Título del
fanfic: Isn’t He Lovely?
Parejas: KyuMin
Tipo: Yaoi / One-Shot
Género: Romance, Lemon, Drama, AU.
Clasificación: Rating {M}.
Advertencias: Lemon.
Comentario
del Autor/a: Culpemos a Kyu y su solo por esto.
Isn’t He Lovely?
“¿No es adorable?
¿No es grandioso?
¿No es precioso?”
-Me pregunto mientras lo
observo de lejos.
Querido Stevie Wonder, hoy el mini market se inundó con tu voz, tus
melodías y tu canción. Mientras buscaba mi cereal favorito encontré a la que se
convertiría en mi persona favorita. Ahí está él, leyendo detenidamente la
información nutricional de una caja grande de frutas secas. Mis ojos juegan y
bailan delineando su delgado cuerpo, se ve tan frágil y tan frío, tan
concentrado en un trozo de cartón. Hace que con todo mi ser, desee ser un
objeto para estar entre sus manos. Sus pequeños ojos parecen convertir aquello
en el alimento más importante de todo Seúl. ¿Qué se sentirá que aquella mirada fría
se pose sobre uno? Me intimido de pensarlo, no obstante lo deseo. Miro mis
manos, jamás he pensado en las calorías de mi cereal de fresas con azúcar
extra. Mucho menos he visto la cantidad de grasa en mi leche de fresa, ni en
los paquetes de chocolate con fresa que traigo. Me siento tonto, claramente
aquel chico menor que yo cuida más, mucho más, su dieta diaria. De seguro él no
tiene pesadillas con las malditas caries que algún día no me dejarán seguir
comiendo dulces. De seguro él no se obsesiona con su peso como yo cada vez que
mamá me dice que mi rostro se ve más redondo. Yo debería cuidarme como él. Sus
aires de intelectual me llevan a observarlo más y más. Han pasado más de los
minutos necesarios y yo, Sungmin, sigo aquí, estático mirando a un completo
desconocido.
Lo admito, llamó mi atención
desde que lo vi entrar. Fingí darle poca importancia pese a que todo mi ser se
esforzó en crear este silencioso encuentro entre ambos. Siento sus ojos en mí y
me pongo nervioso. Trato de aparentar que no lo noto, sin embargo mi corazón se
acelera. Pretendo leer la caja de frutas secas, pero ya me sé de memoria la
información nutricional. ¿Por qué no deja de mirarme? Señor Stevie, esto es
obra suya, definitivamente. No puedo darle una explicación lógica a este
encuentro un domingo por la mañana. No es coincidencia que yo lo viera cuando
empezó a sonar mi canción favorita en todo el mini maket, es el destino. Estoy
tan seguro que es obra de su magia. Respiro profundo, resignado a no hablarle
al chico que me observa, coloco la caja en su sitio y camino hacia la caja
registradora. Paso por su lado, mirando un vacío, tranquilizando mi
respiración, como buscando mentirme en que no siento nada. Yo jamás creí en los
amores a primera vista.
Pasa por mi lado pienso en
decirle algo pero todos los diálogos parecen tan tontos frente a alguien que
derrocha inteligencia. Me acerco al espacio en el que estuvo parado hace
algunos segundos tomo la caja de frutas secas y me la llevo. Quizás sea el
único recuerdo que me quede de aquel ser tan luminoso. Porque él brilla, a mis
ojos. Sigo con mis compras, me inquieto pensando dónde estará, si ya se habrá
marchado, si sigue buscando información nutricional en sus alimentos o si está
en la sección de limpieza. De repente, giro, giro buscando correr a buscarlo y
en mi atolondrado movimiento choco con alguien. En cámara lenta caigo al suelo,
está frío y duele. Momento, alguien al frente extiende una pálida mano. Levanto
los ojos, es él. El corazón me da un brinco. Le sonrío nervioso y acepto su
ayuda. Una vez de pie, hace una venia y se aleja.
‘Gracias…’ –Escucho a mis
espaldas, ciertamente no tiene qué agradecer, fue mi culpa que él terminara en
el suelo. No giré, solo alcé la mano e hice una señal de adiós. No sé cómo
explicarlo pero conforme me iba alejando, sentía como si un lazo invisible se
estirara entre ambos. Alguna vez leí que todos nacemos con un hilo rojo atado
al dedo meñique, el cual nos une al nuestra otra mitad. Por alguna razón, luego
de cruzarme con ese total desconocido, siento que el hilo se estira y se vuelve
rígido. Dificultándome la respiración. Señor Stevie, cómo ansío volver a esos
eternos tres minutos veinticinco en la que su magia nos atrapó en un ensueño
que podría confundirse con amor a primera vista.
*
Han pasado algunas semanas, he
vuelto al mismo lugar, a la misma sección, a la misma hora y el mismo día. No
aparece. Pareciera que la tierra se lo tragó. He empezado a olvidar algunos de
sus rasgos, no obstante tengo muy presentes sus finos ojos y su sonrisa al leer
aquella caja. Porque sonrió nervioso. No sé por qué la información nutricional
lo pondría así pero lo hizo. Y mientras me alimento de postres de fresa en mi
café favorito, escucho de nuevo aquella canción. Cierro los ojos y tarareo un
poco hasta ser sorprendido por mi amigo de infancia. Hyukjae hace bromas acerca
de lo embobado que me veo, dice que definitivamente me enamoré de un fantasma
pues luego de eso, aquel misterioso chico desapareció. Hago pucheros ante el
bullying de mi mejor amigo, me retuerzo sobre la mesa y giro la mirada hacia la
gran ventana. Y ahí está, pasando con enormes audífonos, me levanto cual
resorte al ver su presencia ante mis ojos. Mi acompañante me habla, no consigo escúchalo.
Solo fijo mis ojos en el rastro invisible que va dejando a su paso.
-¿Es en serio? ¿Cho Kyuhyun?-
alcanzo a escucha de Hyuk cuando finalmente la imagen desaparece en el
horizonte.- Los ojos se te van a salir Sungmin. Yo lo conozco, puedo presentártelo…
¿Sungmin?- el mono habla y habla, me aturde un poco y la poca información que
le logro captar destruye mi estabilidad emocional.- ¿Me estás escuchando?
-¿Lo conoces? ¿Cómo? ¡Cómo es
que jamás me lo presentaste!- chillo logrando que todos en el café volteen a
ver mi escándalo. Hyuk cubre mi boca y me hace sentar. Lo miro enojado. ¿Cómo
no ha podido presentarme al amor de mi vida?- ¡Explícate!
-Lo conozco poco, era tutor de
matemáticas de una chica que va a la misma academia de baile. Lo conocí una vez
que fui a buscarla para ensayar. No es muy tratable. Recuerdo que ella se le
declaró en San Valentín y él la dejó con los chocolates estirados…
-Obvio ¿Cómo no? Tus amigas
bailarinas son todas feas y planas.- Me molesto ante aquella desconocida. Me
enoja que alguien ya se me haya adelantado. Y Febrero me queda lejos para una
declaración de San Valentín.
-Ninguna tiene tus curvas,
ninguna.- golpeo a Hyuk ante el comentario, desde que conocí a Cho me he vuelto
más obsesivo con lo que como. Siempre leo la información nutricional, siempre
esperando que los chocolates digan cero grasas. Quizás es un sueño imposible.
-Debes presentármelo…
-¿Cómo se supone que haga eso?
No sé dónde vive, ya no le da clases a mi amiga y no dices que jamás volvió al
mini market…
-¡No sé! Solo debes presentármelo.
¿Entendido?- Hyuk me mira confundido, quizás le pido cosas sin sentido. Stevie,
hoy con tu canción él volvió a aparecer. ¿Será que debo escuchar tu canción a
diario para volver a verlo?
*
Llevo semanas escuchando una y
otra vez tu canción, Stevie. ¿Puedes creerlo? De alguna manera he seguido con
mi vida. Digo de alguna manera ya que he hecho hasta lo imposible por volver a
ese lugar. Pero el destino ha sido cruel conmigo. Siempre terminaba llegando
muy tarde. Y hoy que decidí cambiar mi habitual camino a casa, lo vi. Sí, lo
vi. En un café con un chico más. Fingí no mirarlo, pasé por su lado, quizás
esperando que corra detrás de mí. No lo hizo y me sentí herido. ¿Pero por qué
me seguiría? ¿Por qué me hablaría? Ni siguiera nos conocemos. ¿Cierto? Bueno,
sé su nombre. Gracias a una amiga de la academia que parece haber estudiado
guitarra con él. Le describí esos cabellos rubios, esos labios rosas y ella instantáneamente dijo
‘Sungmin’. Bonito nombre, suena a caramelo o a chocolate como todos esos
paquetes que traía el día que nos vimos. Llevo semanas comprándolos, trato de
comerlos pero siempre es mejor una buena copa de vino. Las cosas dulces no son
tan de mi agrado. ‘Sungmin’ repito para mi mientras miro las estrellas entre
mis manos. Esta noche es algo fresca y el viento de mi terraza parece danzar
con mis pensamientos. Jalo mi armónica y empiezo a tocar la canción de Stevie. Como
tratando, inútilmente, de llamar a esa persona. A los minutos los vecinos me
gritan por silencio. Me escondo hasta que las enfurecidas ahjummas se van y
vuelvo a mi posición inicial. Ahora solo en silencio, tarareo en mi mente,
aquella canción. Nuestra canción, Sungmin.
*
El invierno llegó. Hyuk no ha
encontrado ninguna forma de presentarme a Kyu y por más que escuche y escuche
aquella canción, él ha desaparecido de nuevo. Y en medio de mi búsqueda me topo
con una adorable joven. Nunca pensé encontrar a una chica tan linda en este
lugar. A decir verdad es muy tarde para que alguien ande sola por ahí. Llora desconsolada
en un banco del parque queda a unas cuadras de mi casa. Quizás sea muy
entrometido, pero me acerco. Le doy mi pañuelo y le regalo uno de mis
chocolates de fresa. Me cuenta que está perdida, se llama Cho Ahra y parece
estar muy asustada. Le pregunto por la dirección de su casa, prometo
acompañarla de vuelta. Salta feliz e inicio el camino junto a una total
desconocida. Luego de una hora hemos llegado a su casa. Cierto, querido Stevie,
hoy es noche buena. Lo noto al mirar todos los adornos de navidad que tiene su
casa.
-¡Capitán Cho!- grita ella al
divisar una silueta en la esquina de su casa. Levanto la mirada aliviado a lo
que noto que ahí, frente a nosotros dos, aparece Kyuhyun. Cho Kyuhyun. Debí
intuirlo, es su hermana.
*
No sé cómo todo esto terminó en
innumerables botellas de vino entre él y yo. Compartiendo gustos musicales. Cantando
juntos. Solo sé que mi hermana nos dejó solos cuando sintió sueño. Nuestros padres,
están de viaje y por alguna razón tenemos toda la sala para los dos. The way
you make feel, empieza a sonar, el alcohol ha empezado a surtir efecto en él. Se
levanta con cierto magnetismo y empieza a bailar al ritmo de la canción. Es tan
jodidamente sensual moviendo sus caderas de un lado a otro. Sé que debería
tratarlo con respeto ya que es mayor. Nos acabamos de conocer, al menos
formalmente, pero no puedo. Cual animal me acerco a él, lo acorralo a lo que
suspira al compartir la respiración conmigo. Gira su cuello hacia un lado, a lo
que coloco mis manos sobre sus caderas, sigue moviéndose de forma sensual. Acerco
mis labios a su cuello. Deposito un beso corto y miedoso, al ver que no hay negativas
continúo. Tarareo la canción sobre su piel y él se mueve en éxtasis de sentirme
tan cerca de él. ¿Esto te gusta Sungmin? ¿Te gusta la manera en la que te hago
sentir?
Querido Stevie Wonder, el
alcohol, tu voz en esa canción y las caricias de Kyu se me acaban de subir a la
cabeza. Sentir su voz chocar contra mi piel me encanta. Sus besos callan la
hermosa y sensual canción. Los tarareos se convierten en caricias cada vez más
indecentes. Sé que no debería, sé que acabamos de conocernos pero he buscado
tanto encontrarlo que no pienso dejarlo ir ahora que su cuerpo se siente
magnetizado hacia el mío. De repente se detiene, se aleja un poco, rasca su
cabeza como buscando lógica a lo que acaba de hacer. No Kyuhyun, no te
detengas. No le pongas fórmulas a esto. Jalo de su mano, la coloco de nuevo en
mis caderas, susurro la canción cerca a sus labios. Sé que quieres besarme. Nadie
nos ve, puedes hacer. Si luego te arrepientes, podemos culpar al alcohol y a la
solitaria Navidad. Es invierno pero estamos hirviendo en este lugar. Jalo de tu
camisa, arranco algunos botones. Prometo cocerlos si me dejas seguir. ‘Es una
canción de Michael’ me susurra buscando detenernos cuando caemos al suelo. Me levanto
un poco, lo miro intrigado. ‘Pero Stevie la canta también…’ le susurro antes de
quitarme la chompa. Sonríe de forma perversa, no hay marcha atrás. Cambiamos de
roles, él se coloca sobre mi cuerpo. Acaricia mi silueta, me siento inseguro ya
que no he bajado todo lo que quería bajar para esta ocasión. Se ríe al notar mi
escandaloso sonrojo, besa mis mejillas. Dice que le gusto. Sello sus labios con
los míos y luego el baja hasta mi pantalón. Botón a botón, me quedo desnudo
frente a él. Y cuando estoy por cubrirme su boca esconde mi intimidad. Un suspiro
de placer se me escapa a lo que se ríe haciendo comentarios perversos de mi posición.
Luego vuelve a besarme, conozco mi propio sabor. Hago lo mismo con él, se
asusta al sentir mi boca y mi repentina experiencia. Después de todo, mi
querido Kyu, soy el mayor.
*
A la mañana siguiente la bulla
de mi hermana en el segundo piso me alerta. Me apresuro a vestirme. Recojo todos
nuestros rastros de la alfombra, lo alzo en brazos y lo llevo zombie hasta la
ducha. Está adolorido, aunque lo trate de ocultar. Acaricio su nariz al verlo
con la peor resaca de su vida. Ahí, escondidos en la ducha volvemos a hacernos
uno. Muerde la toalla para que no nos escuchen. Me río de lo tierno que es. Se abraza
a mí y mientras calentamos las frías gotas de agua nos prometemos nunca
separarnos.
-Me gusta tu habitación. Aunque
el exceso de monitores gigantes me intimida.- susurro mirando a Kyu quien se
ríe de lado y se acerca para cerrar la puerta con mi cuerpo. Alza mis manos y
entrelaza sus dedos.- Debería haber conocido primero tu habitación antes de…
-Oh vamos, igual te gustó
¿Cierto?- lo golpeó levemente en el pecho e intento engreírme a lo que se ríe
sobre mis labios para luego besarlos.- Igual no será la última vez en mi
habitación. Siempre podemos venir aquí…
-¿Qué pasa con los monitores?-
realmente me intimidan.
-Solo son para ver mejo cuando
juego. No hacen nada. Además mi nuevo juego favorito no requiere de ellos…
-¿Tu nuevo juego favorito?
-Sentirte. Verte sonrojado.
Escucha tus susurros clamando mi nombre…
-Yah… Es muy vergonzoso. – Me cubro
el rostro a lo que besa mis manos.- ¿Esto significa?
-Que me perteneces.
Querido Stevie Wonder ¿No es Kyu adorable?
Querido Stevie Wonder ¿No es Kyu adorable?
FIN
esta MUY interesante ¬w¬
ResponderEliminarGracias :3
ResponderEliminar