Título del Fanfic: My Cloud &
Your Insomnia
Parejas: YeWook
Parejas: YeWook
Tipo: Yaoi
Capítulos: 5/6
Género: Angst,
Drama, AU.
Clasificación: Rating {M}.
Advertencias: Angst
Descripción: ‘Ryeowook ¿Sabes lo que es un ataque de pánico?’ Constantemente me
pregunto cuando más solo me siento. Cuando llamo tu nombre en el silencio de mi
almohada.
Comentario del
Autor/a: He vuelto, sí me demoré, lo siento. Trataré de
no demorar mucho con el final. Muchas gracias por leer y comentar. Nos leemos
pronto.
CAPÍTULO CINCO
‘Ryeowook ¿Sabes lo que es un ataque de pánico?’
Constantemente me pregunto cuando más solo me siento.
Cuando llamo tu nombre en el silencio de mi almohada.
Los ataques de pánico son períodos en los que el individuo
sufre de una manera súbita un intenso miedo o temor con una duración variable:
de minutos a horas. No podría decirte cuándo empezaron. Tampoco diré cuándo
terminarán ya que son cosas tan desconocidas para mí como lo es tu paradero.
Quizás son cosas que, también, me da miedo saber. No sé cómo poder explicarme a
mí mismo lo que me sucede cuando el miedo se apodera de mí. Estuve ocultándolo
de mamá, pero finalmente hoy, descubrió que su extraño hijo es aún más raro.
Jong Jin lo sabe desde hace algún tiempo, como te dije no sé cuándo empezó,
pero mis recuerdos a esos miedos se remontan a aquellos años en los que estuve
encerrado. Estar en un reformatorio fue algo nuevo para mí. Hay personas muy
malas en este mundo, Ryeowook, espero que nunca te cruces con ellos. Pero las
personas no me daban miedo. No. Eso no me aterraba. Lo que me aterraba era el
pasar de los días y no verte llegar. Te esperé tanto, tanto que se me cansaron
las esperanzas y los miedos me volvieron débil. Cada vez que me siento solo,
frente a tu recuerdo, frente a un anhelo que nunca será, mi pecho se cierra. La
taquicardia no me deja respirar bien. Pareciera que la razón se sale de mi
cuerpo y lo único que puedo hacer es coger mi cabeza y esperar que el miedo se
vaya. Sé que suena ilógico. Pero me sucede. Generalmente aparecen de repente,
nunca puedo predecirlos. A veces son intensos, a veces leves. Son situaciones
en las que me siento indefenso, incapaz de escapar de mi realidad. Mi realidad
sin ti. Debo estar volviéndome loco, ya que desde algún tiempo he estado viendo
personas muy parecidas a ti. Quizás te busqué en ellos, inconscientemente. Quizás,
ya nada es certero en mi vida. Los temblores y mareos se han apoderado de mí
caminar y aunque finjo no sentirlos, el mundo da demasiadas vueltas cuando te
siento lejano, ajeno. Mi mundo es un túnel del cual no puedo escapar por más
que el miedo me invada. Por más que me asfixie con mi propia respiración. Mi
mundo ya no es una nube, tú ya no eres mi nube.
‘Yesung ¿Cómo llegamos a esto?’
Susurré aquella noche en la que me sentía tan perdido.
Lo miro entre las personas, se ve distraído, perdido en sus pensamientos.
Tan ajeno a su entorno que ni imagina que lo contemplo desde el otro lado de la
calle. Juraría que se ve como cuando nos conocimos, no obstante hay algo en sus
ojos que me aterra. Una tristeza inexplicable e incontrolable. Dime ¿Es por mí?
Quizás es muy egocéntrico que piense en mi cuando se trata de ti. Estas
personas a nuestro alrededor aturden. Molestan. Confunden. Extraño esos campos
de pera en los que creamos tantos hermosos momentos. Extraño escuchar tu voz
susurrar mi nombre. Extraño tus rarezas. Te extraño. Y de repente el
semáforo cambia de color. La luz verde hace que todos se mezclen. Te pierdo de
vista. Uno. Nos cruzamos. Dos. Tu mirada está perdida en algún lugar. Tres. Pasas
de largo. Tres. Desaparecemos en el gentío. Dos, mi voz se apaga. Uno. Soy
incapaz de llamar tu nombre. Uno. Te veo alejarte. Alejarte de mí. Llevo dos
días durmiendo en tu habitación, tu familia me acogió y de alguna forma no me
deja marcharme. No hasta que nos veamos. Todos ellos saben de mí. Saben de lo nuestro.
Mi padre me rechaza por lo que soy. Pero el padre de Yesung es tan comprensivo.
Se nota que ama a sus hijos y los cuida. He hablado con mamá por teléfono, le
he prometido que veré a Yesung. Aunque no me siento preparado para enfrentarlo.
Siento demasiado miedo. Demasiada culpa. Ella cree que volveré a cantar cuando
lo vea. Pero mi voz hace mucho que se apagó. Ya no creo ser capaz de poder
alzar la voz. Menos pararme en un escenario como él lo hace cada viernes.
-Wookie…- llama de
repente Jong Jin a lo que apresuro mis pasos para alcanzarlo. Se me hace tan
extraño que Yesung no frecuente a su familia. Pero quizás no debo preguntar.-
Mira, él es Kyuhyun, es un amigo de Yesung.- ¿Un amigo? ¿Cuándo empezó a tener
amigos? Saludo en silencio a lo que el otro me imita.
-Así que tú eres el
famoso Ryeowook…- se cruza de brazos examinándome.
-¿De dónde… se
conocen?- pregunto tímido ante la fría y analítica mirada del recién llegado.
-De la
correccional, de las clases de canto, actualmente estudiamos música, juntos.-
responde de forma directa, cortante.
-Ya veo.- sonrío
tímido. A decir verdad siento celos. Siento miedo de que esta persona sea la
responsable de todos esos cambios en mi Yesung.
-Y bien… ¿Cuándo lo
vas a ver?
-¿Ah?
-Que cuándo lo vas
a ver. Digo. A eso has venido ¿Cierto?
-Kyuhyun no es mala
persona, Wookie.-Jong Jin toma de mi hombro a lo que le sonrío cortés.- Qué les
parece si vamos a un karaoke…
-¿Karaoke?- los
miro nervioso. Cantar es algo que no pienso hacer nunca.
-Mi novio trabaja
en un karaoke, podría pedirle que nos reserve un box para este sábado- Comenta
Kyuhyun a lo que los celos y sospechas se me van.
‘Ryeowook ¿Te quedarás en mis sueños esta noche?’
Susurraba solo y con miedo cada noche en aquel extraño lugar.
Los días eran
fríos, tan fríos que las lágrimas empezaron a cristalizarse en mis ojos. Eran
solitarios, muy solitarios. Tan solitarios que noche a noche me aferraba a mi
almohada para llorar el extrañarte. Las esperanzas se mueren, Ryeowook. Y a mí
se me murió más que eso. Aún recuerdo que contaba las horas de los días, luego
los días, luego los meses, luego los años. Y un buen día, cuando pensaba que
estaba condenado al olvido, una persona me habló. Preguntó mi nombre y se sentó
a mi lado. Me invitó algo que su madre le había traído en el día de visita. Se
llamaba Kyuhyun y era mucho menor que yo. Estaba ahí por haber roto una
ventana. Tan diferente a mí. Yo estaba acusado de intento de asesinato. Y de
repente, mi abogado me visitó. Dijo que el padre de Ryeowook había despertado,
que retiraría los cargos en mi contra. No obstante, tampoco viniste a verme en
esos últimos días encerrado. No obstante, seguí esperando por tu visita. Te
soñaba y le contaba a ese amigo de ti. Te soñaba y te soñaba. Y te volvía a soñar,
pero tú nunca apareciste. Cuando nos liberaron, prometimos seguir siendo
amigos. Entramos a una academia de canto y poco a poco seguimos con nuestras
vidas. Y aunque parezca mentira, mi corazón se quedó en ese anhelo que esperaba
por ti. Incluso ahora, mi corazón sigue en el mismo lugar. En ese gran plantío
de peras en el que algunas vez fuimos uno.
‘Haz cambiado tanto’
Susurré sobre sus
labios aquel sábado sangriento.
Yesung, quizás no
debí apresurarme. Pero te veías tan asustado. Tan confundido. Giraste a tratar
de abrir la puerta que tu hermano y Kyuhyun cerraron desde afuera. Tus ojos
evitaban mirarme y susurrabas que no era real. Que yo no existía. No pude más. Corrí
a abrazarte. A decirte que ahí estaba. Que no era tu imaginación. Que finalmente
había venido. Me asustaste mucho. Has cambiado como han cambiado las
estaciones. Lo supe cuando tu cuerpo buscó algo más físico entre ambos. Yesung,
lo nuestro se sentía tan espiritual. En aquel momento me hiciste sentir tan
carnal. Tan… no nosotros. Me lastimaste. Pero asumo que yo te he lastimado mucho
más.
‘Las alucinaciones no lloran cálido…’
Susurré al sentir tus lágrimas calientes sobre mis mejillas.
Mi hermano y Kyu me
tendieron una trampa. Una terrible trampa. Para cuando me di cuenta estaba ahí,
a solas en un box privado de karaoke, frente a Ryeowook. Sus ojos llorosos me
asustaron. Más cuando se acercó. Cuando intentó abrazarme y lo sentí real. No sé
cuántas veces le dije pregunté si era real. Si no me estaba volviendo loco. Él,
incrédulo, dolido, confundido, insistía en su existencia. Preguntaba si lo
recordaba. Si lo había olvidado. Todo fue confuso. De repente lo tomé de las
muñecas y lo acorralé contra la pared. Besé sus labios y descubrí que era real.
No por el beso, sino al sentir sus lágrimas calientes impactar con mis
mejillas.
Continuará…
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