4 jun 2010

Fanfic Serial: Monster Cap. 8

Autor: Kainet
Titulo: Monster - The dance of the shadows-
Capitulo 08: Defeat.
Fandom: Super Junior
Parejas: Sichul / varias
Clasificación: Angst
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.

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Capitulo Octavo: Defeat.

Quise ser siempre esto, me preparé durante mucho para ganarme la confianza de los mayores, para ser uno de los elegidos. Tengo en la cabeza todas aquellas noches de luna en la que me criaron para ser un arma asesina de chupa sangres. Camino apresurado, pensando cómo explicar mi actitud, mis sentimientos, me han citado en el palacio cercano al internado. Mis maestros deben estar alertados, después de todo ellos pueden saber lo que pienso y siento. Todo ha pasado tan repentinamente, aún puedo sentirlo entregándose a mí como si fuera un humano, aún puedo sentir cómo me adueñé de él como si yo, también, fuera un humano. Mi cuerpo tiembla al recordar sus besos, ardientes, sangrientos, con esa frialdad que denota el pecado en sus sentidos. Con esa vida que no es vida, la cual emana de sus ojos; con esa sonrisa encantadora que me roba el aliento. ¿Mi lucha? Si analizo todo, nunca fue una lucha mía, a mí me criaron para odiarlos, pero nunca tuve nada en su contra. Nunca experimenté ese odio que mis ancestros sintieron cuando fueron condenados por su raza. Sí, porque hubo un momento en los que los míos y los suyos convivieron juntos, no obstante dos soñadores rompieron las reglas, dos personas como Donghae y yo. Quienes cometieron el pecado de enamorarse de un distinto. Una distinguida chica de élite, enamorada de un perro guardián y plebeyo. Así somos Donghae y yo, el pertenece a la aristocracia no viviente y yo al clan, a la manada de sirvientes que se rebelaron contra su amo. Yo pertenezco a esa raza de perro que mordió la mano de su amo. Su mundo está entre las rosas y el olor a sangre, entre la elegancia y el desenfreno por una gota de vida que haga menos dolorosa su agonía. Mi mundo transcurre en un encadenamiento sucesivo desde hace más de mil años. Él cree que la muerte le traerá la felicidad, yo creo que la inmortalidad me lo traerá a él.

-¿Qué sucede?- preguntó asustado Leeteuk mientras sentía que el corazón de su sirviente se agitaba con miedo.- ¿estás sintiendo algo?- cuestionó ante el silencio del otro.
-Su don, está despertando…- susurró el menor antes de que los dos pudieran escuchar un grito ensordecedor que provenía desde la habitación de Ryeowook y Zhou Mi. Ambos corrieron en esa dirección, todo el internado se vio alborotado ante los gritos de dolor del recién convertido. Zhou Mi lo abrazaba tratando de contener su dolor pero nada podía hacer, los dolores de cabeza de Wookie sobrepasaban el dolor mismo. Leeteuk intentó hipnotizar al pequeño, de esa manera su don despertaría sin ocasionarle mucho sufrimiento, usualmente eso hacía con los vampiros jóvenes pero ni siquiera su poder pudo aliviar esa agonía.
-Kangin, rápido, llama a Siwon, Hangeng y Donghae…- ordenó Leeteuk mientras con la mirada ordenaba a Zhou Mi que lo siga con Wookie en brazos.

Como si no hubieran sido marcados por un destino fatalista, como si solo fueran dos personas que se amaban, dormían plácidamente los dos vampiros: Heechul, con el pecho descubierto, aferrado al delicado pero fuerte cuerpo de Siwon; quien lo apresaba entre sus brazos. Sus respiraciones eran serenas, sus expresiones faciales también. De repente los golpes en la puerta los alarmaron, rápidamente entró Hangeng y les contó sobre lo que le sucedía a Wookie. Heechul se colocó algo de ropa y corrió a ver a su amigo, seguido de su príncipe de las tinieblas y del chico de origen chino.

Siempre creí querer ser esto, cuando me dijeron que era elegido me sentí bendito, sin embargo, hoy los traiciono. Tras la cachetada de mi maestro vinieron las replicas de todos mis compañeros. Mil y un reproches, mil y un preguntas, acusaciones. Sentí que caía en un pozo sin fondo, sentí soledad por primera vez en mi vida. ¿Dongie, vives esta soledad día a día? ¿Cómo puedes tener una sonrisa en tus labios cuando vives esto todos los días? Sí, él vive esto a diario, es su castigo: la soledad eterna. ¿Podré ser capaz de volver y extinguir esa soledad? Algo en mí siente que nunca volverá, algo en mí siente que pronto estaremos juntos. ¿Por qué estoy tan decidido a dejar que sentimientos ilógicos me derroten? ¿Por qué es que he decidido dejar de hacer lo que siempre hago y dejar de ser lo que siempre fui por protegerlo? ¿Tanto lo amo? ¿Tanto como para soportar el castigo de la institución? El dolor en mi cuerpo se intensifica, están siendo brutales con mi castigo, se han vuelto animales y maltratan mi cuerpo, lo laceran esperando que muera en sus manos. Prefieren asesinarme a verme perdido en el pecado. Pero no tienen idea de lo difícil que ha sido para mí el sobreponer mis sentimientos a una causa arcaica y sin sentido. ¿Venganza? ¿Acaso no tienen suficiente castigo con vivir eternamente en la soledad? Yo acabo de descubrir que no los odio, yo siento pena por ellos. Espérame un poco más, cuando sanen los golpes mi cuerpo; cuando las heridas en mi alma estén selladas, volveré a tu lado y podremos estar juntos. Me pertenecerás, seré tuyo para siempre, Donghae.

Tras la paliza que le dieron los de su especie, Kibum terminó inconsciente y se quedó para ser cuidado por el anciano de su clan. Su maestro ya le había advertido, no volvería jamás a la secundaria, enviarían a otro licántropo para asesinar a Lee Donghae y luego a Choi Siwon. Intentó oponerse pero su cuerpo estaba demasiado golpeado. Durante su inconsciencia tuvo un sueño hermoso, recordó aquella hermosa última noche en la que ambos se dejaron llevar por sus instintos.

No sabían cómo habían llegado a ese lugar, simplemente estaban ahí, sin poder negar más sus instintos. Kibum acorraló con fiereza al vampiro y empezó a besar su cuello. No necesitaban tónico alguno, estaban extasiados el uno del otro. La ropa medieval que llevaba el vampiro fue rasgada inmediatamente por el licántropo. Ninguno quería llevar algo en el cuerpo que le recuerde lo que era, no en ese momento. Donghae rompió la camisa colegial del otro y se apresuró a recorrer con sus manos fría, todo aquel cuerpo tan caliente. Frio y caliente, ambos fueron entrelazándose en besos y caricias. Habían roto muchas reglas y no estaban dispuestos a detenerse. Donghae estaba en una inspección, vestido aristocráticamente para ocultar sus deseos más profundos con una sonrisa tonta. Kibum estaba en examen, evitando los llamados de su maestro. No le importó más, se levantó de su carpeta y cruzó la reja que separaba los dos internados, caminó unos minutos y lo vio, en medio de todo su clan. Como si fuera automático, Donghae volteó en su dirección, no escuchaba sus pensamientos pero conocía de memoria su esencia. Caminó con elegancia y se perdió en el bosque para luego pedirle al cachorro que se vaya. Kibum, en silencio, lo tomó de la mano y se lo llevó bruscamente. No se negó, no quería hacerlo, aquella iniciativa del cachetón lo emocionaba demasiado. Y ahí estaban, frente a frente, besando sus pieles tan diferentes en temperatura. “No podemos hacerlo ni a tú manera, ni a la mía” rió el vampiro a lo que Kibum se sonrojó en su silencio. “Seamos humanos al menos hoy…” respondió el licántropo mientras clavaba un beso apasionado en los labios sonrientes del bufón. Donghae se recostó en silencio en el suelo frío de aquel lugar y abrió sus piernas esperando que su cachorro se acerque. Sus ojos felinos concentraban demasiada lujuria ellos, no soportó más y se abalanzó sobre el no viviente. Apresuradamente devoró el miembro de este mientras preparaba su entrada, Hae mordía sus labios con desenfreno, tratando de reprimir sus gritos pero era casi imposible. Finalmente, cuando ya estaba listo, Kibum entró en su interior y sin esperar a nada empezó a moverse. “Cachorro~ con cuidado que me rompes…” dijo divertido Hae mientras soportaba el peso del otro en su cuerpo. Estaban frente a frente de modo que el cachetón solo sonrió tímido para luego clavarle un beso en los labios; ahogando sus gemidos. Las embestidas no cesaron, tampoco se hicieron más lentas y delicadas. Era algo difícil, para Kibum controlar su instinto animal, lo tenía muy a flor de piel cuando perdía los papeles con Hae. El ritmo no se detuvo, no tenían intensión de detenerse, solo querían amarse de esa forma tan primitiva para ambos. Pero un portazo los detuvo. Un hombre de edad adulta tomó del cuello a Kibum y selo llevó bruscamente. Hae intentó seguirlos pero sus pensamientos fueron interceptados por los de Siwon quien le ordenó que vuelva al internado o se encargaría de asesinar al cachorro.

Tendido en el césped, con los ojos cerrados y esbozando una sonrisa tierna, descansaba Kangin. Había sido agotador el calmar el dolor de Wookie, pero así como apareció, desapareció, atrapándolo en un profundo sueño del cual no despertaba en dos días. Suspiró recordando los días en los que era aprendíz, en los que era un simple niño que seguía a todas partes a su amo y señor Leeteuk. Todos los vampiros vivían para los Choi, pero él, al no ser parte del clan de las rosas, le dedicaba su existencia a Leeteuk. Ese cariño, ese respeto que poco a poco evolucionó en amor fue creciendo incluso con su edad. Ahora seguía siendo menor pero ya era un hombre. Recordó cuando de pequeño, su querido hyung le contaba historias de los descendientes de las rosas, sobre las batallas con los licántropos, aquellas eternas batallas en las que usualmente todo terminaba en tragedia. “Pequeño, mi niño…” susurró Leeteuk sentándose a su lado para luego acariciar sus cabellos como cuando era un niño.

-¿En qué piensas?- cuestionó con los ojos carmesí llenos de ternura a lo que el otro le sonrió en silencio para luego dejarse acariciar cual niño pequeño.
-En todas las historias que me contabas de pequeño.- respondió con una enorme sonrisa.- yo amo tanto a los tuyos, pero sobre todas las cosas, te amo a ti.
-Pequeño…- sonrió el mayor para luego besarlo en los labios- ¿Quieres escuchar otra leyenda?- Kangin solo asintió en silencio mientras recostaba su cabeza sobre las piernas del mayor, quien continuó acariciando sus cabellos.- Dicen los más ancianos que todos los legados tienen un fin ¿Lo sabías? Antes de los Choi dominaron otros y antes de esos otros hubieron otros…- se pausó para sonreírle al menor.- Los Choi dominan desde que yo desperté en este mundo, no recuerdo quienes fueron los anteriores pero sé que no eran tan pacíficos y elegantes como los de mi familia. Eran asquerosos seres que se dedicaban a atacar a los seres humanos. Pero llegaron a un fin, no porque los míos los derrotaron, sino porque cuentan las leyendas más ocultas, existe una profecía. Existe siempre un elemento que genera caos y destrucción en los clanes de las rosas.- Kaing miró asustado a Leeteuk.- No sé cuando se cumplirá la profecía de este clan, no sé si empezará mañana o si ya empezó o si de repente, ni tu ni yo logremos ver el cumplimiento de la tal… solo sé que es algo oculto. Dicen que entre nosotros nacerán traidores, no se sabe cuántos, solo se sabe que ellos traerán al acabose a nuestra raza, a nuestro dominio y darán apertura a un nuevo legado. Dicen que uno se entrelazará con los otros, dicen que otro se quedará ciego ante una pasión, dicen… dicen que habrá muchas muertes de inocentes como de personas malas… humanos y vampiros se unirán en contra de otros vampiros, las razas se mezclarán y no existirán más los clanes… eso dicen, un vidente nacerá de una tragedia y dentro de las familiar no existirá la lealtad, la locura invadirá nuestra soledad y nos mataremos entre nosotros… dime pequeño ¿Te asusta pensar en un futuro como ese?
-Si estamos juntos, nada me asusta… nada me asusta más que el perderte… respondió Kangin para luego levantarse y abrazar a su amo- no eres menos humano que yo, no soy menos vampiro que tú… somos uno Leeteuk, donde tu estés, yo estaré. ¿Entendido?

“Ineficiente” sentenció el inspector de los Choi mientras miraba con reproche a Hangeng, este tenía la cabeza agachada y escuchaba atento todos los reproches, no obstante ninguno venía de parte de su amo y mejor amigo Siwon. Sus palabras no dejaron de ser hirientes, de acusarlo ni de señalarlo. De buscarle un castigo, quizás la muerte, a lo que Siwon se negó rotundamente. Simplemente debía volver a su casa, a sus orígenes para estudiar un poco más las artes ocultas de la medicina china. Simplemente debía pasar más tiempo con aquella familia que dejó a los ocho años para vivir bajo el mando de los Choi. Pero no iría solo, iría acompañado de Wookie para buscarle calma a esos terribles dolores de cabeza que luego lo dejaban inconsciente durante días. Y con ellos dos viajaría Zhou Mi, designado guardián del enfermo debido a s fuerza y agresividad. Partirían en pocos días, Hangeng soportó en silencio algunos reproches más hasta que se le ordenó dejar la habitación. Caminó durante unos minutos, intentando comprender por qué no había podido aliviar el dolor del recién convertido, no tenía sentido. Caminó hasta el patio sur donde la luna brillaba con toda su intensidad. Sus ojos se volvieron fieros al notar que la luna estaba llena y de que dos aromas se mezclaban en el ambiente. Lentamente sus ojos inocentes empezaron a tornarse de un tono rojizo para luego mostrar sus afilados colmillos al perro rabioso que se escondía entre los arbustos. Un nuevo licántropo, alguien que buscaba asesinar al señor Choi. Hangeng saltó sobre este y empezaron una lucha sangrienta que terminó prontamente debido a la brutalidad con la que el chino atacó. Entre sus manos un licántropo se desangraba, no podía beber esa sangre, se infectaría con el gen de los lobos. Cargó el cuerpo inerte y tras colocarlo sobre un montón de piedras le prendió fuego. No podía dejar tan tentadora bebida ante sus hermanos. Alguien del clan podría ser débil y no tolerar su sed de sangre y beber de esa sangre infectada. Dando nacimiento a un ser sin forma y atormentado por una vida sin sentido. Limpió sus manos de la sangre en un estanque de agua que estaba cerca cuando de repente, en el reflejo rojo de este vio a un pequeño. Lo miraba asustado. Sus ojos escarlata se volvieron normales, sus colmillos se ocultaron y volvió a ser Hangeng.

-No te haré daño- sonrió
-Lo sé.- contestó el menor acercándose- Gege… me enamoré de nuevo, de ti, sé que no me correspondes, que nunca lo harás es por eso que yo… me iré. Te dejaré, nada sé de tu pasado, ni de tu dolor, he sido egoísta al querer que cures mis heridas cuando yo soy incapaz de curar las tuyas… volveré a Canadá y rezaré porque encuentres la paz.- Hangeng no respondió nada, simplemente colocó dos de sus dedos sobre sus labios y tras tenerlos ahí unos momentos guió esos dedos hacia los labios de Henry, un beso. No podía darse el lujo de amar a alguien, solo lo lastimaría. Lo mejor sería dejarlo partir. Sería lo mejor. Henry se quedó estático, sintiendo el frío de los dedos del otro sobre sus labios, sintiendo un poco de los labios del mayor. Un beso indirecto, pero un beso.
-Adiós- finalmente dijo el vampiro antes de desaparecer en la noche. Henry sabía de la llegada de los inspectores, de modo que no podía acercarse más y volvió por donde había venido. Sintiendo su corazón latir demasiado fuerte, sintiendo un poco de ese amor que tanto le negaba el otro.

Continuará…

1 comentario:

  1. waaaaaaaaaaaaah KiHae ? T---T

    elbeso indirecto dle final me gusto muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho!!

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