconcertado ante los ojos traviesos del otro
-Uhm...- El pequeño se quitó la paleta de los labios y le sonrió.- es aquí al lado, en el piso cinco... es bonito y bastante amplio, el alquiler es de doscientos dólares y debes pagar un mes por adelantado, tu sabes... de garantía.- sonrió de nuevo jugando con la paleta- yo vivo en el piso ocho, te lo recomiendo es un gran lugar- agregó antes de guiñarle el ojo, provocando un leve sonrojo en el extraño.
-Muchas gracias, iré a preguntar...- hizo una venia y salió de aquel local, casi con el corazón en la boca, por alguna razón la presencia del otro había cautivado todo su ser.
-Uhm... lindo chico... ¿Cómo se llamará?- Sungmin volvió a recostarse en el mostrador- estoy muy cansado... ¡Eunhyuk! ¿Por qué no has venido a trabajar? Tonto...- estaba solo y aburrido, nadie iba a comprar y lo peor de todo es que su compañero de trabajo no había ido pues tenía una cita a ciegas- me dejas por una cita con una chica... deberías saber que la mejor cita es estar aquí conmigo...-imitando el tono de voz de Heechul.- es decir... yo sé que soy mejor que cualquier mujer- dicho esto Sungminie se echó a reír como loco, rió tanto que no se dio cuenta de que Siwon estaba en la tienda- ¡Ah! Hablo de Heechul y apareces mágicamente tu.. eso es destino- dijo sonriente- dime niño de los chocolates lindos... ¿Para qué soy bueno?- Siwon sonrió nervioso
-¿Puedes explicarme bien eso de los dulces?...- Sungminie se echó a reír con mucha más fuerza. Tendrían una larga charla de sexo. Pensó.
Luego de aquella charla Siwon salió de aquel lugar con el rostro todo rojo, Sungminie había sido muy gráfico con sus explicaciones. Subió como pudo en el elevador, ni siquiera notó la presencia de un chico bastante joven y cachetón. Usualmente se hubiera detenido a saludar y a presentarse, quizás ayudar a aquel chico con sus paquetes, pero su vista estaba algo perdida y su mente muy confundida. ¿Era gay? No dejaba de preguntarse una y otra vez. ¿Era obligatorio el acostarse con Heechul? En todo caso si no lo era, por qué se sentía tan nervioso. ¿Qué era lo que debía hacer en aquel momento? Una vez en su departamento se dejó caer en el sofá, sus largos dedos tocaron su frente, su cabeza estaba muy caliente pero el resto de su cuerpo muy frío. Un breve temblor apareció en sus manos al pensar que Heechul lo había visto hacer “eso” en la ducha. Moriría de vergüenza si lo volvía a ver. De repente una hermosa tonada invadió su habitación, una voz algo suave empezó a cantar un suave canción que se le hacía algo conocida. Era Heechul, al parecer tocaba muy bien el piano, cerró los ojos para imaginarlo mientras era arrullado por aquellas hermosas palabras entonadas por la voz más exquisita.
De otro lado una lagrima acompañaba su canción, cómo le dolía cantarla. Le recordaba a su padre, aquel que lo botó a temprana edad debido a su opción sexual. Recordó que quien le enseño todo aquello que sabía hacer fue él. Recordó cuanto le amaba en aquel entonces. Cuando era pequeño le sentaba en sus rodillas y le enseñaba a tocar el piano. Sintió un gran dolor en su pecho, cómo es posible que un padre deje de amar a su hijo de la noche a la mañana por ser gay. Era algo que cabía en su cabeza. Era algo que lo llevaba al borde la locura en sus momentos más solos. Pese a haberse declarado como tal, nunca encontró el amor, nunca experimento aquellas mariposas en el estómago de lo que tanto hablaba con sus más fieles amigos. Se sentía muy solo. Se detuvo un poco al notar que su vista estaba totalmente nublada por sus lagrimas. Intentó secarlas y continuar tocando pero su voz se quebró y sus manos temblaron. Tenía miedo, tenía miedo a quedarse solo.
De repente, en medio de su llanto, el timbre lo interrumpió. No se preocupó mucho por sus lagrimas, diría que había estado viendo alguna novela. Abrió la puerta con gran desgano encontrándose con aquel chico remilgado de al lado: Siwon. Se veía preocupado y sin decir más lo jaló hacia el y le abrazó. No supo que decir, no supo como reaccionar solo se dejó abrazar. Siwon le susurró que no sabía el por qué de sus lagrimas pero que no era bueno llorar solo. El mayor solo atinó a aferrarse fuertemente al cuerpo del otro. No sabía por qué estaba ahí, quizás le escuchó llorar, realmente no importaba. Solo importaba aquel abrazo.
Continuará...
T_______T pobre henry!!! mata al viejo askeroso ese! aigo! pero es el padre de hangeng u.u .... tonces ... dejalo invalido no se xDD
ResponderEliminar*O* siwon ke bello ... gracias por abrazar a rella ^^
Te kelo
q buen capi, me dejo al triste, pero igual muy bueno
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