16 may 2010

Oneshot - Hanchul/Sichul - ABRIL

Autor: Kainet
Titulo: ABRIL
Fandom: Super Junior
Parejas: HanChul/SiChul
Clasificación: Angst
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.

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ABRIL


Te extraño ¿Está mal? No lo sé, deseo verte, hablarte o simplemente escucharte pero me es imposible. Desearía poder ser como el viento que se esparce libremente por todos los lugares de este mundo tan sin sentido, desearía serlo y llegar a ti con la facilidad de un segundo. No obstante, no lo soy, solo soy yo, quien te tiene lejos, quien te extraña en demasía. Mis manos tiemblan y sienten frío, mis manos saben que tu piel ya no les pertenece. Abril está tan alejado de ti, tan partido en dos que casi ya no puedo respirar y dicen que si puedo, que debo seguir sin embargo me siento débil y perdido, tan dolido y tan herido. Tus palabras amables se han borrado de mi realidad, tu sonrisa tonta y tu mirada confusa. Nunca nos volveremos a ver ¿Verdad? Me abrazo a mí mismo mientras observo el amplio océano ante mis ojos. Extraño tus caricias, tus delicados brazos rodeándome y tus susurros recordándome que siempre hemos sido y seremos solo amigos. Me quieres así, dijiste luego de mi torpe confesión. Fui un tonto, te ignoré sin saber que pronto te marcharías de mi lado. Pensé que siempre podía mantenerme en mi actitud caprichosa, me equivoqué, te perdí o te dejé ir, aún no sé cual de la dos fue, solo sé que ya no estás aquí. Una suave melodía romántica suena a lo lejos, no sé si es coincidencia o simple destino. Solo sé que lastima mi corazón. “Hyung” tu hermano menor me llama a lo lejos, solo quedamos él y yo en esta escondida ciudad. Volteo los ojos distraídos a verlo, aún es un niño pero me quiere mucho. Después de todo, los tres hemos crecido juntos. Juntos como hermanos, a pesar de que yo no soy un hermano real. Simples vecinos desde que tenemos uso de razón. Aún recuerdo cuando te vi por primera vez, teníamos unos seis años, tu unos cinco y ese pequeño a penas y cumplía los tres. Tu madre y tú llegaron a Corea del sur a tus dos años, naciste allá pero creciste aquí y tu hermano menor nació aquí. Muy diferentes los dos a pesar de ser hermanos. Empezando por la nacionalidad y luego el nombre. Asumo que es porque no son del mismo padre. Pese a que tu padre murió allá nunca dejaste de querer saber sobre él. Tu padre coreano te ama tanto, tanto como a su hijo pero tú has decidido irte y dejarnos. “Hyung” llama de nuevo tu hermano menor. Lo continúo mirando, en total silencio, no tengo mucho que decir, solo pensar en lo mucho que te extraño. Jala de mi brazo, pronuncia palabras simples más no lo comprendo. Le sonrío mientras finjo estar bien, pero no lo estoy: esta distancia está matándome. “Hyung, mamá te invita a comer, vamos” atino a escuchar cuando el pequeño me empieza a guiar hasta su casa. Acepto feliz, después de todo en mi casa nadie cocina para mí. Mamá y papá paran trabajando y mi hermana vive en su propio mundo; un mundo tan ajeno al mío, tan desconocido. Estamos frente a tu casa, el pequeño me sonríe y me empuja para entrar. A sus trece años no comprende lo que alguien con mis dieciséis siente por su hermano. Tu madre me abraza y besa mi mejilla, me conoce más que mi propia madre, incluso cuando no estás aquí, todo está tan lleno de tu presencia. Tu padre me saluda formal y reprocha al pequeño por ser tan juguetón conmigo. Tu familia se convirtió en la mía, poco a poco con tu calidez evitaste que yo me convierta en uno más de aquellos que llenan las calles de esta pequeña ciudad. Observo detenidamente toda tu casa, recordando con cada rincón algo de ti y algo de mí. Cuando íbamos juntos al colegio, ya que yo me negué a ir sin ser tu compañero. Dejé de asistir un año, para nivelarnos y pese a que eso mancho mi historial académico a mis siete años eso no importaba. Incluso ahora, no importa. El pequeño me mira atento mientras esperamos sentados en la sala que el almuerzo esté listo. Tu padre nos mira de rato en rato y esboza una sonrisa nostálgica. Sé que en su formalidad y en su mutismo él también te extraña. A los minutos, tu madre, con una enorme sonrisa, nos llama a la mesa. Nos sentamos los cuatro y pretendemos no mirar aquel sitio vacío, tu sitio. Sitio, en el que por error, tu madre ha colocado un plato vacío. Todos te extrañamos, a nuestra manera y con nuestra propia intensidad. Algunos sonríen amables y fingen tomarlo a bien, así son el pequeño y tu hermosa madre; otros nos mantenemos en silencio y fingimos que no es algo tan importante, como tu padre y yo. Las horas pasan entre bromas y comidas deliciosas y el almuerzo se hace eterno. Cuando estabas aquí era todo tan rápido, parecía que disfrutábamos demasiado y el tiempo nos quedaba corto. “Omma, oppa, que hyung se quede a dormir” chilla el menor con una enorme sonrisa mientras jala de mi brazo, le sonrío. No sería la primera vez, después de todo, cuando tú estabas aquí yo solo dormía dos noches en mi casa. El resto del tiempo me la pasaba en tu casa, en tu habitación. Ha pasado ya un mes desde que me has dejado, desde entonces no había vuelto aquí. Pero creo que el pequeño me ha extrañado. Me llama hyung y sus ojos se iluminan. No permitiré que se quede sin sus dos hyungs, al menos a mí, me tendrá cercano, pese a nuestras diferentes edades.

Abril, ¿Cuántos años han pasado? No lo sé. O quizás sí, pero es doloroso pensar en que han pasado tantos sin una carta o una llamada. Duele saberte lejos, cada día más distante. “Hyung” una voz varonil suena a mis espaldas. El pequeño ha crecido mucho, me sobrepasa en altura, te sorprenderías de tan solo verlo. Volteo a mirarlo y le sonrío. Nos hemos hecho tan buenos amigos a lo largo de todos estos años. Me sonríe de vuelta con esa hermosa sonrisa que ahora conquista a muchas chicas en su academia. “Siwonie… ¿No deberías estar en el colegio?” cuestiono mientras lo observo acercarse hasta donde estoy, todos los años vengo, todos los años me siento en el mismo lugar, a recordarte. Él saber perfectamente y sabe que nada puede hacer para evitar la nostalgia que envuelve toda su familia en días como estos. “No podía concentrarme en clase pensando que Hyung estaría solo aquí…” sonríe galante mientras pasa su brazo alrededor de mis hombros. Ya no es tan infantil como antes, a sus dieciséis años se ha vuelto muy maduro y muy educado, viva imagen de su padre. A sus dieciséis años, tu hermano se ha vuelto mi mejor amigo. Ninguno vuelve a decir nada. Nos quedamos en silencio, mirando el océano que nos separa de ti. Dejando que la nostalgia invada cada rincón de nuestros corazones. Dejando que la mañana se vuelva tarde y la tarde se vuelva noche. Así transcurre el primero de abril, fecha de tu partida hace tres años. Con la noche el cielo se viste de estrellas ¿Puedes verlas desde China? Esa pregunta nunca tendrá respuesta. Apoyo mi cabeza sobre el hombro de Siwonie y cierro los ojos para dejar que el cansancio de no hacer nada más que sentir tristeza me arrebate de la realidad. A un lugar donde quizás todo se vuelva mejor. Un lugar donde volvemos a nuestros días de secundaria en los que éramos amigos.

Me he quedado dormido. Al menos eso es lo que pienso al abrir los ojos y descubrir el frío extinto del puerto. Ya casi es de madrugada y todas las luces están apagadas, mi cuerpo arde. Miró a mi costado. Tu hermano me tiene entre sus brazos, me da calor, ambos en su cama. Es un sentimiento extraño. No lo comprendo. Desde que te marchaste me he quedado a dormir en su habitación pero nunca habíamos tenido esta cercanía. Sus labios rosados están cerca de los míos, puedo sentir su respiración y su belleza masculina me envuelve en un hechizo. Quiero probar esos labios. ¿Qué me sucede? Su expresión es tierna, inocente pero todo su cuerpo derrocha sensualidad. Algo muy diferente a lo que yo solía sentir en tus brazos cuando teníamos su edad. Siwon, has crecido mucho. Realmente lo has hecho. Y durante todos estos años, has cuidado de mí. Cuando yo debí ser quien cuidara de ti. “¿Sucede algo?” pregunta mi pequeño ante mi mirada analítica. Me aparto del abrazo, torpemente, como deseando no hacerlo. Se termina de despertar y me mira asustado. “Debería irme a casa…” susurro en medio de la más callada madrugada de nuestras vidas. Algo ha cambiado con tu hermano. Hangeng, algo ha cambiado con el pequeño. ¿O acaso yo he cambiado? Mis ojos se llenan de lágrimas, no debería verlo como lo vi hace minutos. No, a él no. No lo quiero perder como te perdí a ti. No, no quiero. No puedo sentir por él lo que siento por ti. No, Hangeng, finalmente he dicho tu nombre, no quiero perder a tu hermano. “Hyung…” susurra al ver mis lágrimas impotentes, trato de cubrir mis lágrimas pero no puedo, quita mis manos y me mira directamente. Sus ojos son todo menos los de un niño. “Lo extrañas mucho ¿Verdad?” pregunta manteniendo la mirada fija en mis ojos, dejándome sin escapatoria. Si supiera que en este preciso momento lloro por él. Asiento en silencio a lo que me jala hacia sus brazos y me estruja entre ellos. “No te dejaré ir en ese estado” ordena por primera vez. Me aferra a él con un aire posesivo. Se siente bien. Mis manos acarician su espalda, su piel quema bajo su ropa. Sus manos acarician mi espalda, esto no es normal. Lo miro a los ojos, brillan de forma distinta. Y esta madrugada que se vuelve más cálida con el paso de los segundos. “Hyung… yo…” susurra acercando sus labios a los míos. Quiero besarlos. Lentamente, casi con miedo, vamos reduciendo las distancias. Entre caricias torpes. Mi primer beso, su primer beso. Explora mi boca de forma torpe y delicada a la vez. “No me digas hyung… nunca más” respondo cuando nos separamos ante el aire escaso. Sonríe pícaro, como si hubiese esperado ese permiso durante toda su vida. Poco a poco, lentamente, vamos deshaciéndonos de la ropa. Aumentando la temperatura de una noche fría. Desnudos, nuestros cuerpos se fusionan en uno. Mi primera vez, su primera vez. Somos torpes, pero algo sabemos de esto. Me mira con miedo, sé que dolerá pero no hay marcha atrás. Me abro de piernas y lo espero. Besa mi frente y entre delicadamente en mí. Duele. Lloro. Besa mis labios y pide disculpas. Trata de salir pero lo detengo. He dicho que no hay marcha atrás. Clava sus ojos en los míos y continúa su faena. Mordemos nuestros labios para que nadie nos escuche. Mordemos nuestras bocas en beso para ahogar la pasión. Si sus padres nos escuchan sería el fin de algo que acaba de empezar. Me abrazo a él, araño su espalda mientras las embestidas se vuelven más rápidas como placenteras. Hoy, en abril, hemos empezado a amarnos. Tu pequeño hermano y yo.

La mañana llega con rayos solares que iluminan nuestros cuerpos desnudos. Los pasos lejanos de tu madre me despiertan y corro al baño a bañarme, no sin antes cubrir al pequeño con las sábanas para que nadie nos descubra. Desde el baño escucho su nerviosismo, desde el baño escucho algo que quizás no debí escuchar. Su madre, alarmada le dice que ha vuelto. ¿Quién ha vuelto? Luego de unos minutos el silencio invade su habitación. Camina hacia el baño y entra. “Hyung” dice con la mirada en el piso. Me apresuro a besarlo y advertirle que no vuelva a llamarme así. “Heechulie… él ha vuelto.” Susurra con los ojos llenos de lágrimas. Los míos también se llenan de lágrimas, mas no por su regreso, tampoco por la larga espera sino porque mi pequeño no se ve bien. “¿No deberíamos estar felices?” le susurro mientras lo jalo dentro de la ducha para atrapar sus labios bajo el agua fría. “Tú lo amas ¿Verdad?” pregunta tras el beso. Bajo la mirada. Lo amé. Pero en algún momento, me enamore del pequeño. Ante mi silencio intenta salir de la ducha pero lo abrazo por detrás y beso su espalda húmeda. “Lo amé. Pero ahora estoy enamorado de ti…” confieso ante sus lágrimas. Repentinamente se voltea hacia mí y atrapa mis labios. Sonríe feliz bajo las gotas de agua y me abraza. “Yo siempre he estado esperando que me digas esto…” confiesa él. ¿Siempre? Me cuestiono. Ahora no puedo dejar de pensar en todo el dolor que pude haberle causado mientras me envolvía en mi tristeza ante la partida del mayor.

Bajamos juntos, riendo como siempre. Él está ahí, en el asiento que durante mucho estuvo vacío. Nos mira y corre a saludarnos, nos abraza y luego llora. Pide disculpas por su ausencia, lo disculpamos y luego nos sentamos a la mesa a desayunar. Mi pequeño come rápido y sale feliz al colegio. Somos más que ayer y eso lo lleva escrito, imaginariamente, en su frente. Lleva mi marca bajo su piel y yo llevo la suya.

“Heechul, hablemos…” me pide el mayor una vez que estamos solos. Caminamos en silencio hacia el puerto donde nos vimos la última vez y estamos ahí durante unos minutos, en silencio total. “Te extrañamos demasiado” le sonrío haciéndole saber mi felicidad de saberlo cerca de nuevo. Baja la cabeza y luego sonríe. “¿Todavía sientes eso?” pregunta directamente. Sonrío cínico y ante sus ojos llenos de sorpresa niego con la cabeza. “Te amé y mucho, te esperé y mucho… pero en algún momento me enamoré de Siwonie” confieso mientras noto que sus ojos se abren de par en par, su seriedad se borra y aparece esa amable sonrisa que tanto añoré durante todos estos años. “Siempre he creído que hacías mejor pareja con él que conmigo…” me sorprende y luego me cuenta de que siempre me quiso como su amigo, que nunca dejó de pensar en mí. Pero que fue, quien tempranamente, notó los sentimientos del pequeño a sus trece años. Luego vino mi confesión, luego se marchó. Lo necesitaba, dijo. Lo necesitábamos, pienso. Fueron años dolorosos para los tres, pero finalmente se ha acabado todo. Y nuestras sonrisas vuelven a ser las mismas. Como si no hubieran pasado los años, como si nunca lo hubiera amado de esa manera. Como si siempre hubiese estado destinado al pequeño. “Soy feliz por ustedes dos… los apoyaré siempre.” Sonríe de nuevo. Las horas se han pasado volando, es casi la hora de salida del colegio de Siwon. Me apresuro en despedirme de mi viejo y nostálgico mejor amigo y corro a recoger a mi novio.

“Dejé que el tiempo pasara, Heechul. Quizás demasiado…” susurró Hangeng antes de tirar aquella carta de amor que había escrito para su mejor amigo. Aquella carta en la que le decía que finalmente comprendía que lo quería. En la que finalmente le correspondía sus sentimientos. La carta flotó en el mar, flotó hasta un lugar lejano, uno donde nadie pudiera enterarse de que Hangeng, estaba enamorado del él.


FIN

2 comentarios:

  1. me encanto weeee
    jajajajajja es lo maximo
    tu ya sabes q me encanto mas XD
    y me llego al alma XD jajjaja
    si en especial cuando pusiste
    "Lleva mi marca bajo su piel y yo llevo la suya." waaa casi muero

    sigue escribiendo weee
    <3

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  2. "...incluso cuando no estás aquí, todo está tan lleno de tu presencia."
    me mato de pena esa frase, me acorde que Hangeng no está y que Heechul se siente así.
    Me encanto! demasiado, reitero adoro como relatas y todas tus historias. espero próximas :)
    animo en la universidad!

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