16 ago 2010

Fanfic Serial: My english teacher - Cap 2

Autor: Kainet
Titulo: My english teacher
Capitulo: Capitulo 2
Fandom: Super Junior
Parejas: Sichul / Kihae / Hanry
Clasificación: Angst / AU
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.

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CUATRO


Cuatro punto uno: Juguete.

Llegó a casa, todo estaba a oscuras y se sentía un viento frío recorrer cada rincón de la habitación. Las ventanas estaban abiertas y a su lado las cortinas se movían al compás de la briza invernal. El profesor dejó caer su mochila sobre el sofá marrón que había en su sala de estar. Sin prender las luces, siguió caminando, inspeccionando el lugar: había alguien en su casa. Sonrió de lado, algo demasiado extraño en él; al menos a la vista de quienes lo conocían fuera de casa. De repente su cuerpo se vio aprisionado en un abrazo delicado. Aquellas manos delgadas empezaron a acariciar su cintura de manera insinuante para luego empezar a desabotonar aquella casaca pesada de invierto. Kibum volteó a mirar a su visitante y en la oscuridad sus ojos encontraron a aquella persona, su juguete. Cuerpo delgado, fino, piernas y brazos largos, piel blanca y cintura estrecha. Pese a tener un cuerpo tan femenino, era un chico. Sus ojos grandes y alargados brillaron al descubrir una mueca en forma de sonrisa en Kibum. Su nariz era algo larga y sus labios delgados. Aquel joven se deshizo del polo del cachetón y luego se apoderó de su cuello donde fue dejando marcas de su deseo. Kibum alzó en brazos el frágil cuerpo de aquel chico y lo guió hasta el sofá donde se sentó para seguir dejando al otro que se apodere de su piel. –Oppa…- susurró con una voz femenina y sexy.- Sé que amas que te diga así…- dijo aquel chiquillo de unos diecisiete años. Kibum acarició sus piernas encontrándose con la sorpresa de que el menor estaba usando una falda de colegiala. Demasiado sexy como para resistirse. Guió sus manos hacia el cuerpo de quien tenía encima y en forma salvaje empezó a deshacerse de las prendas de vestir. -¿Te crees chica?- se burló para luego ubicar al más chico sobre sus piernas y sin previos introdujo su miembro en él; lo que provocó un adolorido grito. –Duele.- se quejó el pequeño para luego acomodarse y empezar a moverse sobre el miembro del otro. Siguieron moviéndose lentamente durante algunas horas, a la luz de la luna y con el frío invernal que caracterizaba las noches en aquella ciudad. Tras llegar a su límite ambos se unieron en un abrazo cansado y se dejaron caer en el suelo de la sala de estar, sobre la alfombra siguieron unidos, dejando ver su piel brillar por las gotas de sudor; la única prueba de lo que habían hecho anteriormente. -¿A qué debo tu repentina visita?- preguntó con tono sarcástico, el mayor. El otro se quedó en silencio y bajó el rostro para ocultarlo en el cuello de su hyung. No deseaba hablar al respecto, era consciente de su posición y eso, en cierta medida, lo hacía sentir mal. Juguete, eso era para Kibum, y aunque doliera, era la única manera que tenía para estar cerca de él. –Oppa, quiero más.- finalmente dijo con una sonrisa cínica para luego subirse sobre el otro quien estaba tendido en el piso.- Adoro ir arriba.- susurró sobre los labios del profesor para empezar a moverse de nuevo, sintiéndolo en su interior.

Nunca me ha dicho su nombre, nunca se lo he preguntado. ¿Cómo lo conocí? Iba a ser alumno de la academia pero aquella vez nos encontramos en el baño antes de la clase y él nunca entro a la suya. Aquel día llegué tarde a mi primera clase, nos vimos unos segundos en el lavamanos y a los minutos estábamos en uno de los cubículos, entregándonos el uno al otro. Fue instantáneo. No lo amo, pero tampoco lo odio. No tenemos una relación, de tiempo en tiempo viene y nos acostamos al día siguiente los dos seguimos con nuestras vidas. Esa regla, le dejé clara desde el primer día en el que estuvimos juntos. Dudo que me ame, no existe alguien capaz de hacerlo, pero sé que le agrada el tiempo que pasa conmigo. Nunca me pregunta nada sobre mi vida, lo mismo conmigo. Para ser frescos, solo somos compañeros de cama, eventualmente. Sin compromiso alguno, solo nos usamos mutuamente para satisfacer nuestras necesidades. No sé su nombre, no obstante le he puesto uno. –Kenny- susurró mientras lo siento abrir los ojos pesadamente. Me mira con sueño y yo río. -¿Quieres comer?- pregunto mientras intento levantarme del suelo. –Oppa… más.- dice con los ojos brillosos y las mejillas rojas. Asumo que se irá un tiempo y por eso está insaciable el día de hoy. Vuelvo a reír y lo jalo hacia mí, está vez el está debajo, lo abro de piernas y volvemos a empezar. Lo vuelvo a embestir, pero no, ya no soy delicado con él, quiero cansarlo de una buena vez para poder cenar algo, hacer mis tareas y preparar la clase de mañana.

La mañana llegó, como era de esperarse, para cuando Kibum despertó, Kenny se había marchado. Dio vueltas en su cama con mucha flojera. El reloj marcaba ya las once de la mañana, había faltado a una clase en la universidad e iba a llegar tarde a una reunión de profesores: aquel chiquillo no había parado en toda la noche. No cenó, ni hizo la tarea, ni preparó la clase para aquella tarde. Gruñó un poco sintiendo dolor en todo el cuerpo. Llevó una de sus manos hacia su cuello donde tenía una marca bastante notoria de la pasión de su acompañante nocturno. Renegó tocando aquel lugar mientras se levantaba y caminaba hacia el baño donde pudo observar como su piel se iba tornando roja: la marca era demasiado grande y notoria, tras bañarse se colocó una chalina ancha para cubrir aquello y salió de camino a su siguiente clase en la universidad, no iba a llegar a tiempo a la reunión de profesores. Cuando estaba por entrar en su salón su celular empezó a sonar, sin fijarse lo tomó y contestó. -¿Qué quieres?- su rostro rápidamente cambió de frío a enojado. –Hijo, feliz cumpleaños.- saludó su madre. Kibum no contestó y cortó la llamada para luego apagar el aparato. Entró en clase y siguió con su rutina diaria.

Si falta el día de hoy, serán cuatro días sin su asistencia. No es que me importe, simplemente me indigna lo irresponsable que puede llegar a ser. Hace diez minutos que empezó la clase cuando de repente escucho unos pasos agitados acercarse y luego la puerta se abre: es él, llegó corriendo. Me sorprendo y lo miro atento, sonríe ampliamente; trata de peinar un poco su cabello mientras entra en el salón haciendo una venia, se ubica frente a mi carpeta y torpemente saca sus libros. –Fish… you’re late.- intento ser sarcástico a lo que me mira y sonríe. Pero por alguna razón su sonrisa ya no es como la de la primera vez en que lo vi entrar por esa puerta. Algo en él ha cambiado, ahora tiene un aire algo melancólico, triste, quizás.- I’m sorry, my dad… está enfermo.- dice para luego bajar la mirada hacia su cuaderno y empezar a copiar lo que he escrito en la pizarra. Debo admitir que me ha dado risa su oración bilingüe pero más allá de eso, su pronunciación ha mejorado un poco. Lo analizo de rato en rato. Se ve muy triste pese a que sonríe como siempre. Pero ¿Por qué? Ahora si me intriga demasiado, puedo llegar a decir que me intriga.

¿Fish? Es la segunda vez que me dice así. El otro día busqué en el diccionario, significa pez. ¿Soy un pez para él? Y de repente, de la nada, ante tal pensamiento, estallo en risas en plena clase. Me mira entre enojado y confundido. Me disculpo y sigo prestando atención a su clase, más que eso, a él. Me gusta mirarlo, he descubierto algo: se pone nervioso cuando le sonrío. Quizás le agrado aunque no lo quiera aceptar. Quizás… momento. Hoy, hoy es su cumpleaños, es por eso que decidí venir a esta clase. Me enteré anoche mientras revisaba el perfil de profesor que está en la página web de la academia. Me levanto rápidamente de mi asiento, me mira serio, sé que me odia por interrumpir su clase, pero es demasiado importante. –Happy Birthday, Kibumie- gritó a lo que todos nos miran atentos, minutos después noto que su enojo y más que eso su rostro está totalmente sonrojado. Mis compañeros se levantan se sus asientos y junto a mí empiezan a cantar la canción de cumpleaños. A los minutos nos detenemos y aplaudimos, estoy feliz muy feliz de que alguien como él exista en mi vida siento que…

-Feliz cumpleaños- dice un chico interrumpiendo mis pensamientos.- Kenny, alumno transferido.


Cuatro punto dos: Celos.

Lo odio, trata de ser amable con todos, incluso es divertido, pero yo lo odio. Usualmente me agradan las personas que sonríen tanto como él pero cómo detesto que se le acerque mucho a Kibum. Detesto que siempre llegue temprano con esa ropa cara y esos gestos ‘cute’ que a mí me resultan aberrantes. Lo odio y mucho. No lo soporto, me pide que seamos amigos, lo miro serio y sigo escribiendo. No me interesa su amistad. Lo odio porque Kibum lo llama por su nombre, como si se conocieran y hay cosas pequeñas, que ante todos pasan desapercibidas pero para mí no. Como si existiera un código secreto entre ambos. Kenny Woo, te odio desde hace diez minutos en que malograste mi sorpresa de cumpleaños para Kibum, my english teacher. Odio como se miran, porque se miran, odio que se haya sentado a mi lado y prácticamente me haya despojado de mi sitio frente a Kibum. Como detesto su risa estrepitosa y sus gestos amanerados. ¿Será gay? No soy nadie para juzgarlo, es decir a mí también me gusta un chico, pero vamos, que no sea tan obvio, ni las estúpidas que siempre le toman fotos a mi Kibum son tan obvias. Me he puesto de mal humor, cada vez que el profesor me mira finjo no verlo y escribo lo que dicta. Estoy enojado, no solo con el nuevo, también con él. Sí, con él. Por ser amable con ese Kenny y a mí tratarme como si fuera un simple pez.

Llego enojado al hospital a penas y saludo a las enfermeras y entro donde mi padre, mamá aún no ha llegado así que me siento a verlo dormir. El peligro ha pasado, papá ha vuelto en sí y ahora su salud está estable. Pese a que estoy feliz por esto, sé por los doctores que a mi padre no le queda mucho tiempo de vida. Me han dicho que esté preparado, que una recaúda más y termina todo, pero ¿Cómo estar preparado para ver morir a tu padre? No tiene sentido ni desde el ángulo más frío de la visión de un ser humano. Eso me tiene triste, con la cabeza en las nubes y ahora ese tal Kenny que parece haber cautivado a Kibum con su estúpido acento raro para pronunciar el inglés. ¿De cuando acá Kibum es tan sociable con los demás? Me sorprende, me intriga.

-¿En qué piensa mi hijo, el chico más guapo de Seúl?- preguntó su padre abriendo pesadamente los ojos para ver a su hijo.- Tu hermano se fue hace media hora. Está tan maduro, me sorprende. – comentó para despejar aquel gesto de preocupación y enojo en su menor hijo.
-Es raro ¿No? Hace unas semanas lo único que hyung sabía hacer es pelear por comida, pero hoy es todo un hombre.- rió bromeando a lo que su padre sonrió. Pero no, no podía engañarlo, algo sucedía con él.
-Pequeño ¿Qué tal las clases con ese profesor anti-lee?- bromeó a lo que se dio cuenta que el rostro de su hijo de descomponía, se borraba su sonrisa y sus ojos se ponían algo húmedos, como si deseara llorar.- ¿Te ha tratado mal?
-No, simplemente no me trata. Es una persona bastante fría. Pero sabes…- dudo en decirlo.- Papá, él es bien atento con un alumno nuevo. No entiendo por qué si yo soy más lindo…- bajó la cabeza derrotado, a lo que su padre guió una de sus manos y acarició sus cabellos.
-¿Celos?- Donghae lo miró alarmado- Descuida, son normales cuando uno se enamora.
-Yo… no… padre… - levantó el rostro con un notable sonrojo- ¿Te he decepcionado?- nunca le había dicho a su padre que le gustaban los chicos y al parecer este ya estaba al tanto de esto.
-No. Estaría decepcionado si me fuera de este mundo sin haber visto a mi pequeño Donghae enamorarse por primera vez. Dime ¿Es muy guapo?- bromeó a lo que el menor empezó a llorar.
-No tienes idea.- dijo entre sollozos para luego saltar sobre su padre y empezar a llorar.
-Pero nuestro querido Donghae también es guapo, nada tiene que envidiarle a los chicos esos que salen en la televisión. Algún día, nuestro tímido Donghae saldrá bailando en televisión y será muy famoso. Miles de chicos y chicas lo miraran deslumbrados por su belleza y talento. Ten por seguro eso.
-Appa…- Donghae se aferró a los brazos de su padre como si fuera un niño pequeño.
-Demuéstrale el encanto de los Lee, así conquisté a tu madre, con una gran y brillante sonrisa en los labios y palabras tontas saliendo de ellos. ¿Cómo crees que tu hyung se casó con esa hermosa mujer? Es el encanto de los Lee.

Papá siempre es así, positivo en cualquier situación. Es quizás el responsable de que yo sea así también. Aunque claro, no soy tan fuerte como él. Pero, espero, algún día serlo. Hoy lloré, como nunca antes. Lloré tanto que mis ojos arden demasiado. Siempre he sido un llorón, pero desde que papá fue desahuciado, no había llorado una sola lágrimas. Salvo las veces que vi dramas románticos con mamá y mi cuñada. Aquellos días en los que papá aún podía estar en casa, días en los que él y mi hermano se burlaban de mí por llorar viendo cosas ‘para mujeres’. Ya casi con las seis de la mañana, hace dos horas salí de la habitación de papá y comencé a dar vueltas por los alrededores del hospital: esperando tener la suerte de topármelo, después de todo, dijo que vivía por aquí. Veo un supermercado, entro y compro algunas cosas. Juguetes y golosinas para animar a mi padre. Está solitario debido a la temprana hora. Asumo que Kibum debe estar durmiendo en este preciso instante.

-¿Sólo va a llevar esto?- preguntó la dueña con tono algo prejuicioso a lo que Donghae volteó a ver a quien se encontraba en la caja.
-Sí. ¿Existe alguna penalidad?
-Eres menor de edad, no puedo vender preservativos a un chiquillo. Deberías ir a la secundaria en lugar de comprar estas cosas.- reprochó la mujer. A Donghae se le hizo graciosa la escena mas continuó comprando sus dulces.
-Alumno Lee…- se le acercó esa persona. Eres el alumno Lee, ¿Verdad?
-¿Eh?- Dongie volteó encontrándose cara a cara con la persona que menos deseaba ver: Kenny Woo.- ¿Qué haces aquí?- preguntó con cierto enojo.
-Ehm… vivo por aquí, soy vecino de Kibum opp… hyung. – sonrió- Oye ¿Eres mayor de edad? Realmente necesito comprarlos...- señaló una caja de preservativos.
-Lo siento, no lo soy.- respondió aún más enojado. ¿Vecino de su Kibum? Quizás eso explicaba la cercanía y ¿Qué era toda esa desesperación por conseguir preservativos?
-Oh diablos… se va a enojar. Bueno, llevaré estos…- sacó unos dulces y algunas cosas más mientras la mujer del estante los miraba, luego de unos segundos dejó de mirarlos y Donghae presenció como aquel chiquillo guardaba en su bolsillo la caja de preservativos y le hacía señas para que le guarde el secreto.- Bien, si no puedo… usted sabe… comeré dulces con mi novia.- sonrió inocente mientras la señora lo miraba desconfiada.
-¿Chiquillo? ¿Viste que tu amigo deje la caja en su lugar?- preguntó mirando directamente a Donghae quien solo asintió en silencio, sintiendo que odiaba aún más a ese tal Kenny. Luego de unos minutos salieron juntos del supermercado.
-Muchas gracias. Oh cierto, no le digas a nadie que Kibum y yo somos vecinos, sería poco ético y nos metería en problemas. – ante la advertencia, Donghae hizo un gesto para despedirse.
-Hey…- el menor corrió a darle el alcance.- No comas muchos dulces, engordarás- bromeó pero Donghae no rió, usualmente era de risa fácil pero cuando tenía cerca a ese chico sentía que la sangre le hervía.- Me voy, nos vemos en clase.- sintió asco de tan solo pensar en que podría volver a encontrárselo. El reloj marcó las siete de la mañana y el día ya se le había agriado. No quería saber nada de nadie y cual niño infantil fue a su casa a encerrarse, no tenía ni ganas de ir a la clase de inglés.


Cuatro punto tres: Clase.

Mi primera clase fue un desastre, estaba tan nervioso que la clase se me salió de las manos, primero estaban todas esas chiquillas que me tomaban fotos y me preguntaban mil cosas sobre mi vida personal menos sobre la clase. Que si tengo novia, que si deseo tenerla o por qué no la tengo. Cuándo es mi cumpleaños, cuales son mis pasatiempos y la más difícil de evitar: ¿Por qué el heredero de la Corporación Choi debe trabajar? Sonreía tímidamente mientras ignoraba las preguntas y seguía con mi fallida primera clase. Desde que entré lo reconocí, el chico que casi atropello; me odia, lo sé por su mirada fría y sus gestos de asco al verme. No me presta atención alguna, es como si yo no existiera, mas puedo asegurar que toma apuntes ya que todo el rato está escribiendo en su cuaderno. Al menos alguien presta atención. Hoy es mi tercera clase, entro al salón y caigo en cuenta de que aún es temprano, no hay nadie, me siento mientras pienso cómo hacer que hoy me presten atención. No siempre puedo ser amable, he notado que por serlo la mayoría de mis alumnos se aprovechan de esto. Escucho risas escandalosas, sonrío pensando que ya llegaron mis alumnas pero al levantar la vista me encuentro con esa mirada de odio de aquel chico que casi atropello, se llama Kim Heechul. Es bastante femenino, no solo en su físico sino en sus gestos y forma de caminar, incluso al vestir. El día de hoy ha venido con ropas diferente, está con un buzo naranja algo llamativo; no obstante, normalmente trae ropa que solo mi hermana usaría. Pantalones pegados, de color rojo y una polera ancha, hasta donde sé esa es moda femenina, pero quién soy yo para juzgarlo. Si le gusta ser así, entonces, que sea así. Le sonrío pero el vuelve a seguir hablando por su celular, por cierto es rosado. Sus cabellos están recogidos en una media cola y aunque no tenga perforaciones en las orejas, desde este ángulo se ve como una chiquilla de diecisiete años, lo raro es que es incluso mayor que yo. Tiene veintidós años pero se ve tan joven, no es que tener veintidós sea signo de vejez es solo que luce como un chico de secundaria media. Corta la llamada y abre su cuaderno, nunca he visto su letra o lo que escribe, me intriga estoy por acercarme a decirle algo cuando cierra su cuaderno de nuevo y se levanta de su asiento.- La clase no empieza aún ¿No?- me pregunta de forma seca y cortante. Asiento en silencio. –Iré al baño.- indica antes de salir del salón y junto con él mi oportunidad de hablar un poco más y finalmente pedirle disculpas debidamente por aquel incidente con mi auto. Estoy seguro que por ese motivo es que me odia.

-Diablos.- renegó Heechul encerrándose en el baño y tomando entre sus manos su celular.- ¿Por qué he hecho esto? Debo estar loco.- se dijo a sí mismo mientras miraba la pantalla de su celular, estaba en modo grabadora. ¿Por qué lo había grabado? Todo ese teatro que hizo para entrar en el salón, en el que supuestamente hablaba por teléfono cuando simplemente intentaba tomarle una foto a aquel estirado profesor.- Yo tratando de sacar una foto y termino grabando. ¿Cómo demonios voy a hacerle el voodoo si tengo video y no foto?- continuó reprochándose mientras miraba fijamente la grabación. Algo raro sucedía con ella, los tres minutos y medio que grabó a su odiado profesor, fueron tres minutos y medio en los que él miraba fijamente a la cámara. O lo miraba a él o se había dado cuenta de que estaba grabándolo. Pero era imposible que lo mire, lo más probable es que se haya dado cuenta quizás por eso se le empezó a acercar cuando dejó de grabar.- demonios, encima quedé como un acosador.- tras renegar un poco más salió y lavó su cara, fingir que nada pasaba era buena estrategia, en el peor de los casos negaría todo y lo haría quedar como pervertido al otro. Volvió al salón esperando que los demás hayan llegado pero se equivocó, el salón seguía vacío y el profesor seguía estático en su carpeta. Volteó hacia él y le sonrió logrando que Heechul sienta un enfado repentino. -¿Por qué no empiezas la clase?- preguntó con arrogancia. A lo que el otro se acercó un poco y se sentó frente a él. -¿Qué?- el mayor casi lo asesina con la mirada a lo que Siwon bajó el rostro. –Aún no llegan los demás, el reglamento dice quince minutos de tolerancia. Sabes o quería…- entró en pánico de pensar que le hablaría de la grabación así que simplemente volteó el rostro y miró hacia la puerta con desinterés.- Mira, si no pones orden, nunca dejarás de ser un profesor mediocre. Empieza la clase, si se atrasan, se atrasaron… es su problema, no el tuyo. Así la siguiente vez llegarán temprano. Sería bueno si tomas un examen sorpresa mañana, así aprenderán a repasar las clases…- dicho esto sacó su cuaderno y empezó a tajar su lápiz. Siwon sonrió feliz, al parecer no lo odiaba tanto ya que le había dado un valioso consejo sobre cómo lidiar con chiquillos. Quiso decir algo más pero llegaron dos chicas más. Respiró profundamente y caminó hacia la pizarra.- Kim, thanks. Let’s start the class…- indicó a lo que las pequeñas se sorprendieron y empezaron a tomar apunte de lo que enseñaba.

La clase empezó, sinceramente, no me interesa. Tajo bien mi lápiz y empiezo a dibujar, el día de hoy es Ichigo, de Bleach. Me da risa cómo lo voy dibujando, amo dibujar en chibi es muy divertido. Me entretengo en los trazos y en los que borro, en lo que coloreo y lo que no. La forma grande de los ojos y la boca pequeña en forma de curva. Los pelos parados y la nariz pequeña. Debajo de uno de sus pies empiezo a dibujar una silueta, el dibujo de hoy será: el profesor que murió por el ataque de un Ichigo gigante. Que divertido es matar a mis personajes. Sigo entretenido, tan entretenido en mi dibujo que ni siquiera noto que la clase ya no sigue su curso.

-¿Alumno Kim?- pregunta su voz a lo que su sombra cubre mi cuaderno. Levanto la cara de forma cínica y lo miro enojado.
-¿No fuiste tú quien me pidió que sea un mejor profesor? ¿Qué haces dibujando en plena clase?- toma entre sus manos mi cuaderno y empieza a mirarlo, sus ojos se van haciendo más y más grandes: yo no tomo apuntes, yo solo dibujo en clase.- Vaya, he vivido engañado pensando que te esforzabas pero todo lo contrario. ¿Cómo me pides que sea mejor profesor si tú no eres un mejor alumno?
-Tsk, no me juzgue. Solo haga su clase, a mí no me interesa aprender el idioma, la bruja loca me inscribió. Si repruebo me botan de la casa y consigo lo que quiero. Siga su clase, ignóreme, así todos seremos felices.
-Hablas como si la vida fuera muy simple y fácil.- se ve más enojado. Quizás ofendido.
-No me venga con que su vida es difícil y complicada, es decir, todos en este salón sabemos que el maestro Choi se pudre en plata y que este es un simple capricho del heredero de la corporación Choi. ¿Un ataque de vocación, acaso? Solo siga su clase y déjeme en paz.
-Go out of my class, now. - Ordenó enojado para luego seguir con su clase, ante mi indiferencia alza la voz.- I said, get out!- su voz resonó en todo el salón a lo que tomé mis cosas y me largué azotando la puerta.

Ahora lo detesto más, no puedo llegar a casa a esta hora, esa bruja me retará, caminó lentamente hasta la biblioteca y me refugió en mis libros de shinigamis. Ah, que aburrida es mi vida, desearía ser un anime o un personaje de manga. Decidir la vida de algunos ineptos como Light en Death Note o pelear contra la sociedad de Almas como Ichigo. Quizás ser un experimentado luchador que salva el mundo como Goku. Nadie lo ha notado, nadie lo ha mencionado, en todo caso. Hoy uso mi buzo favorito. ¿Por qué lo amo tanto? Es una pieza original que compré desde Japón, el uniforme de Dragon Ball, es naranja con franjas azules a los costados y tiene el kanji en la espalda. Sí, siempre, es sobre anime o manga. A veces sobre doramas y live actions. Si deseaban hacerme aprender un idioma ¿Por qué demonios no pensaron en japonés? ¿Por qué torturarme con el idioma más difícil del mundo? ¿De qué me servirá el inglés? De nada. Cómo odio aprender idiomas, se me enreda la lengua con esa manía mía de hablar rápido.


Cuatro punto cuatro: Otaku.

El fin de semana llegó, finalmente no tenía que levantarse temprano para ir a esa academia tan innecesaria en su vida. Para cuando el reloj marcó las diez de la mañana dejó de dar vueltas en su cama y encendió el televisor. Esperó unos minutos y luego sintonizó su canal favorito para ver la serie de momento: Gintama. Su hijo se acurrucó a su lado y por más que lo arañó tres veces pidiendo comida, el chico no despegó la mirada de la pantalla. Luego de dos horas de especial, finalmente caminó hasta el baño y se dio una ducha. Mientras secaba su cabello notó que su gato lo miraba mal desde su sofá. –Oh vamos, no te enojes. Sabes que los sábados desayunamos tarde.- se disculpó mientras abría la puerta para caminar a la cocina. Donde saludó a su media hermana y tomó algo de comida para su gato. La pequeña le miró con miedo y luego le acercó una cajita pequeña. -¿Qué es?- preguntó intrigado. La pequeña le explicó que era un pan raro que su padre había comprado para el desayuno, era bastante rico de modo que le guardó un poco. El reloj marcaba las doce del medio día y debía apurarse en desayunar para que su madrastra no lo ande molestando con que era un vago. Tomó la caja y cargó a su gato: se alistaría para salir, un gran día le esperaba, al menos lo que quedaba de él. Luego de alimentar a su bebé se amarró el cabello en una cola desordenada y se colocó unos pantalones a cuadros junto a un polo negro pegado y una casaca blanca. Esparció algo de polvo en su rostro y agregó un poco de brillo labial. Buscó en su tocador sus lentes grandes de marco negro y se los puso: leería y mucho. Tomó su bolso favorito, una rojo con su nombre bordado en él y salió no sin antes despedirse de su hijo. –Heejin, alimentas a mi bebé ¿Si?- su hermana asintió en silencio viéndolo salir. Su madre era hermosa y ella no era fea, pero su medio hermano las superaba. Si no se le escuchara la voz, fácilmente podría pasar como una chica esbelta.

Llegué, no podía creerlo cuando me dijeron que abrirían una librería especializada en mangas, casi lloro de la alegría cuando Hangeng me comentó que cerca a su casa había una nueva. Prácticamente he ahorrado todo mi dinero durante dos semanas para comprar todo, absolutamente todo lo que desee el día de hoy. Entro en la tienda, casi no hay gente solo un chico de imagen inocente que me sonríe y da la bienvenida. Creo que lo he visto en algún lugar. Creo que es de mi academia. Me detengo en el estante de mangas de lucha y comienzo a analizar uno por uno. Hay muchos tipos de mangas, muchos autores, demasiados temas, creo que me volveré loco en este lugar. El olor a hojas nuevas, a imprenta recién hecha me encanta, soy obsesivo compulsivo y una de mis adicciones crónicas es la lectura. Recorro todo el estante, indeciso con el próximo manga que leeré, necesito calmar mis ansias debido a que el manga nuevo de Kuroshitsuji aún no llega a las tiendas. No solo a esta sino a las quince anteriores que he visitado en busca del bendito manga: no llega y yo me volveré loco de saber qué continuará.

-Hola. ¿Deseas que te ayude en algo?- preguntó el chiquillo que minutos antes me dio la bienvenida.
-Oh, muchas gracias. Es solo que hay tantos, no me decido.- río nervioso, deseo leerlos todos, comprarlos todos, pero creo que no me alcanzará el dinero.- ¿Sabes para cuándo llegará el siguiente volumen de Kuroshitsuji?- niega con la cabeza mientras sus ojos se llenan de frustración. Creo que él también lee el manga.
-Pero si deseas puedes ir leyendo las versiones alternativas de la historia real.- comenta mientras me señala que lo siga.- Mira, estos son Doujinshi, son versiones alternativas… a mi me frustra mucho la tensión entre Sebastian y Ciel ¿A ti no?
-Sí, odio que no haya un solo beso hasta ahora, es decir no es que me guste el yaoi… ¡Ah! ¿Esta es la sección yaoi?- me sonríe, este pequeño pervertido ha descubierto mi oscuro secreto. Amo leer yaoi. Sí, sí, son historias entre chicos pero vamos, algunos tienen buenas tramas. Parezco loco recorriendo los mangas, diciendo de rato en rato que ya leí ese o aquel. El chico me mira y ríe, comentamos sobre algunas historias y luego volvemos a reír. Creo que he conocido un buen amigo. -¿Estudias en la Academia de idiomas? Te me haces conocido.
-Claro, estoy en la clase del 129, con Kim Kibum. ¿Tú eres…?
-Claro, eres de la tarde, te he visto. Yo soy Kim Heechul, estoy en el salón 102 con el asqueroso profesor Choi. – Ante mi presentación se ríe como loco y luego señala a mis espaldas.- ¿Eh? No me digas que es uno de esos momentos incómodos en los que aparece el personaje a mis espaldas.
-Lo es. Bueno días profesor Choi.- Saluda atento a lo que volteo a verlo, me mira con reproche. Lo ignoro y sigo mirando las portadas de Doujinshi de Kuroshitsuji.- Por cierto, soy Kenny Woo.- chilla desde el fondo el pequeño pervertido. Le sonrío y vuelvo a los mangas.
-Entré pensando comprender por qué tanto afán con los dibujitos para niños… dejaste tu cuaderno en el salón y pude ver que no haces más que dibujar mi muerte…- comenta mientras toma uno de los mangas yaoi entre sus manos.
-Esta sección tiene de todo, menos contenidos para niños… yo no le recomendaría que lo abr…- muy tarde, su rostro se torna muy rojo y suelta el manga.- le advertí.- recojo el manga ante su mirada horrorizada.- Oh sí, algunos tienen sexo explicito pero la mayoría tiene buena trama aunque algunos no tienen trama y solo es lemon pero… ¿Estás bien?
-Eran dos chicos… ¿Eso lees?- me pregunta aún con el rostro rojo.
-No solo yaoi… ¿Sería mejor si fueran un chico y una chica?
-Es lo normal…
-Lo normal no existe, solo lo común y como consecuencia un sinfín de ovejas que siguen lo que se debe hacer, algo estúpido que en algún momento se parametró y estableció en la sociedad como lo correcto pero en sí no siempre lo es. Por ejemplo, la sociedad condena a las parejas homosexuales, los llaman promiscuos y degenerados pero ¿Acaso no existen violadores de niñas heterosexuales? ¿Acaso no existen promiscuos heterosexuales?
-Dios dice que es pecado.
-Dios… un invento del ser humano para sentirse seguro. Cree en ti y basta.
-Los que están bien con Dios tienen una vida plena, los que no están condenados.
-Tsk… ¿Insinúas que estoy maldito porque no creo en Dios? Hablas como un robot.
-No… yo no quise decir que tu vida… lo siento.- hace una venia un poco nervioso.- es tu vida, no te juzgo… pero no por eso voy a comportarme como tú.
-Comprendo, me aburrí…- digo tomando los cinco doujinshi que muero por leer y camino hacia la caja registradora.- llevaré todo esto.
-¿Te aburrí? Lo siento.- hace una venia.
-No, me aburrí de filosofar con una persona dogmatica. No eres el primero, ni serás el último, asumo. Nos vemos en clase.
-Espera…- me detiene del brazo.- ¿Qué manga puedo leer para comprenderte un poco más?
-Busca Candy, candy. Asumo que es lo único que podrás leer. Si te mando Neo Genesis Evangelion es probable que te infartes y si quieres leer un bueno yaoi te recomiendo el Junjou Romantica, la serie Egoist… uno de ellos me recuerda a ti…- río al compararlo con Nowaki para luego salir de la librería, tengo hambre y no tengo dinero, iré a robarle comida a Hangeng.

-Él es un personaje muy Tsundere, ¿No?- preguntó Kenny a lo que Siwon lo miró confundido- Aunque podría ser moe moe como yo. ¿Comprendes?
-No, tú y él parecen hablan un idioma incomprensible para mí… ¿Candy, candy? ¿Evan…? ¿Junjou?
-Toma, lee Junjou Egoist, te gustará. Como es tu primera vez en una tienda de mangas, te lo regalo.
-Gracias.- Siwon recibió el manga y si abrirlo salió de camino a casa.


Cuatro punto cinco: Restaurante.

Llegó lleno de bolsas a aquel restaurante de comida china. Se sentó en una de las mesas más cercana a la cocina y esperó a que su amigo se desocupe. Lo miraba divertido mientras Hangeng repartía la comida en las demás mesas. A los minutos salió el pequeño Jongie de la mano de su abuela, Heechul corrió a saludarlos y alzó en brazos al pequeño. La madre de Hangeng le pidió que por favor cuide del bebé mientras atendían el negocio, estaban muy atareados ya que una mesera había renunciado.- Aigo ¿Serás así de bonito como tu tío Chulie?- le preguntó al niño mientras le hacía muecas graciosas para hacerlo reír. Llevaban poco tiempo de conocerse pero ambos se tenían mucha confianza. Tanto como para revelar sus más oscuros secretos. Heechul analizó al bebé, su mirada se llenó de tristeza al pensar que eran muy similares: ninguno tenía mamá. No sabía muy si la madre había muerto o si los abandonó, Hangeng nunca hablaba de ella. Lo único que sabía al respecto es que su amigo amó mucho a esa persona y gracias a ella ahora tenía un terrible pánico a relacionarse con los demás. Sobre todo con las mujeres. Por tal motivo se sentía muy incomodo en su salón, siendo el único chico se ponía nervioso y siempre tendía a decir que no entendía el coreano para evadir acercamientos incómodos. La madre de Hangeng vivía con él de momento ya que pronto regresaría a China con su padre. Simplemente estaba asegurándose de que el negocio de su hijo prospere para que tenga una buena vida junto a su nieto.

-Listo.- El chino se dejó caer sobre la silla.- debes estar hambriento… ¿Qué deseas del menú? La casa invita por hacer de niñera.
-Hangeng… quiero arroz frito.- hizo puchero el aficionado a los mangas a lo que el menor se echó a reír como loco. Estaba muy cansado pero qué más daba. Se levantó de su asiento y caminó hacia la cocina mientras se colocaba el delantal. No tomaría mucho tiempo preparar aquel plato que tanto le gustaba al coreano.- Tu padre debe aprender a tener un poco más de carácter…- susurró al bebé mientras lo alzaba para ir a la cocina.- Hoy compré muchos mangas.- le comentó a su amigo.
-Te retarán en casa por eso.- rió el padre soltero mientras servía la comida.
-Tsk. Es mi dinero. Que no molesten. ¿Debería irme a Japón?
-No sabes el idioma. De coreano no se vive, mi amigo.
-Tienes razón. ¿Debería irme de la casa?
-Es hora de madurar hyung, debes encontrar algo que te guste hacer… y que no sea ver anime, leer mangas o jugar con Heebumie.
-Tú amas bailar…
-Sí, pero amo más a Jongie.
-Tienes razón. Yo amo tu arroz frito.
-Lo sé. Cierto ¿Volverás el lunes a clases?
-Nolo sé. Si ese imbécil vuelve a correrme lo asesino.
-Fuiste algo duro hyung, sobre todo porque la Corporación Choi se vino abajo… lo leí hoy en el periódico. Su padre ya anunció la banca rota.- Heechul miró sorprendido a su amigo. Se sentía el ser más miserable en el mundo. Pero no era adivino ¿Cómo iba a saber eso?- Deberías pedirle una disculpa y volver.
-No quiero.- dicho esto Heechul le entregó al pequeño y empezó a devorar aquel plato humeante de comida china. Realmente amaba ese plato, lo probó una vez y se volvió adicto. Ciertamente era bastante obsesivo.- me lo encontré en la librería de mangas, se traumó con yaoi.
-Estás loco, hyung. ¿No será que te gusta?- ante su pregunta Heechul lo golpeó y siguió comiendo con un gesto extraño en el rostro.- Lo sabía.
-No molestes, estás ebrio.

Nos hicimos novios el mismo día que ella me besó por primera vez. Nunca pensamos en las consecuencias de nuestros actos, solo vivimos nuestro amor al límite. Tanto que ella salió embarazada a los tres meses de empezar a salir. Éramos muy jóvenes y sus padres muy tradicionales, rápidamente nos casaron, sin embargo, ella perdió el bebé. Sí, hubo un bebé antes de Joongie. Iba a ser niña y ya habíamos elegido su nombre. Pensamos en que al estar casados deberíamos volver a intentar tener un bebé y así llenar el vacío que generó Yang. No diré que fue un error porque jamás me arrepentiré de haber tenido a Jongie. Gracias a él, hoy soy lo que soy y estoy orgulloso de eso. Pero nuestra relación de deterioró tras el nacimiento de nuestro segundo hijo. Ella no lo quería, lo rechazaba no quería tenerlo cerca. Ni siquiera deseaba alimentarlo con leche materna, mi pobre bebé lloraba de hambre y yo sin saber qué hacer. Llegamos a un punto en el que decidimos separarnos, pero nunca llegamos a hacerlo. Un día ella y su familia desaparecieron. No sé a dónde fueron solo sé que Jongie y yo nos quedamos solos. Ya había terminado la secundaria y mis planes de ir a la escuela de danza se vieron frustrados ahora que yo debía trabajar para mantener a mi bebé. Mamá y papá me ayudaron pero no deseaba preocuparlos mucho. Para cuando Jongie cumplió el año me llegó la noticia de que su madre había muerto en un accidente. Me sentí mal, pero más que eso confundido ya que días después me parece haberla visto en un supermercado de mi ciudad. Sinceramente, si está viva o no, no lo sé y hoy el corazón ya no duele, por ende ya no importa. Solo sé que tengo buenos amigos y una familia maravillosa, no necesito enamorarme de nuevo. Me basta con lo que tengo.

-¿Puedo preguntar algo?- dice mi amigo mientras recuesto al bebé en la cuna, por fin se ha quedado dormido. Lo miro y asiento con la cabeza.- ¿Su mamá, cómo se llama?
-Se llamaba Zhao Yan…- contesto incomodo, no me gusta hablar de ella.
-Ya veo, era china.
-Sí. Vamos o Han Tao despertará.- guio a mi amigo a la sala donde nos sentamos a leer sus mangas.- ¿De verdad te gustan estas historias de chicos con chicos?
-Sí.- no me atrevo a preguntarle sobre su sexualidad. Pero creo que no es heterosexual.
-Uno no se enamora de la sexualidad o el género de una persona, se enamora de su esencia, entonces no importa si es hombre o mujer. ¿No crees?
-Tiene razón. Nunca me ha llamado la atención un chico, bueno en general tampoco una chica, solo la mamá de Jongie.
-Comprendo, eres asexual como una rana…- se echa a reír estrepitosamente y aunque no entienda su broma, río con él.


Cuatro punto seis: Papá.

El aire se me acaba más no la fuerza para seguir corriendo. Su vuelo saldrá en media hora, debo llegar a tiempo para verlo unos minutos antes de que aborde el avión. No sé cómo es que logramos comunicarnos, pero lo hicimos. Papá. Incluso con mamá oponiéndose a nuestro encuentro, hemos hallado el tiempo para vernos. No sé cuándo volverás a Corea del Sur, es por eso que corro con todas mis fuerzas. Porque quiero verte. Quizás cuando vuelvas yo ya no viviré en casa con mamá. He faltado a clase tan solo por verlo. Yo amo a mi padre, tanto como para arriesgarme a que mamá descubra todo y me golpee al volver a casa. Lo extraño, extraño que me alce en brazos como cuando era más pequeño y me diga lo mucho que me quiere. Con el tiempo, dejó de hacerlo, no porque quisiera, sino porque mamá enfermaba. Estoy a punto de llegar a la cafetería donde me ha citado. Corro un poco más lo busco con la mirada mas no lo encuentro. A los minutos suena mi celular, es él.

-Pequeño, tu madre nos descubrió… sal de esa cafetería antes de que te vea. Ya subí al avión, será mejor encontrarnos en otro momento. Te quiero, hijo mío- corta la comunicación y yo me quedo estático durante unos minutos. Debo salir corriendo de este lugar, si mamá me ve tendré muchos problemas. Entonces diviso una de las mesas cerca a la ventana, ahí está, mirándome fijamente con una sonrisa en los labios. Me llama y obedezco.
-Hijito, pide lo que desees.- finge amabilidad mientras la mesera nos atiende, una vez que esta se va toma de mi mano y clava sus uñas en mi piel.- ¿Crees que puedes ver a tu padre a escondidas? Maldito traidor, ya verás llegando a casa…- una vez hecha la amenaza se levanta, paga mi café y se macha. Miro mi brazo, sangro, duele.

Niño maldito, debí haberlo matado cuando era pequeño, no debí dejarlo nacer. Él solo ha venido a robarme el amor de mi esposo. Desde que nació todo cambió, mi amado esposo nunca volvió a ser el mismo. Siempre priorizaba a ese asqueroso niño. Cómo lo odio, pero hoy me di el gusto de no dejarlos verse. Fue gracias a mi cuñada quien me aviso que había visto a mi esposo en el aeropuerto, corrí a encontrármelo y lo escuché hablando con ese engendro. Llego a casa, estoy enojada, muy enojada. Camino a su habitación, romperé sus pertenencias, así aprenderá a no desobedecerme nunca más. A no intentar robarme el amor de mí esposo. Sí, es mío y de nadie más. Reviso una a una sus gavetas, intentando encontrar algo importante para él. Entonces descubro un cajón oculto, algo debe esconder para tenerlo bajo llave. Hoy llegará tarde, tiene trabajo y escuela. Llamo a un cerrajero y me encargo de descubrir lo que hay dentro. Niño maldito, nunca debiste nacer. Nunca.

-Abra ese cajón.- le ordenó al cerrajero para cuando este llego. El hombre de edad obedeció en silencio e hizo su trabajo.

Estamos solos en su casa, me siento nervioso. Ella luce diferente. Sonríe mucho y ha estado tomando algo de licor. Tomo de su mano y le sonrío, quizás es mejor que me vaya y dejemos la película de terror para otro día. Me detiene y me abraza, hoy está muy melosa. No es que me disguste es solo que no estoy acostumbrado. Además estoy asustado por el encuentro con mi madre; triste por no haber podido ver a mi querido padre. Ansioso por el lunes, deseo preguntarle muchas cosas a Hannie sobre su bebé. Nunca pensé que estuviera casado. Eso me ha sorprendido mucho. Aunque casi no me hablo sobre el bebé, asumo que debe tener esposa, me dijo que su mamá estaba enferma. Ojala la mamá de Jongie lo quiera mucho y nunca lo golpee. Asumo que las madres normales nunca hacen eso. ¿No? Uno no golpea o lastima lo que ama. Eso es amor ¿Verdad? Bueno eso es lo que yo creo que es. Él debe ser feliz. Qué bueno por él. Cuando vuelvo en mí la veo tomar de mi rostro, con las mejillas rojas ¿Qué intenta hacer? Se va acercando y va cerrando los ojos. Sus labios casi están por tocar los míos, me asusto, la empujo. La alejo. ¿Qué? ¿Por qué de repente busca un beso? No comprendo. Peor aún, no comprendo cómo hasta el día de hoy soy incapaz de besarla. -¿Qué sucede?- pregunta enojada mientras vuelve a acercarse. No sé qué sucede solo que no quiero besarla, no así, no en este lugar, menos en este estado. Me levanto y le hago una venia, luego salgo corriendo a casa. Es un miedo terrible a besarla. Quizás porque temo descubrir algo que me sorprenda. Quizás porque temo descubrir que no me gusta besar chicas. No es que nunca haya besado a una chica. Bese una, en un juego y aunque me de pánico aceptarlo, me asqueo. Nunca antes en mi vida lo había hecho y en ese preciso momento me dio tanto asco besarla. No quiero que suceda lo mismo con Min Ah. Es mi novia y todo ¿No podemos ser novios sin besarnos? Creo que soy muy anormal. Tener novia y no querer besarla. Debería ver un doctor o algo. Mi cabeza no está bien. Camino y camino, no quiero llegar a casa. Pero al fin y al cabo, llego. Todo está oscuro, enciendo las luces y la veo, mi bella madre sentada frente a la chimenea de nuestra sala. Parece dormida pero de la nada abre los ojos. Y sonríe, sonrío, nunca me sonríe pero hay algo extraño en ella, entonces señala la chimenea, la miro detenidamente y descubro algo horrible. ¿Mamá por qué me odias tanto? Lloro sin poder creer que haya sido capaz de hacerlo. En medio de la brasa se quema mi violín y junto a él todas mis cartas y diplomas. Enloquezco, pero para controlarme y no ser como ella, salgo corriendo de esa casa. Esperando no tener que volver nunca. Honey, ya no existe, ni las cartas de papá ni mis logros. No existe nada. Solo un puñado de cenizas en medio de una brasa ardiente.

No sé en qué punto dejé de correr o cuándo caí sobre la vereda húmeda de una llovizna gris y pegajosa. Solo sé que de la nada sentí un calor acogedor y un abrazo. Volteé mis ojos llorosos y me encontré con él. Pregunta si estoy bien, no respondo, solo lloro y me aferro a él. Quizás por eso me agrada tanto, porque con él siento que puedo quedarme indefenso y no tener miedo. Sé que él me protegerá. – Ella quemó a Honey…- lloro mientras me abraza fuertemente. Me alza en brazos y me lleva a casa. Él, mi tío, siempre cuida de mí. Y en medio de mi llanto, descubro algo: no viene solo. A su lado están dos profesores más, Choi Siwon y Kim Kibum. No comprendo nada en este momento, solo que todos nos dirigimos a casa de mi tío, la cual queda a unas cuadras de donde me encontraron. Asumo que tenía trabajo o algo así, quizás por eso vienen. Siwon me mira preocupado mientras que Kibum luce algo distraído. -¿Trabajarán?- pregunto una vez en su casa, mi tío responde con una sonrisa y me ordena que duerma un poco. Siwon lo imita y Kibum se me queda mirando como analizando la situación. No digo más y me voy a dormir. Quizás lo necesite.

-Su madre, está demente.- explicó aquel hombre de edad avanzada.- Su padre vino a verme ayer, planeamos encerrarla en un sanatorio esto se nos ha salido de las manos. Hace poco descubrí que golpea a Henry y hoy asumo que lo ha lastimado en donde más le duele.
-Su violín…- agregó Kibum.- Algo me había comentado de que a su mamá no le gustaba que él sonría o cosas así.
-Eso suena ilógico.- discutió Siwon algo indignado.- un hijo debe ser amado y valorado.
-No todos nacemos con tu suerte, Choi Siwon. ¿Empezamos el trabajo, señor director?- interrumpió Kibum con un gesto de fastidio. El aludido lo miró durante unos segundos. ¿Por qué todos parecían sentirse más desdichados que él? ¿Por qué creían que él tenía una vida perfecta? ¿Acaso nadie veía la ruina en la estaba?

Continuará…

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