Autor: Kainet
Titulo: Coffee
Fandom: Super Junior
Parejas: KyuMin
Clasificación: Angst
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COFFEE
Cuatro de la tarde, mi primer día de trabajo, bastante aburrido ya que me la he pasado sirviendo bebidas que ni al caso; nadie parece entender que esto es un café. Nadie parece ser capaz de apreciar este hermoso lugar en el que el aroma a café recién pasado se mezcla con una especie de esencia bohemia; son tan ciegos que no ven como en el aire se esparce el alma de un cigarro ya extinto. Todos están empeñados en hablar, cada uno más fuerte para lograr, así, ser escuchados, matando por completo el ambiente, irrumpiendo el precioso silencio, ¿acaso nadie puede ser capaz de comprender que el silencio es la mejor melodía del mundo? Aquel silencio que rodea y envuelve a un escritor sin ideas, aquel silencio que invade mis oídos en las tardes más perfectas.
Siempre soñé con trabajar en esté lugar, siempre y desde muy joven solía venir, las personas que antes lo frecuentaban han sido ahuyentadas por este grupo de seres vivientes, totalmente carentes de sentido alguno, personas que vienen simplemente porque es el lugar de moda o porque salió en una revista. ¿Qué sentido tiene venir y pedir una soda? Me pregunto en silencio mientras sirvo innumerables jugos de naranjas para chicas bellas. Me sonríen y preguntan por mi nombre, les sonrío de vuelta y en silencio me retiro, ignorando su existencia. No me interesa ese tipo de persona, ni ahora ni nunca. Pero insisten y continúan pidiendo y pidiendo bebidas tan tontas como ellas, me piden que les recomiende algo, les sonrió y le indico en silencio la fotografía de un café. Me miran espantadas y dicen que quieren cuidar sus dientes, yo solo pienso en lo vanos que son sus argumentos, si quieren cuidar sus dientes, entonces están en un lugar equivocado, deberían ir a un dentista no a un café. Finalmente se marchan no sin antes preguntar nuevamente por mi nombre, les digo que no es necesario pues ya no pienso trabajar más.
Una vez que me he librado de aquellas chicas camino de un lado a otro atendiendo a todas esas personas aburridas y llenas de simplicidad. Temo entonces que este 24vo trabajo terminará el día en el que empezó, no planeo trabajar más, ni bien acabe mi turno renuncio, y mis ojos indecisos miran de rato en rato el reloj, buscando en algún lugar un motivo para quedarme. Ya no hay clientes y el café está solitario y silencioso, que hermosos luce así, me apoyo en el mostrador para mirar fijamente la puerta esperando quizás que aún llegué un milagro, algo que me haga cambiar de parecer. Sobre aquella habita un enorme reloj rojo, lleno de letargos pasados y de vidas futuras. Las horas se hacen largas, aburridas, tediosas. Faltan unos cuantos minutos y seré libre, sonrío para mi pensando en que al llegar a casa volveré a tomar el periódico para buscar un nuevo trabajo.
Entonces entra el, invadiendo cada centímetro del lugar con su belleza, sus labios rojos y su piel blanca son como el atardecer cuando se hace noche, así de perfectos; el cabello negro que enmarca sus mejillas y aquella sonrisa tan brillante, tan bella que me invita a mi a sonreír por inercia, son el complemento perfecto de aquella belleza tan especial. Y tiene magia y elegancia al caminar, mis ojos simplemente no de despegan de el; estoy totalmente cautivado por su lento caminar, aquel que muere en la mesa más cercana a la ventana, se ha sentado en la misma en la que yo solía pensar durante horas. Lleva delicadamente sus manos hasta sus mejillas y generando un pequeño puchero crea la expresión perfecta, aquella que te dice que el solo piensa en una cosa: un café. Me acerco sonriente a el, me mira con cierta sorpresa mientras yo el ofrezco el menú, examina pausadamente aquel conjunto de letras como si su sed no le permitiera entender bien lo que lee. De repente sus ojos brillan y se posan sobre aquel exquisito liquido color noche, mi corazón late rápidamente al sentir que después de todo no tendré que renunciar. Baja la mirada intentando que yo no me de cuenta de que ve discretamente su billetera, como deseando tener más dinero del que ya tiene. Sus ojos pierden brillo y sus labios me piden algo que su garganta no desea: un jugo de naranja. Le sonrío y camino hasta la barra, es la preparación más lenta de mi vida, temo que tomé rápidamente aquella bebida y que se marche dejando una especie de vacío confuso.
Me mira de rato en rato mientras preparo el jugo, noto en su mirada que muere de sed, caminó lentamente hasta el y le entrego su jugo, sonríe de vuelta y empieza a jugar con el vaso. Vuelvo a mi puesto y desde ahí lo observo en silencio, me fascina la idea de observarlo y descubrir en el hasta el mínimo detalle que me diga como es en realidad. Intento adivinar cual es su nombre y a qué se dedica; busco desesperadamente en cada textura de su ser algo que me de más información. Toma de a pocos el jugo color naranja y de rato en rato me mira, me sonrojo pero no puedo despegar mi mirada del el. Pero la magia llega a su fin, se ha agotado su bebida, triste miró el reloj, aún quedan 5 minutos para poder renunciar o ir detrás de el. Se acerca a mi y pregunta cuanto es, le sonrío de vuelta y caminó hasta la caja registradora. Extrañamente no dejo de sonreír desde que el entró al local, le susurro el costo de su consumo y el me paga, es un momento de gloria en el que nuestras manos rozan levemente al recibir el monto de aquella bebida tan vana.
Entonces me mira y pregunta por mi nombre, me apoyo en la barra y lentamente le digo que me llamo Kyuhyun; no necesito preguntarle por el suyo pues me mira con aquellos ojos brillantes y dice llamarse Sungmin. Que nombre tan hermoso tan perfecto para el, describe incluso aquel color indescriptible que tiene su alma. Nos quedamos como tontos mirándonos unos segundos más, como buscando en nuestros ojos más preguntas, pero no son necesarias, ya nos conocemos. Queda un minuto y podré ofrecerle un delicioso café, le sonrío intentando prolongar el momento, esperando que no se de vuelta y se marche. Los sesenta segundos más largo de mi vida, en los que pienso en mantenerlo a mi lado. Está a punto de irse, pero no lo permito y en un intento desesperado le tomo de la mano, se sonroja y sonríe, viéndonos totalmente tontos, con una sonrisa nerviosa en los labios y los ojos perdidos en los del otro. Miró rápidamente el reloj, ha terminado mi agonía, le suelto la mano y me quito el mandil, por la puerta entra mi reemplazo, le sonrío y camino hasta el bello Sungmin, quien me mira asustado.
- ¿quieres tomar un café?- le pregunto tímidamente mientras sus ojos se abren de par en par- acabo de terminar mi turno y desde que entraste solo he pensado en invitarte un café- sonrío de nuevo.
- No es la primera vez que te veo... no me recuerdas, ¿verdad? Yo solía ser mesero en este café, siempre te observaba como tu lo has hecho hoy conmigo, siempre desee invitarte un café, pero... siempre te ibas antes de terminar mi turno.- me sorprendo y bajo el rostro pues siento que mi rostro esta muy rojo- quiero ir a tomar ese café contigo...- agrega tomando de mi mano una vez más. Le sonrío y salimos juntos, no sé que estará por suceder entre los dos, solo que ambos deseamos mucho tomar una buena taza de café.
FIN
Titulo: Coffee
Fandom: Super Junior
Parejas: KyuMin
Clasificación: Angst
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.
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COFFEE
Cuatro de la tarde, mi primer día de trabajo, bastante aburrido ya que me la he pasado sirviendo bebidas que ni al caso; nadie parece entender que esto es un café. Nadie parece ser capaz de apreciar este hermoso lugar en el que el aroma a café recién pasado se mezcla con una especie de esencia bohemia; son tan ciegos que no ven como en el aire se esparce el alma de un cigarro ya extinto. Todos están empeñados en hablar, cada uno más fuerte para lograr, así, ser escuchados, matando por completo el ambiente, irrumpiendo el precioso silencio, ¿acaso nadie puede ser capaz de comprender que el silencio es la mejor melodía del mundo? Aquel silencio que rodea y envuelve a un escritor sin ideas, aquel silencio que invade mis oídos en las tardes más perfectas.
Siempre soñé con trabajar en esté lugar, siempre y desde muy joven solía venir, las personas que antes lo frecuentaban han sido ahuyentadas por este grupo de seres vivientes, totalmente carentes de sentido alguno, personas que vienen simplemente porque es el lugar de moda o porque salió en una revista. ¿Qué sentido tiene venir y pedir una soda? Me pregunto en silencio mientras sirvo innumerables jugos de naranjas para chicas bellas. Me sonríen y preguntan por mi nombre, les sonrío de vuelta y en silencio me retiro, ignorando su existencia. No me interesa ese tipo de persona, ni ahora ni nunca. Pero insisten y continúan pidiendo y pidiendo bebidas tan tontas como ellas, me piden que les recomiende algo, les sonrió y le indico en silencio la fotografía de un café. Me miran espantadas y dicen que quieren cuidar sus dientes, yo solo pienso en lo vanos que son sus argumentos, si quieren cuidar sus dientes, entonces están en un lugar equivocado, deberían ir a un dentista no a un café. Finalmente se marchan no sin antes preguntar nuevamente por mi nombre, les digo que no es necesario pues ya no pienso trabajar más.
Una vez que me he librado de aquellas chicas camino de un lado a otro atendiendo a todas esas personas aburridas y llenas de simplicidad. Temo entonces que este 24vo trabajo terminará el día en el que empezó, no planeo trabajar más, ni bien acabe mi turno renuncio, y mis ojos indecisos miran de rato en rato el reloj, buscando en algún lugar un motivo para quedarme. Ya no hay clientes y el café está solitario y silencioso, que hermosos luce así, me apoyo en el mostrador para mirar fijamente la puerta esperando quizás que aún llegué un milagro, algo que me haga cambiar de parecer. Sobre aquella habita un enorme reloj rojo, lleno de letargos pasados y de vidas futuras. Las horas se hacen largas, aburridas, tediosas. Faltan unos cuantos minutos y seré libre, sonrío para mi pensando en que al llegar a casa volveré a tomar el periódico para buscar un nuevo trabajo.
Entonces entra el, invadiendo cada centímetro del lugar con su belleza, sus labios rojos y su piel blanca son como el atardecer cuando se hace noche, así de perfectos; el cabello negro que enmarca sus mejillas y aquella sonrisa tan brillante, tan bella que me invita a mi a sonreír por inercia, son el complemento perfecto de aquella belleza tan especial. Y tiene magia y elegancia al caminar, mis ojos simplemente no de despegan de el; estoy totalmente cautivado por su lento caminar, aquel que muere en la mesa más cercana a la ventana, se ha sentado en la misma en la que yo solía pensar durante horas. Lleva delicadamente sus manos hasta sus mejillas y generando un pequeño puchero crea la expresión perfecta, aquella que te dice que el solo piensa en una cosa: un café. Me acerco sonriente a el, me mira con cierta sorpresa mientras yo el ofrezco el menú, examina pausadamente aquel conjunto de letras como si su sed no le permitiera entender bien lo que lee. De repente sus ojos brillan y se posan sobre aquel exquisito liquido color noche, mi corazón late rápidamente al sentir que después de todo no tendré que renunciar. Baja la mirada intentando que yo no me de cuenta de que ve discretamente su billetera, como deseando tener más dinero del que ya tiene. Sus ojos pierden brillo y sus labios me piden algo que su garganta no desea: un jugo de naranja. Le sonrío y camino hasta la barra, es la preparación más lenta de mi vida, temo que tomé rápidamente aquella bebida y que se marche dejando una especie de vacío confuso.
Me mira de rato en rato mientras preparo el jugo, noto en su mirada que muere de sed, caminó lentamente hasta el y le entrego su jugo, sonríe de vuelta y empieza a jugar con el vaso. Vuelvo a mi puesto y desde ahí lo observo en silencio, me fascina la idea de observarlo y descubrir en el hasta el mínimo detalle que me diga como es en realidad. Intento adivinar cual es su nombre y a qué se dedica; busco desesperadamente en cada textura de su ser algo que me de más información. Toma de a pocos el jugo color naranja y de rato en rato me mira, me sonrojo pero no puedo despegar mi mirada del el. Pero la magia llega a su fin, se ha agotado su bebida, triste miró el reloj, aún quedan 5 minutos para poder renunciar o ir detrás de el. Se acerca a mi y pregunta cuanto es, le sonrío de vuelta y caminó hasta la caja registradora. Extrañamente no dejo de sonreír desde que el entró al local, le susurro el costo de su consumo y el me paga, es un momento de gloria en el que nuestras manos rozan levemente al recibir el monto de aquella bebida tan vana.
Entonces me mira y pregunta por mi nombre, me apoyo en la barra y lentamente le digo que me llamo Kyuhyun; no necesito preguntarle por el suyo pues me mira con aquellos ojos brillantes y dice llamarse Sungmin. Que nombre tan hermoso tan perfecto para el, describe incluso aquel color indescriptible que tiene su alma. Nos quedamos como tontos mirándonos unos segundos más, como buscando en nuestros ojos más preguntas, pero no son necesarias, ya nos conocemos. Queda un minuto y podré ofrecerle un delicioso café, le sonrío intentando prolongar el momento, esperando que no se de vuelta y se marche. Los sesenta segundos más largo de mi vida, en los que pienso en mantenerlo a mi lado. Está a punto de irse, pero no lo permito y en un intento desesperado le tomo de la mano, se sonroja y sonríe, viéndonos totalmente tontos, con una sonrisa nerviosa en los labios y los ojos perdidos en los del otro. Miró rápidamente el reloj, ha terminado mi agonía, le suelto la mano y me quito el mandil, por la puerta entra mi reemplazo, le sonrío y camino hasta el bello Sungmin, quien me mira asustado.
- ¿quieres tomar un café?- le pregunto tímidamente mientras sus ojos se abren de par en par- acabo de terminar mi turno y desde que entraste solo he pensado en invitarte un café- sonrío de nuevo.
- No es la primera vez que te veo... no me recuerdas, ¿verdad? Yo solía ser mesero en este café, siempre te observaba como tu lo has hecho hoy conmigo, siempre desee invitarte un café, pero... siempre te ibas antes de terminar mi turno.- me sorprendo y bajo el rostro pues siento que mi rostro esta muy rojo- quiero ir a tomar ese café contigo...- agrega tomando de mi mano una vez más. Le sonrío y salimos juntos, no sé que estará por suceder entre los dos, solo que ambos deseamos mucho tomar una buena taza de café.
FIN
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