4 jun 2009

Fanfic Serial: Fotografía - Cap. 01

Autor: Kainet
Titulo: Fotografía
Capitulo: 01
Fandom: THSK
Parejas: YooSu
Clasificación: Angst / Au
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.

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Primera fotografía.

“De tus manos, robaré, un poco de vida; una lágrima de tu sonrisa y, un poco de amor, de tu corazón…”

Dejó caer su cámara sobre la pequeña cómoda que tenía en su habitación, estaba algo triste, quizás desilusionado. Lentamente empezó a despojarse de la ropa que por alguna razón le resultaba incomoda; una a una cayeron sobre el suelo de su habitación, Junsu quería quitarse hasta la piel. En su cabeza todo daba vueltas y de repente se quedaba estático, confundiéndolo de sobre manera, llevándolo casi a la locura. Una vez frente al espejo de su baño analizó su rostro: ¿Por qué no era como su hermano? ¿Por qué no era fuerte? Le dolía aceptarlo, pese a toda esa alegría que siempre solía proyectar: se sentía terriblemente vacío.

Viajó lejos de casa en busca de un sueño, en busca de aquella meta que se había propuesto desde muy joven: encontrar una aventura que le cambie la vida por completo. Luego de esforzarse mucho en Corea del Sur, consiguió poder estudiar fotografía en Paris, sin duda, su segunda pasión, pero algo le faltaba, sus días resultaban ser muy aburridos. Junsu salió de la ducha y envolvió su cuerpo en una toalla, no tenía frío, no sentía nada; caminó en círculos alrededor de su habitación, intentando calmar su desesperación. Algo en su pecho le afligía, algo muy doloroso. Llevó sus manos hacia su húmeda cabeza y la sostuvo mientras intentaba silenciar todos esos pensamientos negativos. Necesitaba silencio, lo necesitaba ya. Levantó la mirada, cual fiera, y empezó a entonar una canción; solo así se libraría del dolor. Pero, pese a tener una hermosa voz, nunca había sido capaz de componer una canción de amor, siempre cantaba canciones de otras personas, siempre lo hacía en el bar de un amigo. Su voz poco a poco iba subiendo de tono, elevándola tanto que casi sentía que se desgarraba la garganta. Dañándose a sí mismo para sentir que aún estaba vivo.

Cuando la fuerza se le acabó, cuando el aire se volvió escaso, dejó que su cuerpo caiga sobre sus piernas y en silencio intentó mentalizarse para no llorar: odiaba hacerlo, no tenía motivo alguno para hacerlo.

“Yo, me siento tan solo…” susurró para sí, con una débil voz. Un sonido que se quebró en su garganta, un dolor tan intenso como inexplicable. No podía llorar, debía ser fuerte, como su hermano. No se fijó cuanto tiempo pasó en su habitación de esa manera, en esa pequeña crisis. Ni siquiera se dio cuenta de que su hermano estaba apoyado en la puerta de su habitación, sintiéndose mal por él.

Resultaba muy frustrante para Junho el ver a su hermano quebrarse de esa manera y no saber qué hacer, solo mirar de lejos como poco a poco se consumía, en soledad, una persona a la que casi sentía parte de sí mismo. Eran gemelos, se parecían en el físico pero eran tan diferentes por dentro. Junho no sufría de ese vacío, ni de esa soledad. Le iba bastante bien en su rutinaria vida universitaria, nunca buscaba aventuras como su hermano menor, nunca se preocupaba por la vida como el otro lo hacía. Era determinado, decidía hacer algo y no se detenía hasta lograrlo; mientras que Junsu carecía de motivación para avanzar. Por más que tuviera más talento y carisma, el más pequeño de los hermanos, carecía de algo que lo hiciera luchar.

-Junsu…- el mayor se acercó a su hermano y lo cubrió con una sábana al notar que este se había quedado dormido- Desearía poder ser de ayuda…- susurró acariciando el cabello del otro- Debíamos ser una sola persona, pero nos separamos… nacieron dos bebés en lugar de uno, deberíamos estar agradecidos por tenernos el uno al otro…- sonrió al mirar el gracioso rostro de su hermano al dormir- No estás solo Junsu, estamos solos los dos…- dijo mientras se acercaba para besar la frente del menor- Que descanses.


**

-Señor, el café está por cerrar…- se acercó uno de los meseros de aquel lugar.- ¿Desea que le llame un taxi?
-No gracias…- Micky cerró su libro, lo había leído más de dos veces aquel día. No importaba cuánto lo pensara, el siempre seguiría esperando a aquella persona- ¿Mañana a qué hora abren?
-Diez de la mañana señor.- Sonrió amable aquel chico parisino, el coreano hizo una venia y abandonó el lugar. Sintiéndose devastado, casi muerto.

**

Un nuevo día llegó y Junsu estaba ansioso por ir en busca de una aventura; solía deprimirse mucho cuando llegaba a casa pero nunca perdía la fuerza para empezar de nuevo al día siguiente. Se colocó la cámara alrededor del cuello y entonando una hermosa melodía empezó a caminar hacia su cuarto oscuro. Aún eran las siete de la mañana, de modo que pensó en revelar las fotos que tomó el día anterior mientras esperaba que la mañana avance. Junho se apoyó en la entrada de la cocina, su hermano era una persona muy fuerte, definitivamente era algo que admiraba demasiado. Tomó un sorbo de su café y continuó mirando a Junsu. Luego de unos minutos terminó su desayuno y salió hacia la universidad.

Estaba solo en el departamento, totalmente solo, de alguna manera se sentía libre. El menor de los gemelos rascó su cabeza en signo de pereza y luego tomó un poco de pan para alimentarse mientras esperaba que las fotografías sequen. No pasaron ni diez minutos para que sus ojos encontraran la fotografía de aquel chico que lloraba en el café. Había logrado capturar el momento preciso en el que la lágrimas resbalaba por su fina mejilla. Junsu tomó entre sus manos aquella foto. Existía algo en ella que lo intrigaba. Algo que lo dejaba curioso. Deseaba, de alguna manera, ayudar a aquel desconocido.

-¿Cuál será tu nombre?- susurró para sí mientras analizaba la foto- Te ves tan triste… tan solo ¿Qué te hace llorar de esa manera? – Empezó a hablar con ella- ¿Dónde has perdido eso que tanto esperas? Me pregunto si aún estarás en el café, si aún esperas o si ya llegó esa persona… si lloras aún o si ahora una hermosa sonrisa adorna esos labios. Eres muy apuesto. Quizás me estoy volviendo loco- sonrió mientras dejaba la foto sobre su mesa de trabajo.

**

El sueño se le hizo pesado y el cuerpo parecía tener cicatrices invisibles que no le dejaban moverse. Se sentía peor que el día anterior. Ella, sus palabras, sus acciones; solo conseguían lastimarlo, pero ahí estaba, sin orgullo, esperando que sean las diez para ir a ese café. Quizás algún día ella decida ir a su encuentro. Llevó sus manos hacia su rostro mientras se sentaba lentamente al borde de la cama. Su cabello despeinado cayó sobre sus ojos, ocultando aquellas inminentes lágrimas. Abrió su laptop y empezó a escribir una canción, después de todo era lo único que sabía hacer bien. Poco a poco, sus dedos y su teclado fueron mojándose por sus lágrimas. El dolor lo embargaba y sentía una presión muy fuerte en su pecho; una especie de asfixia absurda que se entremezclaba con su silencio.

Decepción, eso sentía. Confió en ella, creyó que todo cambiaría el día anterior y una vez más ella había jugado con su corazón de la manera más cruel. Desde pequeños, siempre la cuidó; siempre estuvo a su lado apoyándola en todo. Incluso cuando ambos postularon a un trabajo como pianistas en Paris, el prefirió renunciar para que ella pudiera obtener aquel trabajo. Lo dio todo y quizás un poco más. Y recibió nada a cambio, ni siquiera que corresponda su amor. Una vez más rompió su corazón, lo hizo pedazos, tan pequeños, que nadie sería capaz de juntarlos de nuevo. Le dolía la cabeza y se sentía mareado; encendió un cigarro y se detuvo a ver su nueva canción. Luego le pondría música, luego podría cantarla. Era hora de ir al café, pisando su orgullo, a esperarla.


**


-Buenos días- saludó Junsu al mesero de aquel día- Ayer había un joven en esta mesa… ehm ¿Sabe quién es o dónde vive?
-Sé que iba a ser pianista en este café, pero su prometida tomó su lugar. Él suele venir todos los días en la tarde… no sé más.- sonrió el parisino- vive a unas cuadras abajo, en una casa antigua, si caminas de frente encontrarás la casa.
-Muchas gracias- Junsu hizo una venia y siguió las indicaciones. Definitivamente no sabía por qué buscaba saber sobre aquel chico pero necesitaba descubrir el por qué de su interés. Camino durante unos minutos hasta que se topó con la gran mansión.

Era enorme, elegante y algo misteriosa; era como ver el reflejo de aquel chico en una casa. Suspiró algo nervioso pues no sabía que decir o hacer para explicar su presencia. Apretó fuertemente la foto que tenía en sus manos y caminó hasta la puerta, esperando tener suerte y no encontrarlo.

-Buenos días…- sonrió ante la mirada analítica del dueño de la casa- Quizás no me reconozcas yo ayer… te tome una foto. – extendiendo la fotografía que tenía entre sus manos.- Ehm… es que yo…- se puso nervioso ante el silencio de la otra persona.
-Si recuerdo, lo siento…- mirando la foto que el otro tenía en sus manos- Lo siento yo… debo salir- dicho esto Micky jaló su puerta y le volvió a sonreír al desconocido que tenía en frente- Adiós.- dicho esto se echo a correr, tan desesperado, tan angustiado que Junsu simplemente no seseo ser quien lo detuviera. Colocó la foto en un sobre y la deslizo por debajo de la puerta de aquella enorme casa. De nada sirvió pensar en todo lo que diría, al otro parecía no interesarle nada que proviniera de él.

**

Dos meses después.
-Razona… razona- le decía un chico de cabellos negros y tez Blanca- No puedes vivir con ella… Micky- Intentó detenerlo
-Jae tiene razón, no puedes- apoyó otro chico, uno de mirada algo seria.- Micky es mejor dejarla ir.
-Mi casa es grande en Corea del Sur, volveré con ella, pediré su mano… sus padres estarán muy felices de vernos volver.
-No tiene sentido forzarla a estar a tu lado Micky, Como dice Yunho, es mejor dejarla ir.
-Ustedes no entienden nada…- Micky se cerró en sus ideas- Ella, Junsu es mi vida…. Sin ella no tiene sentido vivir. –Dicho esto Micky entró en la clínica de nuevo y se sentó al lado de la habitación de aquella chica. No dejó de esperarla en dos meses, ¿Por qué dejar de esperarla ahora? Yunho y Jae lo siguieron en silencio, no podían hacer que su amigo cambie de opinión.

Continuará…

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