Titulo: Máscaras
Capitulo: Primera Parte.
Fandom: Super Junior
Parejas: Kihae
Clasificación: Angst-AU
Advertencia: Si no te gusta el yaoi (Chico x Chico) es mejor que no leas este serial. No copies este fanfic, si deseas compartirlo en otro lugar, pide permiso al autor y coloca los créditos correspondientes.
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UNO: Lacrimosa
-Te odio.
-Te odio.
-Me largo de aquí, Kibum.
-Te amo.
Fandom: Super Junior
Parejas: Kihae
Clasificación: Angst-AU
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MÁSCARAS
Nunca seré como fui,
Nunca serás lo que realmente eres.
Ambos, antípodas, compartimos una máscara.
UNO: Lacrimosa
-Te odio.
Susurré agotado mientras mi cuerpo aún temblaba de rabia. Estaba tan agitado, enojado y lastimado cuando él pidió perdón por todas las lágrimas derramadas; no lo odiaba en absoluto, no lo hacía pero quizás deseaba hacerlo. Deseaba que, quizás, mis palabras lo lastimen tanto como él lo acaba de hacer con mi corazón. El pecho me oprimía demasiado, se estrujaba como si el alma se estuviera retorciendo de dolor; estaba a punto de asfixiarme ante semejantes palabras. Nunca será capaz de entender el daño que hoy ha nacido en mi corazón.
-Te odio.
Repetí intentando mentirme, intentando creerlo y es que dicen que uno odia lo que en algún momento amó. Y yo lo he amado tanto. Desearía poder ser capaz de odiarlo con la misma intensidad. Desearía que mi cuerpo pudiera dejar de temblar de rabia y actúe con frialdad como él lo ha hecho conmigo. Siempre fue una persona de hielo que con su gélido corazón, quemó las manos de este pobre tonto. ¿Perdón? ¿Por qué tan arrepentido? Sí sabía que estaba mal desde un principio no debería haberlo hecho. Sí amas no lastimas, ese es un principio que siempre ha estado presente en mi mente. Dando vueltas una y otra vez, agotando mis fuerzas, sin dejarme escapatoria a sentirme débil, a destruir mi orgullo. Cubrí mis ojos, no quería llorar eso me hacía humano, me volvía débil. Yo, el rey de las sonrisas, estoy llorando como nunca antes lo mostré delante de otro ser humano.
Y en medio de la desesperación, vino a mi memoria aquella mujer. Ella lo repetía siempre, ella me decía que sea fuerte cada vez que yo partía en llanto. Ella tomaba de mis brazos, me sacudía y gritaba histéricamente que debía ser fuerte. Es, quizás, por ella que yo soy como soy hoy; quizás, porque fui débil y me deje modificar cual muñeca a la que le cambian de vestido cada cinco minutos. ¿Mamá, fui un juguete divertido? Entonces ¿Por qué me dejaste? Mamá, me dejó y desencadenó un circulo vicioso en mí, ese asqueroso ciclo que siempre se cumple con los demás, me conocen, dicen amarme, y luego de conocerme bien se marchan, me dejan. Siempre solo, siempre estuve solo desde que ella se fue, siempre estaré solo desde que ella me dejó. Y siempre sonreiré de forma vacía desde aquel día, como un payaso que se quedó estático en el tiempo. Máscara, esa es mi máscara. La cual dejé caer ante su amistad. No le ha importado nunca ¿Verdad?
Siempre estaré solo. Ahora soy nada, gracias a él, mi segundo amor, ahora soy nada. Claro, es mi culpa también, porque fui cobarde, porque no pude acercarme a él como realmente quería. Me oculté detrás de una máscara de mejor amigo, de ser silencioso que ama y sufre en las sombras. Me hice la victima ante su sonrisa coqueta; me hice el tímido cuando mis labios ardían por hablarle, por besarlo, por sentirlo. Pero, me he cansado, se me ha agotado la fuerza, estoy cansado de solo ser su amigo. Su cariño no basta porque yo no quiero solo eso, porque yo estoy harto de verlo al lado de otras personas y antes de morir prefiero alejarme, prefiero construir la distancia entre ambos. Estoy harto, muy harto, tan harto que empiezo a odiarme.
-Me largo de aquí, Kibum.
Finalmente articulé ante sus ojos asombrados. Ha sido, quizás, la única vez en la que vi cambiar su pose fría por la de algún sentimiento. No obstante, no logro comprender de cuál se trata. Su rostro genera una especie de mueca rara, congelada, como si le doliera lo que digo, pero a la vez siento que trata de reprimir ese dolor, como dejando que su frialdad se apodere de él. Estoy harto de su represión, estoy harto de todo.
Las nauseas llegaron a mi garganta, el alcohol empezaba a hacerme decir y sentir cosas malas. Todo daba vueltas, el mundo empezaba a ponerse de cabeza. A mis cortos años, el exceso de licor es lacerante. Transforma al ser humano en un monstro sin rostro, sangrante y nauseabundo. En eso me he convertido al tratar de refugiar mi dolor en unas cuantas botellas de soju. Él me mira asustado pregunta que hago, no respondo. Cómo responder sobre algo que también ignoro. Estoy harto. Total y plenamente harto de esto, mi vida parece no tener sentido. Me mira sin saber qué hacer y en sus ojos descubro pena. No, no sientas pena por mí, es lo último que deseo. Muevo torpemente mi cuerpo y camino hacia la ventana: necesito oxígeno, tú y el dolor que provocas me asfixian.
Kibum, dueles, lastimas, sangras mi corazón. Gritas, preguntas asustado qué estoy por hacer al verme en el borde de la ventana. Te sonrío y sin más abro las grandes lunas, el viento enfría mis pensamientos, el viento me hace sentir que puedo volar. Extiendo los brazos para sentir ese abrazo invisible, me siento libre. Siento que pronto todo el dolor terminará. Lloras, puedo escucharte pero de alguna manera has dejado de importar. De alguna manera siento que aquí puedo olvidarte.
-Te amo.
Susurró a lo que él empieza a llorar con mayor intensidad, me pide que me baje; no, no voy a bajar, estoy harto de todo, estoy harto de él. Salto. El viento me abraza, cierro los ojos. Moriré.
Continuará…
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