Fanfic Serial: Chocolove - Cap 11

Autor: Kainet
Titulo: Chocolate & Love (AKA Chocolove)
Capitulo: 11
Fandom: Super Junior, SHINee, TRAX
Parejas: Sichul / Varias
Clasificación: Angst / Au / Lemon / Secuela

Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.

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11° Bombón

Abrió pesadamente los ojos, observó unos minutos todo a su alrededor, seguía en la casa de su padre; Leeteuk no estaba, de seguro había tenido algo que hacer. Sintiéndose un poco aliviado empezó a sentarse al borde de la cama. Todo el cuerpo le dolía, pero por sobre todas las cosas, el pecho: dolor que oprimía su respiración. “Buenos días”- saludó su amigo desde la puerta, entrando con unas bolsas de comida. Le dio sus medicinas y luego comieron juntos. “Chulah… el chico que vive en esta casa ¿Es Jung Yunho?” ante la pregunta los ojos del menor se llenaron de pánico, al parecer su amigo había recordado aquello que tanto manchaba su pasado. El mayor lo calmó con un abrazo y luego siguieron comiendo. Heechul no estaba preparado para hablar sobre lo ocurrido. Sintió miedo, mucho miedo al escuchar pasos fuera de aquella habitación, pero al tener a su amigo con él, ni su padre ni Yunho se atreverían a lastimarlo. “Necesito que me ayudes a encontrar una caja de terciopelo negro…” finalmente dijo para luego intentar caminar hacia su armario. Débilmente bajó algunas cajas antiguas y llenas de polvo y comenzó a buscar. Leeteuk lo observó preocupado durante unos minutos, al ver tal desesperación se apresuró a ayudarlo a buscar aquel objeto.

En aquellos tiempos todo parecía ser tan fácil, tan práctico. Heechul iba siempre a visitar a sus nuevos amigos. Jay a veces no iba porque debía atender algunos asuntos con su banda; aquel día estaban solos en la habitación de Heechul, escuchando buena música, bailando tontamente y comiendo algunas golosinas. Jae le sonrió amable al mayor para luego empezar a jugar a los almohadazos. Un paso torpe, una caída y los dos terminaron en un beso indeciso que no se detuvo. Rápidamente ambos empezaron a experimentar la boca del otro, sin desagrado alguno empezaron a acariciar sus cuerpos y para cuando desearon detenerse era muy tarde, ambos estaban demasiado excitados como para volver atrás, además no estaban solos: Yunho se quitó la camisa y se unió a ambos para proseguir aquella aventura de a tres. Y fue así como los tres jóvenes e inexpertos chicos empezaron una infidelidad tan oscura y dolida que aún pasados los años, los seguiría para atormentarlos. Siempre era así, los tres. Jay no siempre podía salir con ellos y siempre existían excusas suficientes para que Heechul se quede a dormir en casa de Jaejoong. Día a día continuaron su juego a engañar a Jay. No obstante, alguien más se engañaba a sí mismo. Pasaron los días y Yunho empezó a preferir estar a solas con Heechul, y viceversa. Poco a poco empezaron a buscar excusas para quedarse los dos, para dejar de lado al otro.

Siempre lo amó, desde la primera vez en la que se hablaron, desde aquel momento lo amó: Jaejoong amó a Yunho. Al ver que estaba sobrando, empezó a mentirse, a no querer creerlo y poco a poco una negada depresión invadió su cuerpo, su alma y su corazón. Mirando detenidamente aquella única fotografía que probaba su aventura, la infidelidad de Heechul y la obsesión de Yunho tomó una decisión apresurada: no los molestaría más. Su gran amor por Yunho superaba cualquier cosa, incluso su propio dolor, la vida misma. Entre sus manos pálidas tomó aquella filuda navaja y caminando hacia la bañera se introdujo en ella, miró en silencio el brillo del metal y colocándolo sobre sus muñecas cortó el nexo entre él y la vida misma: morir para vivir. Morir para ver feliz a quien más amaba. Morir para darle completamente a Heechul, para ya no estorbar. Morir para ya no sentirse el único que seguía pensando que los otros lo deseaban en esa infidelidad. Para cuando el agua desbordó la bañera y el piso se tiñó de rojo, sus ojos a penas pudieron ver como alguien entraba desesperado a su lecho de muerte, no obstante, era tarde. Yunho se aferró al cuerpo frío de su mejor amigo, gritó adolorido su pérdida mientras la sangre mezclada con agua teñía su camisa. Desesperado corrió a llamar a Heechul y a los minutos ambos miraban aterrados el cuerpo inerte de su amigo y amante. Yunho sintió el dolor más grande embargar su cuerpo y violentamente empezó a echarse la culpa. El mayor se mantenía estático mirando aquella fotografía que aún seguía en la mano de Jaejoong, para cuando llegaron los policías y bomberos se apresuró a tomarla y guardarla celosamente en su camisa: nadie debía saber la causa de aquella muerte.

Y de repente, como si fuera un ángel, el celular empezó a sonar sacando de sus recuerdos más profundos a Heechul. Tomó entre sus manos temblorosas aquel aparato y observó cómo se intensificaba el nombre del amor de su vida. Pensó en no contestar, pero no pudo evitarlo. Necesitaba escuchar esa voz. Necesitaba la fuerza que le daba, la paz que en su interior sentía al saberlo cerca. -¿Hola?- contestó mientras tragaba saliva para no romper en llanto. Del otro lado sintió un silencio nervioso que luego terminó en suspiro. –Hola amor, princesa no te enojes… yo necesitaba escucharte, te extraño mucho.- explicó con miedo a que el otro se enoje. El mayor mordió con fuerza sus labios para contener el llanto y tras un largo silencio respondió. –También te extraño, también necesitaba escucharte.- silenció sus palabras al notar que estaba cubierto en lágrimas y la voz se le empezaba a quebrar. -¿Hee? ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya a buscarte? No te oyes bien ¿Te hicieron algo? ¿Amor?- Siwon lo llenó de preguntas mientras el otro intentaba controlar sus lágrimas.- No.- fue tajante.- Yo iré pronto, solo espérame y no mires a nadie más.- amenazó caprichoso esperando volver graciosa esa conversación; no obstante solo generó mucha preocupación en el menor.- Sabes que te amo ¿Verdad?- dijo de forma posesiva y seria.- Heechul te amo, no lo olvides.- siguió mientras en el rostro del mayor se dibujaba una enorme sonrisa tonta.- Lo sé.- contestó entre lágrimas y sonrisas.- Iré pronto, ve al gimnasio si tanto me extrañas…- bromeó haciendo que todo el rostro de Siwon se torne rojo ante semejante insinuación.- Tú y yo somos más que sexo.- respondió enojado.- Lo sé. Debo irme amor…- susurró Heechul al recordar repentinamente aquel escondite.- Debo cortar…- fue lo último que dijo antes de terminar comunicación y correr a mirar debajo de su cama. Leeteuk lo miró sorprendido, esa racha inesperada de energía se debía a Siwon, tenía que ser él. Nadie más lograba cambiar tan repentinamente el estado de ánimo de la princesa. Heechul empujó su cama y tras sacar una llave de su bolsillo abrió una especie de cajón en el suelo de la habitación. Al abrir aquel empolvado compartimiento ambos observaron la famosa caja de terciopelo.- Nadie va a separarme de Siwon…- susurró Heechul a lo que Leeteuk lo miró confundido. -¿De qué hablas?- Leeteuk le quitó aquella fotografía y la analizó detenidamente. Poco a poco sus ojos iban haciéndose más y más grandes. Eran tres fotos en una, una serie, una secuencia en la que primero aparecían Heechul y Yunho besándose en la boca mientras de Jaejoong besaba la mejilla de Heechul. En la segunda Eran Jaejoong y Heechul compartiendo un apasionado beso mientras que Yunho besaba la mejilla de Jae. Y finalmente, en la tercera era un beso entre Jaejoong y Yunho, mientras que Heechul miraba atentamente la cámara. Casi se le cae la mandíbula al ver semejante foto. ¿Por qué Hee buscaba esa cosa?- Nosotros fuimos amantes durante el tiempo en el que viví con Jay.- dijo Heechul mientras sacaba las demás cosas que guardaba esa caja de terciopelo.- Quizás te sorprenda el tipo de persona que realmente soy…- agregó mientras sacaba una carta.- Aquí está…- sonrió melancólico y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. –Ya sé porque el inquilino de tu padre se me hacía tan conocido. Es Yunho, el chico que estuvo en la cárcel por el suicidio de Jaejoong. ¿Tú que tienes que ver en todo esto?- Heechul guardó silencio durante unos minutos.- Eso te lo diré en su debido momento, primero debo… arreglar las cosas con Yunho.- dicho esto tomó las fotografías de nuevo y las guardó en la caja de terciopelo. Acomodó su cabello y se encaminó hacia aquella conversación que durante mucho evitó.- iré solo, gracias por todo Leeteuk.- finalmente dijo antes de salir.

-¡Ah!- chilló agudamente el chino al sentir cómo un músculo en su pierna se estiraba de forma atípica. Los entrenadores corrieron a apagar la máquina en la que estaba trotando para luego ayudarlo a bajar de la misma.-Duele.- indicó mientras trataba de pararse. Los entrenadores lo sentaron en una silla y empezaron a frotar aquella parte, todo ante los ojos atónitos de sus amigos y compañeros de trabajo. Siwon preocupado se acercó a ver a su amigo mientras Kangin comentaba que era porque hacía demasiadas horas de ejercicio.- Me gusta ejercitarme, algo que claramente tu no…- respondió enojado ante la burla del otro.

-¿Haces más de cinco horas?- cuestionó el entrenador a lo que Hangeng sonrió tontamente.- Es saludable, pero todo en exceso hace daño. Recomiendo que descanses el fin de semana y vuelvas el lunes a hacer unas dos horas… más no. No de momento. El músculo está resentido, si lo fuerzas podrías lastimarte.

-Gracias.- Siwon hizo una venia y luego se ofreció a llevarlo a su casa, de camino ambos hablaron de muchas cosas pero ninguno mencionó sus respectivas relaciones y los problemas existentes.- sabes…- comentó una vez frente a la puerta de su amigo.- No deberías quedarte solo, obviamente aún no estás bien, debería llevarte al hospital…

-¿Qué? ¿Qué tienes Gege?- preguntó Henry, quien acababa de llegar.- ¿Estás bien?- interrogó ante el silencio de los dos. Siwon hizo una venia y se retiro, no le incumbía decir que su amigo hacia mucho ejercicio, menos que se había lastimado, menos que era todo por la tensión que generaba Henry.- Te ayudo a entrar…- agregó ante el silencio del mayor.- Dime qué ha pasado.- insistió una vez que ambos estuvieron en la cama del mayor.- ¿Te has lastimado?

-Debo bañarme…- respondió algo enfadado, las preguntas del menor lo aturdían mucho.- Ouuuch!- gritó cuando intentó pararse.

-Hanie…- Henry se le acercó preocupado y con los ojos llenos de lágrimas.- deja que te ayude.

-Puedo hacerlo solo. No es normal que siendo solo amigos me ayudes a bañarme ¿No lo crees?- cuestionó con mucho enfado a lo que Henry bajó la cabeza con frustración.

-Te dije que quería ir despacio pero siento lo mismo que he sentido desde el primer día… dije que fuéramos despacio pero… lo único en lo que pienso es que me digas que no quieres… y sin embargo, siempre me complaces…

-No me gusta discutir.

-Lo sé.

-Iré a bañarme.

-Hannie…- Henry rodeó la cintura del mayor posesivamente y se puso de puntas para alcanzar la oreja de este.- Ya no quiero nada despacio…

-¿Crees que soy un juguete? ¿Crees que puedes venir un dia y dejarme plantado y luego volver a pedirme que seamos lo de antes pero despacio y de nuevo decirme que ya no sea despacio? ¿Crees que eso tiene sentido? Ni siquiera puedo comprender el orden de esa oración. Dime de una maldita vez algo que sea definitivo… maldita sea para mí es definitivo que quiero estar el resto de mi vida contigo, casado o no, no me importa, solo contigo… pero no como un juguete.- Dicho esto acorraló a Henry y lo miro enojado- Di algo- gritó en chino a lo que el menor se apresuró a querer besarlo- Solo di algo…- susurró mientras se negaba a esa muestra de afecto.

-Te amo…- bajó la cabeza para empezar a llorar.- es lo más definitivo que puedo decir.

-No basta. Yo también te amo pero me lastima pensar que uno de estos días te cansarás y te irás de nuevo. Casi muero la primera vez… si lo vuelves a hacer no creo que lo resista.

-No volveré a irme…- jaló de la camisa del más alto con frustración- no lo volveré a hacer…- repitió con un tono algo infantil pero tierno.- lo prometo.- Hangeng guardó silencio, no sabía que decir. Cómo saber si lo que decía era definitivo.- hazme tuyo ahora y nunca más volveré a apartarme de ti…- susurró con las mejillas al rojo vivo mientras acariciaba el abdomen del mayor.

Era inevitable, por más que su cerebro le ordenaba su cuerpo reaccionaba solo. Ni siquiera el dolor muscular lo detuvo de tirar violentamente a su novio contra la cama para luego apoderarse de la situación. Entre susurros Henry llamaba su nombre, diciéndole lo mucho que lo extrañó, lo mucho que lamentaba haber sido tan inmaduro. Jurándole que nunca lo volvería a dejar, que nunca soltaría su mano. Sin remordimientos arrancó la ropa de su cuerpo y la de su acompañante y se deslizó hasta la parte baja del menor para darle placer primero a él. El pequeño se retorció entre las sábanas al sentir la húmeda boca del mayor recorrer su entrepierna de forma indecorosa. Clavó sus uñas en la espalda del otro al sentir como poco a poco perdía la cordura y se entregaba al placer. Luego de aquello Henry le pidió a Hangeng que se voltee para que el placer sea mutuo, quedando uno sobre el otro. Ambos empezaron de nuevo a incentivar con sus bocas aquellas partes tan sensitivas. Henry detuvo s labor un segundo al sentir como Hangeng empezaba a prepararlo con uno de sus dedos. Un grito agudo salió de su garganta para luego continuar. -¿Ya?- preguntó Hangeng al sentir que su novio estaba totalmente preparado. Henry, totalmente rojo se levanto y con mucho cuidado se sentó sobre el mayor, introduciendo el miembro de este en su entrada. El mayor sonrió pervertido a lo que el otro se avergonzó. Al parecer no era el único que había deseado tanto el volver a acostarse. –Ah…- gimió al terminar de introducir el miembro, esperó unos segundos hasta quedar cómodo y empezar a moverse sobre su querido Gege. –Nunca me iré…- prometió para cuando ambos cayeron rendidos sobre la cama. El mayor lo tomó entre sus brazos besó su frente, luego sus mejillas y luego sus labios. –Es una promesa…- susurró sobre la sonrisa del otro.- Es una promesa.- respondió Henry con las mejillas teñidas de rojo y una sonrisa tan brillante como la luna llena que alumbraba aquella noche.

-Es el colmo.- renegó Yesung entrando al departamento- rasgarse un músculo solo por exceso de ejercicio. Es decir, tanto por un niño inmaduro que no sabe lo que quiere. ¿Por qué nos toca enamorarnos de gente que nos lastima?- filosofaba solo mientras caminaba hacia la cocina para prepararse la cena. Estaba casi en la misma situación que Hangeng y eso era lo que más le frustraba. Al parecer Wookie había vuelto a salir y sin avisar. Empezaba a odiar eso, empezaba a cansarse de todo. Ver cómo sufría el chino, de alguna manera lo había hecho reaccionar.- empiezo a hartarme de esta estupidez…- siguió renegando hasta abrir el refrigerador y tomar algo de fruta. -¿Hanie está bien?- preguntó Wookie desde la puerta de la cocina a lo que Yesung se asustó.- Pareces alma en pena.- renegó más mientras se tocaba el pecho como si un grito se ubiera quedado atrapado en este.- ¿Está bien?- Yesung asintió en silencio mientras caminaba hacia su amigo-novio. –buenas noches…- susurró al pasar por su lado. Pero ni bien terminó de pasar volvió a retroceder.- Que quede claro que no soy como Hangeng, yo no tengo la paciencia de Buda.- le replicó acorralando al otro en la entrada de la cocina. Wookie lo miró asustado para luego cerrar los ojos esperando un beso. –Lo amigos no se besan.- renegó Yesung para luego empezar a alejarse pero el otro lo jaló de la mano y le robó un beso. Tras terminar le sonrió tontamente.- Tú y yo no somos amigos…- Yesung lo miró enojado- cásate conmigo ahora.- ordenó a lo que el otro se sorprendió.- no es legal en Corea del Sur.- Yesung volvió a besarlo y luego acarició la cadera de forma sensual.- ve por tu pasaporte…- susurró mientras descendía sus labios hacia el cuello.- ¿Estás seguro?- preguntó Wookie a lo que el cachetón renegó. –Vamos.- se respondió Wookie mientras sentía que las manos del otro no podían detenerse sobre su cuerpo.- Luego de adelantar la luna de miel.- bromeó el cachetón mientras alzaba el delgado cuerpo sobre la mesa de la cocina.

Totalmente fuera de sí, tomando demasiado licor estaba Koji/Minho, aquella ciudad nunca dormía y era tan llena de todo que simplemente no podía negarse a los placeres de la noche. Cualquier cosa antes de volver a casa y sentirse miserable mirando a Taemin. Lo amaba, como siempre, no obstante todo se volvía tan doloroso cuando veía que el menor parecía no cambiar. Primero fue Jay, luego Rose y ahora ese profesor. Dolía, dolía tanto que empezaba a querer que el licor que injería le cauterice las heridas del corazón. Un cuarto llena de chicos guapos dispuestos a hacer cualquier cosa por él, una gran suite llena de comida, licor y todo lo que un adolescente podía desear en una noche de desenfreno. No obstante, no era divertido. Se sentía vacío. Jaló a uno de los chicos y empezó a besarlo, no obstante, no le gustaba. Lo alejó rápidamente de su cuerpo y sacando dinero de su billetera pagó todo y se marchó. Estaba algo ebrio y perdido en las calles de Tokio. Caminó como pudo, a pocos metros de un súper mercado cayó sobre sus rodillas. Estaba realmente mareado. –Ah… daijoubu desu ka.- preguntó una voz delicada. No levanto la cara, solo se mantuvo ahí durante unos minutos hasta que sintió que alguien lo levantaba.- daijoubu…- respondió Minho levantando la mirada, encontrándose con alguien de casi su edad, usando un traje de colegial. Se veía inocente, se veía amable. Nunca antes había encontrado a alguien tan similar al Taemin del que se enamoró. –Soy coreano…- le dijo a lo que los ojos grandes y rasgados del otro se abrieron de par en par.- Woah, eres el primer extranjero que conozco.- sonrió- ven, mi padre te dará algo de tomar para que se te pase el efecto del licor.- dicho esto lo ayudó a caminar hacia el super market donde un señor de edad le dio una pastilla y un poco de agua.- Esa manía tuya de ayudar a la gente.- rió el mayor mientras miraba al extranjero.- Parece de dinero…- Mihno sonrió, efectivamente, tenía dinero. Mucho dinero, pero de nada la servía. Abrió su billetera y pagó por la pastilla. Lo mejor era irse. Acomodó su camisa, hizo una venia y salió. No obstante el chiquillo que lo ayudó lo siguió.- Disculpa. Pero esto no es necesario, te ayude porque quise, no porque deseara tu dinero.- dicho esto le devolvió su dinero. Minho lo analizó, el parecido era increíble. Salvo el hecho de que Taemin ahora traía el cabello rojizo y el chico que tenía en frente lo traía negro. –Me llamo Keita Yuu.- hizo una venia con una enorme sonrisa.- Espero que podamos ser amigos.- Minho imitó el gesto y luego empezó a caminar.- ¿Tu nombre?- gritó el pequeño a lo lejos. El más alto volteó y le sonrió. Lo mejor sería no entablar ninguna relación con alguien que podría salir lastimado. Llegó a casa casi a las siete de la mañana, caminó hacia su habitación y se echó a dormir. Era sábado por la mañana, no tenía clases, menos club, lo mejor sería dejar que su cabeza descanse.- Keita Yuu...- susurró antes de quedarse completamente dormido.

Rose iba feliz, aquel día había quedado muy temprano con el tutor de Taemin para desayunar. De paso conocería a un colega del mismo. Taemin, contra todo pronóstico, aceptó salir con ellos, sin siquiera sospechar de que se trataba de Zen-sensei. Una vez en la cafetería acordada Taemin se sorprendió mucho al ver a aquel tutor al lado del nuevo novio de su hermano. Fingió no darse cuenta de nada y se dedicó a disfrutar del desayuno. Una vez terminada la comida los dos japoneses invitaron a ambos hermanos a ir a pasear cerca al mar, había un sitio algo alejado pero muy bonito que ambos querían mostrar. –Zen es mi mejor amigo, nunca delataría lo nuestro, además se lleva bien con Taemin.- bastó eso para convencer a Rose de ir con ellos. Se encaminaron a aquella aventura sabatina en el auto de Zen y tras unas horas de viaje ya habían llegado a aquella playa. Ciertamente era hermosa, además había un bosque cerca lo cual hacía que se vea aún más bonito. Dejaron algunas cosas en el auto y todos corrieron a disfrutar de la playa. Todo parecía muy normal, nadie notaba la mirada de Zen hacia Taemin, no era de solo un tutor que lo cuidaba. Cerca habían una habitaciones para la gente que se quedaba un fin de semana en aquella playa, y en estas unidades de habitaciones habían tiendas de modo que Taemin se acercó a comprar algunas bebidas. Zen lo siguió.- Me sorprendió saber lo de Kai con Minwo-san. –Comentó mientras se paraba al lado del menor quien se incomodó un poco.- No te preocupes, no diré nada de aquella vez.- le sonrió. Taemin se sintió aliviado y le devolvió la sonrisa.- Lamento aquello, debes pensar lo peor de mí.- El mayor negó con la cabeza, para luego tomar entre sus manos una lata de soda. –Tus razones debes tener, solo recuerda que en cualquier momento, pues contar conmigo. ¿Si?- el más pequeño lo miró sorprendido, nunca esperó eso del playboy de su colegio. –Ellos están ocupados…- susurró el menor mientras miraba a su hermano jugar en el mar con su tutor.- vamos a pedir un cuarto.- insinuó con la mirada traviesa.- ¿Para tu hermano y Kai?- Tae se acercó coquetamente al mayor y acarició su cabello mientras clavaba sus ojos en la mirada de este. –No. Para nosotros… dijiste en cualquier momento.- sonrió maliciosamente a lo que el tutor se sorprendió, no obstante ese chiquillo le gustaba tanto que no lo pensó mucho. Ambos pidieron una habitación y tras unos segundos estaba en los pasillos de aquella unidad de habitaciones. Tae se recostó en una de las paredes para luego jalar al otro del cuello y robarle un apasionado. Las manos del mayor se guiaron hacia la cintura delgada de Taemin e intentó empezar a acariciarlo, mas no pudo seguir ya que el grito histérico de Minwo los detuvo. Se acercó enojado al menor y le tiró una cachetada para luego amenazar al mayor.- Te vuelves a acercar a él y te denuncio. Vamos.- ordenó jalando de la mano a su hermano. De camino no hablaron nada, Tae miraba perdido el paisaje del día hacerse tarde mientras que Minwo contenía sus lágrimas. Una vez en casa notaron que Koji no había salido de su habitación en todo el día, algo que preocupó a ambos.

– ¿Desde hace cuanto te acuestas con Zen?- preguntó enojado el mayor a lo que Taemin lo miró molesto.

- Nunca lo he hecho.- miró desafiante hacia otro lado.

- ¿Esperas que te creas? Cuestionó Rose para luego notar como los ojos del más pequeño se llenaban de lágrimas. Quizás no debía haber dicho eso. –Lo siento, lo siento…- susurró el mayor para abrazar a su hermano- Lo siento. Es solo que… Tú amas a Minho. ¿Por qué hacerle esto?- Tae lo miró confundido para luego secar sus lágrimas.

- Minho y Jay se quedaron en Corea del Sur. Pese a todo lo que te hizo, yo sé que tú amas a Jay… ¿Por qué tu si puedes tener un novio y yo no? ¿Cuál es la diferencia? He cambiado… solo quiero que me quieran…-

-Minho jamás te haría lo que Jay me hizo a mí…

-¿Cómo estás tan seguro?- preguntó frustrado el menor, lo último que quería era hablar de sus sentimientos por Minho.

-Maldita sea, ¿Quién crees que está en esa habitación? Cuidándote día y noche… ¿Quién crees que se hace pasar por otra persona solo para no lastimarte?- tras decir esto Rose se tapó la boca al ver su indiscreción. Taemin se quedó sin palabras cuando vio que la puerta lentamente se abría y salí Koji/Minho rascando su cabeza con sueño.

-Gritan mucho…- dijo caminando hacia el baño. Al parecer no había escuchado la confesión de su amigo ya que seguía fingiendo ser quien no era.

-No es posible…- dijo Tae mientras caía sobre sus rodillas y empezaba a llorar. Minwo lo abrazó fuertemente.

Continuará…