Titulo: Sex & Candy (AKA Sendy)
Capitulo: 09
Fandom: Super Junior, SHINee, TRAX
Parejas: Sichul / Varias
Clasificación: Angst / Au / Lemon
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.
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Capitulo 9:
Luego de esperar durante dos horas, finalmente estaba dentro de aquel teatro, ansioso, con el corazón agitado, con las manos frías y con ese sentimiento que solía sentir cuando sabía que escasos minutos lo separaban de ver a quien quería.
Todo había empezado con una casualidad, el primer día de clases lo vio: era el centro de atención de todos, con esa hermosa sonrisa que resultaba refrescante y muy llena de vida. Tenía una guitarra entre sus manos y a todo sentimiento cantaba una canción de amor. El día era de invierno pero por un momento sintió que sus mejillas ardían al sentir como que cantante recorría con la mirada a sus espectadores, repitiéndose una y otra vez; deseando muy, muy para sí que lo mire tan solo un momento. Guardando entre sus reservados labios aquel terrible secreto. Sin embargo aquella mirada siempre fue la misma, aquella luz vacía que solo buscaba crear un buen espectáculo para quienes le escuchaban.
Los días pasaron y las estaciones también, pero ni por un momento dejó de observarlo a lo lejos, no porque lo buscara sino porque el destino caprichoso los hacía coincidir en los lugares menos esperados. Con el tiempo supo su nombre: Donghae, su edad, sus aficiones y sus gustos; una vez más por simple coincidencia.
Respiró profundo cuando las luces se apagaron y el escenario brillo más que nunca con una cálida canción, lentamente él caminó hacia el centro del escenario y con el micrófono entre sus manos empezó a entonar aquella canción. El corazón de quien le observaba saltó provocando un fuerte dolor en su pecho: cantaba una de sus canciones favoritas. No era la primera vez que coincidían en gustos, tampoco pensó que sería la última. Pues si bien no se conocían, con el tiempo se fue dando cuenta de que tenían muchas cosas en común; tantas como para nunca perder el tema de conversación. Y en medio de su embelesamiento se odió, pues nunca se atrevió a si quiera intentar conocerle, nunca, pues su timidez era la peor.
Hubo muchas veces en las que pudo acercarse y comentarle que le había visto en la universidad pero su corazón se alborotaba volviéndolo torpe e inútil cuando le sentía cerca. Y mientras la canción avanzaba dejando ese rastro invisiblemente melodioso sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, mientras en su cabeza daba vueltas un único deseo: “Que me mire, por favor…” pero no se hizo realidad, la canción llegó a su final y aquel interprete fue reemplazado por otro. Luego salió aquella chica, aquella a la que envidiaba con toda su alma.
Durante el primer año de universidad vivió soñando despierto que un día se conocerían y que aquel cantante caería perdidamente enamorado de él. Pero con el pasar del tiempo, con los amigos en común descubrió, en algunos comentarios entre líneas, que Donghae tenía, ya, a quien amar. Llevaban ya más de tres años juntos y al parecer ese anillo que adornaba una de sus bellas manos no era simplemente un accesorio: era una promesa, era una unión.
Aquel espectador levantó la mirada en la oscuridad, intentando contener aquellas lágrimas que deseaba derramar al escuchar la fina voz de aquella chica. Le dolía verla, le dolía escucharla, le dolía saber que ella representaba todo lo que él nunca sería. Y en su silencioso dolor pensó que ellos eran una buena pareja, que serían felices juntos. Que por más que sintiese nunca, nunca aquel cantante perfecto voltearía a mirarlo. Luego volvió a salir Donghae, para despedir aquel evento cultural. El espectador sonrió ampliamente mientras aplaudía para unirse a los demás oyentes que estaban maravillados con aquellas voces.
Y en medio de la euforia un susurro que nadie fue capaz de escuchar, ni siquiera quien lo emitió, se escapó. Fue un “Adiós” pues aquel era el último día que le iría a ver, estaba cansado de ser solo un oyente cuando sentía mucho más por aquel cantante. Un adiós doloroso de alguien que no significaba nada en aquella vida llena de perfección. Luego el telón bajó, borrando de su mirada el perfil de Donghae que se despedía del público con la mano derecha.
Limpió un poco su chaqueta y se levanto de su asiento para salir de aquel teatro, caminando lento, como si el alma le pesara, intentando ser gracioso con sus dos acompañantes para que no noten el dolor de su corazón. Buscando con la mirada algún rastro de aquel cantante. Pero fue en vano. No logró verlo.
-¿Kibum?- preguntó una voz que venía del teatro, el chico de ojos brillosos volteó casi por inercia encontrándose con un compañero de la universidad- No sabía que te gustaban los espectáculos culturales…-Kibum sonrió algo cabizbajo y luego con una seña se excusó para seguir saliendo del teatro, desapareciendo como una sombra en medio de aquella multitud- Siempre tan tímido y serio…- Comentó aquel compañero.
-¿Estudia con nosotros?-preguntó Donghae que había estado en silencio observando a aquel chico melancólico.- con razón se me hace conocido, suelo verlo en los eventos culturales, pero pensé que solo eran coincidencias, así que estudia en nuestra universidad…
-Sí, en tu facultad… serás distraído, creo que es de tu promoción… es bastante tímido.
-Ya veo… bueno Hyung, mi señorita enamorada me espera, nos vemos…- dijo antes de salir corriendo detrás de aquella hermosa chica que lo esperaba con un hermoso atuendo y el cabello recogido dejando caer algunos rulos.- Estás hermosa…- le susurró para luego llevársela de la mano.
Mientras más caminaba, más le dolía el corazón. ¿Sería capaz de dejar de ir a verlo? ¿Podría llegar a olvidarle? Ya habían pasado tres años, tres largos y solitarios años queriéndolo. Le dolió no haberlo visto a la salida, pero de repente era lo mejor. Sus amigos se habían ido en un taxi minutos atrás así que era libre de deprimirse todo lo que quisiera de camino a casa. El frío de aquella noche se intensificó para luego dejar que el viento despeine sus cortos cabellos. Metió sus frías manos en los bolsillos de aquella casaca que siempre solía usar, pues era su favorita y continuó caminando. Antes de llegar a casa notó que había alguien en al puerta de esta. Apresuró sus pasos secando sus lágrimas para darle el encuentro.
-¿Me has esperado mucho? Lo siento- dijo rascándose la cabeza- ¿Heechul? ¿Sucede algo?- mirando a su amigo algo confundido.
-Acabo de llegar, tengo suerte de que mi confidente viva muy cerca de mi casa… ¿Vienes de verlo?- preguntó el pelirrojo al notar los ojos llorosos de su amigo. Si bien no sabía nada de aquel cantante, pues nunca se atrevió a preguntar el nombre, sabía que era alguien que afectaba mucho la vida de quien tenía en frente.
-Sí, fui a despedirme… hoy será la ultima vez que lo veré. Hoy será la última vez que piense en conocerlo y que sueñe con él…- respondió bajando la cabeza.- Dime… ¿Ha sucedido algo? ¿Te has peleado con Jay?
-No… sólo vine a visitarte, Jay está en casa de un amigo. Que andemos no implica que estemos pegados como chicle…
-Entiendo- Kibum abrió al puerta de su departamento y encendiendo las luces le invitó al otro a pasar- Chula, ¿Puedo preguntarte algo?- Heechul asintió con la cabeza mientras se acomodaba en uno de los sofás- ¿Cómo es que dos personas pueden tener mucho en común y nunca cruzarse en la vida? ¿Cómo es que pueden tener millones de temas de conversación y nunca si quiera llegar a conocerse?
-Destino…- respondió Heechul mientras intentaba sonreírle para hacerlo sentir mejor.
-Entonces eso quiere decir que sus gustos y sus cualidades en común son solo una coincidencia y que no están destinados…- agregó Kibum mientras le entregaba una taza de café a su amigo y se sentaba a su lado- No estamos destinados…
-Quizás…- Heechul bajó la cabeza algo triste- Ahhh Bummie, no te pongas triste, si él no es el indicado ya llegará… sólo deja que las cosas fluyan… sé que debe dolerte el saber que te has dado por vencido y lo comprendo pues yo hace poco me rendí con alguien con quien empezaba a sentir diferente… entré en pánico y preferí alejarle a arriesgarme a se herido, sentía que él si era capaz de hacer que yo me enamore de él… y eso me aterró…-Abrazando a su cachetón amigo-Bummie… sonríe…- jalándole las mejillas- sonríe…
-Me duele…- dijo Kibum antes de empezar a llorar entre los brazos de su amigo- Me duele- repitió incesantemente hasta quedarse dormido.
La mañana llegó y en el departamento de Henry y Hannie nada parecía tener vida. El mayor, quién permanecía despierto desde la noche anterior, llevó una de sus manos hacia su mejilla, aún dolía el golpe de su padre. Estaba confundido, muy confundido Henry reaccionó diferente, pensó que lastimaría a Henry al alejarlo de su padre pero todo lo contrario, se aferró a su brazo y no dejó que el hombre viejo se lo lleve. No importaron los gritos ofensivos, no importó anda, Henry se quedó a su lado, sabiendo incluso que se trataba de una mentira. ¿Por qué? ¿Acaso realmente lo quería?
En otra habitación Henry abrazaba su almohada, deseando entender el por qué de aquella mentira. Deseando que se vuelva realidad en algún momento. Sintiendo aún la sensación de su piel, su aroma y tratando de memorizar el tono de sus palabras en aquel momento. De repente sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Las gotas de sentimiento empezaron a humedecer sus mejillas rosadas mientras un grito ahogado se reprimía en su garganta. Soltó su almohada y caminó hasta aquel compañero fiel que desde ya hacía algún tiempo no tocaba: su violín. Deslizó sus dedos por el instrumento musical, dejando que sus dedos sientan la delgada capa de polvo que lo silenciaba. Respiró profundo y dejando escapar algunas lágrimas empezó a tocar una canción suave, como de cajita musical.
En medio de aquel terrible silencio: el de su cabeza, escuchó que del otro lado de la habitación venía una melodía triste y dulce a la vez. Hangeng mordió sus labios conteniendo sus palabras y reprimiendo sus nuevos sentimientos. Quizás ya no odiaba tanto al cachetón, quizás había empezado a acostumbrarse a el. A su esencia y a su irremediable ternura. Aquella que desbordaba de su piel cuando sonreía. Dio vueltas en su cama, musicalizado con la creación de su compañero. Acompañado por la soledad del otro, totalmente embelezado como si se tratase de un encantador de serpientes. Y su corazón se agitó, fuerte, lento; nuevamente fuerte, y una vez más, lento, latió mientras intentaba no pensar en aquel nombre prohibido: Henry.
-Vamos…-dijo Kangin volteando a Teuki-Vamos…- sus manos se deslizaron desprendiendo al otro de sus ropas, dejando al más delgado sobre el otro, tan solo usando una camisa algo holgada. Generando una visión muy sexy de ambos. Pero por alguna razón Teukie desafió al otro con la mirada y en completo silencio le tiró una cachetada.-¿Qué te pasa? ¿Estás loco?
-¿Qué te pasa a ti? Te dije que habláramos y lo único que quieres es tener sexo… así no se habla…-Kangin sonrió cínico y prácticamente forzó al otro a dejarse acariciar, pero la mirada llena de lágrimas del mayor preocupó a Mangin-No tengo ganas…- se limitó a decir Teukie para luego colocarse el pijama y obligarse a dormir. Kangin se levantó enfurecido de la cama y se metió a la ducha.
Continuará….
Luego de esperar durante dos horas, finalmente estaba dentro de aquel teatro, ansioso, con el corazón agitado, con las manos frías y con ese sentimiento que solía sentir cuando sabía que escasos minutos lo separaban de ver a quien quería.
Todo había empezado con una casualidad, el primer día de clases lo vio: era el centro de atención de todos, con esa hermosa sonrisa que resultaba refrescante y muy llena de vida. Tenía una guitarra entre sus manos y a todo sentimiento cantaba una canción de amor. El día era de invierno pero por un momento sintió que sus mejillas ardían al sentir como que cantante recorría con la mirada a sus espectadores, repitiéndose una y otra vez; deseando muy, muy para sí que lo mire tan solo un momento. Guardando entre sus reservados labios aquel terrible secreto. Sin embargo aquella mirada siempre fue la misma, aquella luz vacía que solo buscaba crear un buen espectáculo para quienes le escuchaban.
Los días pasaron y las estaciones también, pero ni por un momento dejó de observarlo a lo lejos, no porque lo buscara sino porque el destino caprichoso los hacía coincidir en los lugares menos esperados. Con el tiempo supo su nombre: Donghae, su edad, sus aficiones y sus gustos; una vez más por simple coincidencia.
Respiró profundo cuando las luces se apagaron y el escenario brillo más que nunca con una cálida canción, lentamente él caminó hacia el centro del escenario y con el micrófono entre sus manos empezó a entonar aquella canción. El corazón de quien le observaba saltó provocando un fuerte dolor en su pecho: cantaba una de sus canciones favoritas. No era la primera vez que coincidían en gustos, tampoco pensó que sería la última. Pues si bien no se conocían, con el tiempo se fue dando cuenta de que tenían muchas cosas en común; tantas como para nunca perder el tema de conversación. Y en medio de su embelesamiento se odió, pues nunca se atrevió a si quiera intentar conocerle, nunca, pues su timidez era la peor.
Hubo muchas veces en las que pudo acercarse y comentarle que le había visto en la universidad pero su corazón se alborotaba volviéndolo torpe e inútil cuando le sentía cerca. Y mientras la canción avanzaba dejando ese rastro invisiblemente melodioso sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, mientras en su cabeza daba vueltas un único deseo: “Que me mire, por favor…” pero no se hizo realidad, la canción llegó a su final y aquel interprete fue reemplazado por otro. Luego salió aquella chica, aquella a la que envidiaba con toda su alma.
Durante el primer año de universidad vivió soñando despierto que un día se conocerían y que aquel cantante caería perdidamente enamorado de él. Pero con el pasar del tiempo, con los amigos en común descubrió, en algunos comentarios entre líneas, que Donghae tenía, ya, a quien amar. Llevaban ya más de tres años juntos y al parecer ese anillo que adornaba una de sus bellas manos no era simplemente un accesorio: era una promesa, era una unión.
Aquel espectador levantó la mirada en la oscuridad, intentando contener aquellas lágrimas que deseaba derramar al escuchar la fina voz de aquella chica. Le dolía verla, le dolía escucharla, le dolía saber que ella representaba todo lo que él nunca sería. Y en su silencioso dolor pensó que ellos eran una buena pareja, que serían felices juntos. Que por más que sintiese nunca, nunca aquel cantante perfecto voltearía a mirarlo. Luego volvió a salir Donghae, para despedir aquel evento cultural. El espectador sonrió ampliamente mientras aplaudía para unirse a los demás oyentes que estaban maravillados con aquellas voces.
Y en medio de la euforia un susurro que nadie fue capaz de escuchar, ni siquiera quien lo emitió, se escapó. Fue un “Adiós” pues aquel era el último día que le iría a ver, estaba cansado de ser solo un oyente cuando sentía mucho más por aquel cantante. Un adiós doloroso de alguien que no significaba nada en aquella vida llena de perfección. Luego el telón bajó, borrando de su mirada el perfil de Donghae que se despedía del público con la mano derecha.
Limpió un poco su chaqueta y se levanto de su asiento para salir de aquel teatro, caminando lento, como si el alma le pesara, intentando ser gracioso con sus dos acompañantes para que no noten el dolor de su corazón. Buscando con la mirada algún rastro de aquel cantante. Pero fue en vano. No logró verlo.
-¿Kibum?- preguntó una voz que venía del teatro, el chico de ojos brillosos volteó casi por inercia encontrándose con un compañero de la universidad- No sabía que te gustaban los espectáculos culturales…-Kibum sonrió algo cabizbajo y luego con una seña se excusó para seguir saliendo del teatro, desapareciendo como una sombra en medio de aquella multitud- Siempre tan tímido y serio…- Comentó aquel compañero.
-¿Estudia con nosotros?-preguntó Donghae que había estado en silencio observando a aquel chico melancólico.- con razón se me hace conocido, suelo verlo en los eventos culturales, pero pensé que solo eran coincidencias, así que estudia en nuestra universidad…
-Sí, en tu facultad… serás distraído, creo que es de tu promoción… es bastante tímido.
-Ya veo… bueno Hyung, mi señorita enamorada me espera, nos vemos…- dijo antes de salir corriendo detrás de aquella hermosa chica que lo esperaba con un hermoso atuendo y el cabello recogido dejando caer algunos rulos.- Estás hermosa…- le susurró para luego llevársela de la mano.
Mientras más caminaba, más le dolía el corazón. ¿Sería capaz de dejar de ir a verlo? ¿Podría llegar a olvidarle? Ya habían pasado tres años, tres largos y solitarios años queriéndolo. Le dolió no haberlo visto a la salida, pero de repente era lo mejor. Sus amigos se habían ido en un taxi minutos atrás así que era libre de deprimirse todo lo que quisiera de camino a casa. El frío de aquella noche se intensificó para luego dejar que el viento despeine sus cortos cabellos. Metió sus frías manos en los bolsillos de aquella casaca que siempre solía usar, pues era su favorita y continuó caminando. Antes de llegar a casa notó que había alguien en al puerta de esta. Apresuró sus pasos secando sus lágrimas para darle el encuentro.
-¿Me has esperado mucho? Lo siento- dijo rascándose la cabeza- ¿Heechul? ¿Sucede algo?- mirando a su amigo algo confundido.
-Acabo de llegar, tengo suerte de que mi confidente viva muy cerca de mi casa… ¿Vienes de verlo?- preguntó el pelirrojo al notar los ojos llorosos de su amigo. Si bien no sabía nada de aquel cantante, pues nunca se atrevió a preguntar el nombre, sabía que era alguien que afectaba mucho la vida de quien tenía en frente.
-Sí, fui a despedirme… hoy será la ultima vez que lo veré. Hoy será la última vez que piense en conocerlo y que sueñe con él…- respondió bajando la cabeza.- Dime… ¿Ha sucedido algo? ¿Te has peleado con Jay?
-No… sólo vine a visitarte, Jay está en casa de un amigo. Que andemos no implica que estemos pegados como chicle…
-Entiendo- Kibum abrió al puerta de su departamento y encendiendo las luces le invitó al otro a pasar- Chula, ¿Puedo preguntarte algo?- Heechul asintió con la cabeza mientras se acomodaba en uno de los sofás- ¿Cómo es que dos personas pueden tener mucho en común y nunca cruzarse en la vida? ¿Cómo es que pueden tener millones de temas de conversación y nunca si quiera llegar a conocerse?
-Destino…- respondió Heechul mientras intentaba sonreírle para hacerlo sentir mejor.
-Entonces eso quiere decir que sus gustos y sus cualidades en común son solo una coincidencia y que no están destinados…- agregó Kibum mientras le entregaba una taza de café a su amigo y se sentaba a su lado- No estamos destinados…
-Quizás…- Heechul bajó la cabeza algo triste- Ahhh Bummie, no te pongas triste, si él no es el indicado ya llegará… sólo deja que las cosas fluyan… sé que debe dolerte el saber que te has dado por vencido y lo comprendo pues yo hace poco me rendí con alguien con quien empezaba a sentir diferente… entré en pánico y preferí alejarle a arriesgarme a se herido, sentía que él si era capaz de hacer que yo me enamore de él… y eso me aterró…-Abrazando a su cachetón amigo-Bummie… sonríe…- jalándole las mejillas- sonríe…
-Me duele…- dijo Kibum antes de empezar a llorar entre los brazos de su amigo- Me duele- repitió incesantemente hasta quedarse dormido.
La mañana llegó y en el departamento de Henry y Hannie nada parecía tener vida. El mayor, quién permanecía despierto desde la noche anterior, llevó una de sus manos hacia su mejilla, aún dolía el golpe de su padre. Estaba confundido, muy confundido Henry reaccionó diferente, pensó que lastimaría a Henry al alejarlo de su padre pero todo lo contrario, se aferró a su brazo y no dejó que el hombre viejo se lo lleve. No importaron los gritos ofensivos, no importó anda, Henry se quedó a su lado, sabiendo incluso que se trataba de una mentira. ¿Por qué? ¿Acaso realmente lo quería?
En otra habitación Henry abrazaba su almohada, deseando entender el por qué de aquella mentira. Deseando que se vuelva realidad en algún momento. Sintiendo aún la sensación de su piel, su aroma y tratando de memorizar el tono de sus palabras en aquel momento. De repente sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Las gotas de sentimiento empezaron a humedecer sus mejillas rosadas mientras un grito ahogado se reprimía en su garganta. Soltó su almohada y caminó hasta aquel compañero fiel que desde ya hacía algún tiempo no tocaba: su violín. Deslizó sus dedos por el instrumento musical, dejando que sus dedos sientan la delgada capa de polvo que lo silenciaba. Respiró profundo y dejando escapar algunas lágrimas empezó a tocar una canción suave, como de cajita musical.
En medio de aquel terrible silencio: el de su cabeza, escuchó que del otro lado de la habitación venía una melodía triste y dulce a la vez. Hangeng mordió sus labios conteniendo sus palabras y reprimiendo sus nuevos sentimientos. Quizás ya no odiaba tanto al cachetón, quizás había empezado a acostumbrarse a el. A su esencia y a su irremediable ternura. Aquella que desbordaba de su piel cuando sonreía. Dio vueltas en su cama, musicalizado con la creación de su compañero. Acompañado por la soledad del otro, totalmente embelezado como si se tratase de un encantador de serpientes. Y su corazón se agitó, fuerte, lento; nuevamente fuerte, y una vez más, lento, latió mientras intentaba no pensar en aquel nombre prohibido: Henry.
-Vamos…-dijo Kangin volteando a Teuki-Vamos…- sus manos se deslizaron desprendiendo al otro de sus ropas, dejando al más delgado sobre el otro, tan solo usando una camisa algo holgada. Generando una visión muy sexy de ambos. Pero por alguna razón Teukie desafió al otro con la mirada y en completo silencio le tiró una cachetada.-¿Qué te pasa? ¿Estás loco?
-¿Qué te pasa a ti? Te dije que habláramos y lo único que quieres es tener sexo… así no se habla…-Kangin sonrió cínico y prácticamente forzó al otro a dejarse acariciar, pero la mirada llena de lágrimas del mayor preocupó a Mangin-No tengo ganas…- se limitó a decir Teukie para luego colocarse el pijama y obligarse a dormir. Kangin se levantó enfurecido de la cama y se metió a la ducha.
Continuará….
me encanta el kangteuk
ResponderEliminarpobre kibum me dio penita