Fanfic Serial: Whispers - Cap. 1

Autor: Kainet
Titulo: Whispers
Capitulo: Capitulo 01
Fandom: Super Junior
Parejas: Sichul / Hanchul
Clasificación: Angst / Au
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.

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Whispers

"Y como un torbellino de susurros
Él invadió cada centímetro de mi piel.
Se adueño de mis noches
Y trastornó mis días.
Después de conocerlo,
Nunca volví a ser el mismo..."

By. Hangeng

Primera Parte.

China, siete de la mañana. Voy caminando por uno de los grandes centros comerciales que mi madre suele recorrer; mi mirada es fría y quizás algo distante. Pese a ser considerado alguien amable, nunca he dejado de ser tan distante de las personas. Es un miedo terrible a acercarme a los demás, quizás es la huella que él dejó muy dentro mío. Quizás es la evidencia de este amor que aún no logro dar por olvidado. Si tan solo pudiera volver en el tiempo y borrar de su memoria todo; si tan solo pudiera volver y evitar que nos conociéramos. Mis manos tiemblan mientras busco evitar las lágrimas. Cierro los ojos: estoy mareado, siento que todo da vueltas y mi corazón se aflige. Mantengo la compostura mientras a mi memoria vuelven incesantemente sus recuerdos: el aroma de su piel, la suavidad de su piel, la sensación que su cabello generaba cuando lo acariciaba al dormir. Nos quedamos sin tiempo, no quedamos sin susurros. Este es mi destino, este es mi lugar. Respiro profundo, mis manos ya no tiembla, mis ojos están secos y el mareo ha desaparecido. Estoy en China, no en Corea del Sur. Me repito una y otra vez dónde estoy, qué tierra piso y que este es mi destino; sólo me queda aceptarlo. Estoy en China y nunca más volveré a Corea, el ya debe haber empezado a vivir su vida de nuevo; no existe motivo para detenerse en un momento de la vida. Sí, estoy en China; en mi lugar, siguiendo los pasos de mi destino.

-¿Hangeng? Hijo, apresúrate… llegaremos tarde.- Mi madre camina hacia mí, toma de mi brazo y orgullosa me guía hacia la tienda de ropa para caballeros. Se ve tan feliz, tan viva, tan hermosa. Este es mi lugar, este es mi destino. Una vez más me perdí en su recuerdo y como no hacerlo si lo tengo impregnado en mi piel, cómo dejar pasar todas aquellas memorias que cultivamos en Corea del Sur. Mi mejor amigo, mi enamorado eterno, Mi Heechul.- Hijo, el terno azul te quedará precioso con la corbata que tu padre te ha comprado…- Comenta ella mientras, en silencio, camino al vestidor. Una vez dentro me recuesto sobre la pared fría. Me duele la cabeza, quizás son las lágrimas que debo detener. Llevó mis manos hacia mi cabeza y fuertemente la sujeto: deseo que el dolor de mi cabeza desaparezca, deseo que con el todo mi pasado se borre.
-Madre…- le hago saber que estoy listo, ella entra y me acomoda un poco la camisa. Alista mi cabello y da el visto bueno con una enorme sonrisa: es hora de ir a conocer al socio de mi padre y a sus hijos.

De camino a la limosina mi corazón vuelve a agitarse, mi respiración se entrecorta y mis lágrimas, traicioneras, intentan escaparse de mi gélida faz. Miró hacia la ventana desesperado, intentando despejar la mente, intentando no llorar. Este es mi destino, este es mi lugar. Siempre lo supe, no comprendo por qué duele tanto aceptarlo. Este es mi destino, este es mi lugar.

**

Fue corto, pero hermoso. Fue suave, pero muy profundo. Fueron escasos meses que cambiaron su vida. Sus ojos no volvieron a mirar como antes; no, sus ojos no retornaron al pasado, sus ojos se volvieron dependientes de aquel ser tan complicado, tan aparentemente perfecto; pero tan frágil y torpe en sus momentos más reales. Su vida cambió, sus labios olvidaron las palabras; su boca solo sabía pronunciar su nombre, una y otra vez, lenta y suavemente, solo sabía decir: Heechul. Se enamoró, sí, Hangen se enamoró. Se enamoró como nunca antes lo hizo, se enamoró tanto que durante aquellos días, solo supo una frase en coreano: saranghae.

Todo empezó aquella mañana en la que sus amigos coreanos lo llevaron a comprar unas revistas; el clima era frío y sus manos estaban congelándose en aquel lugar tan nuevo. Fue en busca de “algo” que no encontraba en China. En busca de una aventura que le cambie la vida, como le llamaban los otros. Fue rápido, el flechazo que atravesó su corazón novato; una rápida mirada, que atravesó su alma; una coqueta sonrisa, que derritió el hielo de una vida sin amor; una persona tan única, que lo cambió por completo. Ahí estaba, en la tienda de la esquina: su aventura; su imborrable recuerdo de Corea del Sur. Hangeng caminó torpemente hasta quedar un poco cerca de aquel chico tan precioso, bajó la cabeza con un poco de timidez y cogió la misma revista que tenía el otro entre sus manos. El chico de cabellos rojos sonrió coqueto, y pretendió no mirarlo; cuando Hangeng solo lo miraba a él. Y se quedaron así durante una hora, luego dos, luego tres; y los amigos de Hangeng se cansaron de las sonrisas tontas y las miradas furtivas, en silencio empezaron a alejarse hasta dejarlos solos. No comprendían el interés del chino por aquel chico, pero realmente no importaba; la luz de sus ojos se había encendido y eso superaba a cualquier explicación lógica.

-¡Ni hao! Wo de ming zi shi Hangeng- dijo cuando su paciencia fue superada por sus latidos. Estaba nervioso, no lo pudo ocultar, estaba contento, tampoco pudo esconderlo cuando el otro sonrió confundido. Hangeng no podía pensar en otro idioma, no podía. Intentó pero no pudo, y en el rostro del otro, una señal de ternura, apareció. Tapo su boca para ocultar aquella risa burlona y contagiosa, que le robó el corazón al chino desde el primer momento.
-No ye entiendo… nunca aprenderé chino- mintió cuando lo único que deseaba era aprender las palabras más hermosas en aquel idioma para decírselas al oído.-Tendrás que aprender coreano…- dijo antes de tomar otras revistas y caminar cual princesa hasta el mostrador. Hangeng le siguió con la mirada, en total silencio, jurándose a sí mismo que aprendería aquel idioma tan difícil de pronunciar, tan complicado de recordar.

**

Este es mi lugar, me repito una y otra vez mientras mi camino se acorta, cada vez estoy más cerca de mi destino. Un suspiro se me escapa cuando el auto se detiene. Aquí estoy, en China, en mi lugar. Camino lento, con la cabeza agachada, directo a mi destino. Mis manos tiemblan, mis pensamientos están confusos, es mi destino, pero le tengo pánico; lo supe siempre, siempre lo supe. Mi madre habla rápido, no le entiendo, solo pretendo seguirla en silencio, “escuchando” sus consejos. El ambiente se llena a olor a jazmín, sé que ellos están cerca. La familia amiga que ahora no extiende la mano para continuar con el negocio de mi familia en Corea del Sur, la próxima vez que lo vea, él me odiará y como juró aquella noche: pasará de largo sin siquiera detenerse a mirarme. Eso dijo en aquel mensaje de voz que dejó en mi celular, aquel mensaje en el que se le iba la voz al ahogarse en sus lágrimas. Aquel mensaje en el que me susurro en chino cuan dolido estaba su orgullo. Sus ultimas palabras, siempre las recordaré. Levanto el rostro, sonrió hipócrita, ahí está la familia Choi. La hija mayor y el segundo hijo y heredero.

***

Esa fue la primera vez que lo vi. Tenía el rostro entumecido; como si hubiera sufrido demasiado. Mi hermana se enamoró de él desde aquel momento, lo pude ver pues sus palabras escasearon y sus gestos se hicieron torpes. En su rostro apareció un sonrojo y suplicante me miró con aquel rostro que siempre ponía cuando quería que yo me acerque a quien le interesaba. De no haber sido por la motivación de ella, nunca hubiera pasado de un saludo cordial en aquella cena familiar.

-Hola, un gusto, me llamo Choi Siwon y ella es mi hermana Choi Young Mi…- sonreí hipócrita. El nos miró atento y luego se presentó. Su coreano era muy bueno, muy pulido, debo confesar que me sorprendió e intrigó deseaba la razón a su bilingüismo.
-Young Mi, es un nombre hermoso… “eterna belleza” si no me equivoco…- dijo galante a lo que mi hermana y por poco se desmaya.
-Es cierto…- contestó ella con el corazón en las manos, estaba completamente enamorada. Pero algo en él me intrigaba; algo me hacía dudar, ya no quería conocerlo por mi hermana. Quería conocerlo para descubrir aquel secreto que guardaban sus ojos casi llorosos y sus labios nerviosos.

Él, Hangeng, fascinaba a todos, deslumbraba más que yo. Y desde un primer momento, lo envidié. Y sus palabras, me hicieron envidiarlo más. Aquella amistad que empezó por mi hermana, su futura esposa, nos hizo muy unidos. Tan buenos amigos que en una noche solitaria le me confesó su secreto. Juré nunca decirlo, y hasta ahora lo guardo como el secreto más oculto de mi vida.

Hangeng empezó a contarme sobre aquella persona que dejó en Corea. Aquella a la que amó y ama con cada centímetro de su ser. Aquel chico de rasgos femeninos, que según él idiotizaba a cualquier persona. Primero me lo describió, tan bien, tan detallado, que nunca necesité una foto suya, yo ya lo tenía dibujado en mis pensamientos, y luego en mis sueños.

Continuará…