Titulo: Winter Garden
Capitulo: 01
Fandom: NewS / Kanjani8
Parejas: RyoShi / BaRyo / RyoUchi / TegoMassu
Clasificación: Angst / Au
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.
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Winter Garden
Capitulo I - El niño nuevo
Una suave llovizna caía sobre aquella ciudad. La ventisca enfriaba a cualquiera que osara caminar a tan altas horas de la noche. Los enormes ojos de aquel pequeño se abrieron de par en par tras pasar frente a la casa más grande en aquella prefectura, su madre volteo haciendo que el pequeño la mirara con el rostro lleno de duda. El taxi lleno de silencio se vio, de pronto, invadido por la cálida voz de la señora Tegoshi. Le sonrió a su pequeño de diez años y acariciando su cabeza le señaló que esa era una de las casas de la familia más poderosa en aquella ciudad. El pequeño Yuuya sonrió algo confuso pues a su corta edad no entendía de lo que hablaba su madre. Miró a su padre que estaba sentado a su lado. Un hombre de traje y corbata, algo estricto en su profesión pero un padre amoroso y consentidor en casa. Este dormía plácidamente recostado en el asiento. Se veía bastante cansado pues acababa de ser transferido a la sucursal de aquella ciudad. Pronto su vida cambiaría para siempre. Pronto la familia Tegoshi dejaría de ser la misma.
La noche pasó desapercibida para la nueva familia, se habían mudado no muy lejos de aquella enorme casa de familia de sociedad. Pese a estar en una de las zonas más exclusivas de aquella prefectura, la familia Tegoshi tenía una casa bastante pequeña, con dos habitaciones y una sala comedor para tres. El pequeño Yuuya, aún adormilado por la exhaustiva mudanza de la noche anterior, abrió pesadamente los ojos cuando el sol radiante entró por la ventana que estaba frente a él. Sin embargo, aquellos rayos de luz parecían no generar calor alguno puesto que el frío invierno congelaba todo con una leve ventisca que recorría hasta los rincones más ocultos. Un corto escalofrío estremeció aquel pequeño cuerpo, que permanecía aún en la cama. La piel pálida del pequeño parecía mezclarse con las sábanas que lo cubrían, y sus cabellos revueltos expresaban que no había tenido una buena noche, al parecer había dado mil y un vueltas en su cama intentando conciliar el sueño. Luego, como si de un despertador se tratase, la cálida voz de su madre lo llamó: era hora de desayunar pues papá debía ir temprano a su nuevo trabajo. Aún rascándose los ojos para eliminar todo el cansancio que tenía, caminó hasta quedar frente a su padre quien se inclinó para besar su pequeña frente. Aquel hombre que tenía la frente surcada por sus 35 años tenía la misma sonrisa que su hijo, solía vestirse muy formal pues trabajaba en una de las empresas de la familia Nishikido. Era un hombre de carrera que a lo largo de su vida se esforzó por llevar bienestar a su familia, de modo que a pesar de no tener lujosas adquisiciones, la familia que el había creado junto a su esposa no tenía deficiencias económicas.
Yuuya era un niño perfecto, tranquilo y aplicado en la escuela; bastante amigable con los demás niños y no le costaba mucho adaptarse a ningún lugar nuevo. Además su risa contagiosa y sus hermosos labios arqueándose al sonreír lo hacían bastante amigable ante los ojos de los demás. Tenía, como decían muchos de los que lo conocían, una especie de aura angelical y una inocencia bastante natural. Era casi imposible para todos aquellos que lo rodeaban no acercarse a el, en cualquier lugar llamaba la atención y siempre tenía una sonrisa dibujada en los labios. Los padres de tan especial niño eran los padres más felices del mundo, teniendo tan pequeño tesoro entre sus manos. Siempre lo consentían en todo pero el nunca su engreído ni caprichoso, su madre lo cuidaba en exceso pero nunca fue sobreprotegido; desde cualquier ángulo, la familia nueva, era perfecta.
Pasaron unas cuantas horas y para cuando el reloj marcó las nueve de la mañana el nuevo niño salió a jugar, su madre le pidió que no se aleje mucho pues aún las calles eran ajenas para ambos, este sonrió en silencio y se alejó corriendo con su pelota de futbol. Se le hizo bastante extraño pues no había niños en las calles. No prestó atención y empezó a jugar con su pelota. Estaba tan entretenido que no notó que alguien lo observaba. De repente su pelota salió disparada, el pequeño Yuuya la siguió sin perderla de vista hasta que esta topo con un pie. El niño nuevo levantó la mirada para ver a dueño o dueña de aquel pequeño pie. Era un chiquito de parecía tener su edad; tenía los ojos fríos y una boca que hacía una especie de mueca extraña como si le disgustara el otro. Yuuya le sonrió esperando que, al igual que las demás personas, el niño que tenía en frente se haga su amigo. Pero no funcionó, ahora aquella mirada fría expresaba un enfado poco comprensible, Tegoshi retrocedió un poco pues se sintió intimidado. Sin dejar de mirar a aquel pequeño de silencio inquebrantable, tenía el cabello muy negro y los ojos algo pequeños; dos notables lunares resaltaban en su rostro y su cuerpo era bastante delgado. Su cuerpo pequeño estaba muy bien abrigado con ropa que parecía ser sacada de la vitrina de algún diseñador famoso y a pesar de estar separados por una distancia considerable, el pequeño Yuuya pudo oler el suave aroma a perfume francés que usaba el otro chiquillo. Pese a que parecía que ambos podían pelear de igual a igual, el chiquito serio parecía ser mucho más fuerte que el sonriente Yuuya.
-¿Quién eres y qué haces en mi jardín?- dijo el pequeño de mirada intimidante- ¿No sabes que odio que niños entren en mi jardín? Vete y no vuelvas… chiquillo estúpido…- aquel chico hablaba en serio y su voz no sonaba como la de alguien de diez años; parecía, por su actitud, mayor que Yuuya que a penas y pudo entender el acento de Osaka.- ¿Acaso no entiendes? ¿Quieres que te golpee?- acercándose muy enfadado.
- Yo…- Tegoshi tembló ante el acercamiento del otro- a decir verdad… no entiendo tu acento…- sonriendo nerviosamente a lo que el otro respiró profundo intentando calmarse.
-LARGATE… eso he dicho…- señalando con una de sus pequeñas manos al horizonte- estúpido niñito asustadizo…- refunfuñó antes de darse media vuelta para caminar hacia la gran casa que ambos tenían en frente. Fue cuando Tegoshi cayó en cuenta de que sin querer había entrado en el jardín de aquella enorme casa y no estaba en un parque público. No interrumpió más aquel apacible paisaje y salió corriendo de vuelta a casa.
Continuará…
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Winter Garden
Capitulo I - El niño nuevo
Una suave llovizna caía sobre aquella ciudad. La ventisca enfriaba a cualquiera que osara caminar a tan altas horas de la noche. Los enormes ojos de aquel pequeño se abrieron de par en par tras pasar frente a la casa más grande en aquella prefectura, su madre volteo haciendo que el pequeño la mirara con el rostro lleno de duda. El taxi lleno de silencio se vio, de pronto, invadido por la cálida voz de la señora Tegoshi. Le sonrió a su pequeño de diez años y acariciando su cabeza le señaló que esa era una de las casas de la familia más poderosa en aquella ciudad. El pequeño Yuuya sonrió algo confuso pues a su corta edad no entendía de lo que hablaba su madre. Miró a su padre que estaba sentado a su lado. Un hombre de traje y corbata, algo estricto en su profesión pero un padre amoroso y consentidor en casa. Este dormía plácidamente recostado en el asiento. Se veía bastante cansado pues acababa de ser transferido a la sucursal de aquella ciudad. Pronto su vida cambiaría para siempre. Pronto la familia Tegoshi dejaría de ser la misma.
La noche pasó desapercibida para la nueva familia, se habían mudado no muy lejos de aquella enorme casa de familia de sociedad. Pese a estar en una de las zonas más exclusivas de aquella prefectura, la familia Tegoshi tenía una casa bastante pequeña, con dos habitaciones y una sala comedor para tres. El pequeño Yuuya, aún adormilado por la exhaustiva mudanza de la noche anterior, abrió pesadamente los ojos cuando el sol radiante entró por la ventana que estaba frente a él. Sin embargo, aquellos rayos de luz parecían no generar calor alguno puesto que el frío invierno congelaba todo con una leve ventisca que recorría hasta los rincones más ocultos. Un corto escalofrío estremeció aquel pequeño cuerpo, que permanecía aún en la cama. La piel pálida del pequeño parecía mezclarse con las sábanas que lo cubrían, y sus cabellos revueltos expresaban que no había tenido una buena noche, al parecer había dado mil y un vueltas en su cama intentando conciliar el sueño. Luego, como si de un despertador se tratase, la cálida voz de su madre lo llamó: era hora de desayunar pues papá debía ir temprano a su nuevo trabajo. Aún rascándose los ojos para eliminar todo el cansancio que tenía, caminó hasta quedar frente a su padre quien se inclinó para besar su pequeña frente. Aquel hombre que tenía la frente surcada por sus 35 años tenía la misma sonrisa que su hijo, solía vestirse muy formal pues trabajaba en una de las empresas de la familia Nishikido. Era un hombre de carrera que a lo largo de su vida se esforzó por llevar bienestar a su familia, de modo que a pesar de no tener lujosas adquisiciones, la familia que el había creado junto a su esposa no tenía deficiencias económicas.
Yuuya era un niño perfecto, tranquilo y aplicado en la escuela; bastante amigable con los demás niños y no le costaba mucho adaptarse a ningún lugar nuevo. Además su risa contagiosa y sus hermosos labios arqueándose al sonreír lo hacían bastante amigable ante los ojos de los demás. Tenía, como decían muchos de los que lo conocían, una especie de aura angelical y una inocencia bastante natural. Era casi imposible para todos aquellos que lo rodeaban no acercarse a el, en cualquier lugar llamaba la atención y siempre tenía una sonrisa dibujada en los labios. Los padres de tan especial niño eran los padres más felices del mundo, teniendo tan pequeño tesoro entre sus manos. Siempre lo consentían en todo pero el nunca su engreído ni caprichoso, su madre lo cuidaba en exceso pero nunca fue sobreprotegido; desde cualquier ángulo, la familia nueva, era perfecta.
Pasaron unas cuantas horas y para cuando el reloj marcó las nueve de la mañana el nuevo niño salió a jugar, su madre le pidió que no se aleje mucho pues aún las calles eran ajenas para ambos, este sonrió en silencio y se alejó corriendo con su pelota de futbol. Se le hizo bastante extraño pues no había niños en las calles. No prestó atención y empezó a jugar con su pelota. Estaba tan entretenido que no notó que alguien lo observaba. De repente su pelota salió disparada, el pequeño Yuuya la siguió sin perderla de vista hasta que esta topo con un pie. El niño nuevo levantó la mirada para ver a dueño o dueña de aquel pequeño pie. Era un chiquito de parecía tener su edad; tenía los ojos fríos y una boca que hacía una especie de mueca extraña como si le disgustara el otro. Yuuya le sonrió esperando que, al igual que las demás personas, el niño que tenía en frente se haga su amigo. Pero no funcionó, ahora aquella mirada fría expresaba un enfado poco comprensible, Tegoshi retrocedió un poco pues se sintió intimidado. Sin dejar de mirar a aquel pequeño de silencio inquebrantable, tenía el cabello muy negro y los ojos algo pequeños; dos notables lunares resaltaban en su rostro y su cuerpo era bastante delgado. Su cuerpo pequeño estaba muy bien abrigado con ropa que parecía ser sacada de la vitrina de algún diseñador famoso y a pesar de estar separados por una distancia considerable, el pequeño Yuuya pudo oler el suave aroma a perfume francés que usaba el otro chiquillo. Pese a que parecía que ambos podían pelear de igual a igual, el chiquito serio parecía ser mucho más fuerte que el sonriente Yuuya.
-¿Quién eres y qué haces en mi jardín?- dijo el pequeño de mirada intimidante- ¿No sabes que odio que niños entren en mi jardín? Vete y no vuelvas… chiquillo estúpido…- aquel chico hablaba en serio y su voz no sonaba como la de alguien de diez años; parecía, por su actitud, mayor que Yuuya que a penas y pudo entender el acento de Osaka.- ¿Acaso no entiendes? ¿Quieres que te golpee?- acercándose muy enfadado.
- Yo…- Tegoshi tembló ante el acercamiento del otro- a decir verdad… no entiendo tu acento…- sonriendo nerviosamente a lo que el otro respiró profundo intentando calmarse.
-LARGATE… eso he dicho…- señalando con una de sus pequeñas manos al horizonte- estúpido niñito asustadizo…- refunfuñó antes de darse media vuelta para caminar hacia la gran casa que ambos tenían en frente. Fue cuando Tegoshi cayó en cuenta de que sin querer había entrado en el jardín de aquella enorme casa y no estaba en un parque público. No interrumpió más aquel apacible paisaje y salió corriendo de vuelta a casa.
Continuará…
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